Crónica de una suba de tasas anunciada

Redacción Fortuna

ISE 1048

Tras el estallido de la crisis financiera de 2008 en EE.UU., la primera economía del mundo usó toda la artillería a su alcance para salir de la profunda recesión. Los paquetes de estímulos monetario y fiscal lograron sacar a flote la actividad en EE.UU.

Si bien en 2010 el PBI norteamericano comenzó a recuperarse (creció 2,5% anual), el nivel de actividad pre-crisis se alcanzó recién a mediados de 2011. Más aún, la tasa de desempleo volvió a los niveles de 2008 recién a fines del año pasado.

Para este año, las perspectivas siguen siendo optimistas: de acuerdo al Fondo Monetario Internacional se estima que en 2015 la economía norteamerica crezca 2,6% (la mayor tasa de incremento desde 2006) y que el desempleo alcance el 5,3%, situándolo en niveles cercanos a los de pleno empleo.

La pregunta a responder es por qué si hace más de un año que la Reserva Federal de los Estados Unidos viene anunciando el alza de tasas de interés y las condiciones económicas internas son adecuadas (actividad dinámica, desempleo en niveles acotados e inflación en el rango de la meta), todavía no se ha concretado dicha suba.

Fue el contexto internacional el que llevó a la FED a postergar el alza. A excepción de EE.UU., las principales economías del mundo están atravesando diversas dificultades: Europa continúa sin repuntar, China afronta una desaceleración y tuvo que devaluar su moneda para contrarrestar la caída de sus exportaciones, y Japón entró formalmente en recesión.

Tanto la debilidad de la economía global como la volatilidad de los mercados financieros primaron por sobre el contexto interno. Por tal motivo, ante el temor de que una menor demanda mundial presionara a la baja la inflación de EE.UU. y afectara el crecimiento, la FED optó por postergar el proceso de ajuste.

La debilidad de la economía mundial y la volatilidad financiera postergan la suba

Tras la Gran Depresión de 1929 (en el que el PBI de EE.UU. se desplomó casi 30%), la economía norteamericana debió afrontar lo que se conoció como la “Gran recesión” producto de las hipotecas sub-prime que derivó en una crisis financiera en 2008. Esta recesión redundó en una contracción de la actividad superior al 4%, donde la tasa de desempleo llegó a alcanzar 10,1% a fines de 2009 (la mayor tasa de desocupación desde 1983).

Para sacar a flote a la economía norteamericana se implementó un mega paquete de estímulos, tanto monetarios como fiscales con el fin de resguardar los principales objetivos de la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED): garantizar el pleno empleo y mantener la estabilidad de precios. Una vez alcanzados, la FED comenzaría a retirarlos gradualmente.

Gracias a la sucesión de los Quantitative Easing I, II y III (compra de bonos del Tesoro, hipotecas y deuda de los bancos) que implicó una masiva inyección de dinero en la economía, la baja de las tasas de interés a niveles mínimos y los incentivos y devoluciones tributarias, EE.UU. lentamente y con esfuerzo comenzó a levantarse.

Si bien en 2010 el PBI se recuperó (2,5%), el mercado laboral volvió a niveles pre-crisis recién a fines de 2014, cuando la tasa de desocupación rozó el 6%.

Con claras señales de mejora económica recién a fines del año pasado, la FED anunció el retiro gradual de los estímulos monetarios y una eventual suba de tasas de interés para 2015. Más aún, la buena performance de la economía norteamericana a lo largo de este año reforzó la percepción de que se acercaba el momento de comenzar a subir las tasas.

Por caso, recientemente el Bureau of Labor Statistics publicó que en octubre la tasa de desempleo de EE.UU. fue de 5% (alcanzando un mínimo desde abril de 2008), lo cual lo ubica en niveles cercanos a la tasa natural estimada para la economía norteamericana. Esto se tradujo en la mejora del consumo, que en los primeros nueve meses del año trepó 3,3% i.a. (cuando en el período 2010-2014 creció 2% promedio por año)

Asimismo, pese a que el nivel general de precios de EE.UU no muestra incrementos, la inflación subyacente (que excluye precios de alimentos y energías afectados negativamente por la caída de las cotizaciones de las commodities) está cercana a la meta del 2% anual establecido en el doble mandato (junto con el objetivo de pleno empleo) de la FED.

De modo que, si la economía nortemercana está dando claras señales de fortaleza, la pregunta a dilucida es por qué la FED aún no concretó la tan anunciada suba de tasas de interés de referencia.

El motivo principal por el cual se estaría postergando dicha suba es debido a los problemas que presenta la economía global y la elevada volatilidad y aversión al riesgo en los mercados financieros.

Dados los recientes acontecimientos económicos y financieros a nivel mundial, una suba de tasas por parte de la FED podría frenar la actividad de EE.UU., ejerciendo una mayor presión a la baja de la inflación en el corto plazo (que para finales de 2015 se estima que roce 1% anual) y complicando su perfil de vencimientos de deuda. Dentro de las principales preocupaciones para EE.UU. se encuentran China, Japón y la Unión Europea.

En el caso de China, la segunda economía mundial está atravesando un proceso de desaceleración de su actividad. La caída de las exportaciones chinas producto de la pérdida de competitividad relativa a sus vecinos (el salario medio chino creció considerablemente en los últimos años) sumado a la volatilidad en las bolsas locales motivó en parte la reciente devaluación del Yuan. Esto no sólo generó una mayor incertidumbre en los mercados de créditos sino también una economía menos dinámica que acota la demanda de commodities.

Por su parte, la economía de Japón parece no reflotar a pesar de haber implementado el mayor programa de estímulos fiscales y monetarios de su historia: entre 2001 y 2014 apenas creció 0,7% promedio anual. Asimismo, recientemente la economía nipona entró formalmente en recesión técnica por quinta vez desde el estallido de la crisis financiera internacional de fines de 2008. En este caso, la mayor volatilidad en el mercado de capitales, el freno de China y la magra performance del crecimiento mundial impidió que la inversión en Japón se dinamice, lo cual genera un círculo vicioso.

Finalmente, en cuanto a Europa, más allá de su pobre desempeño producto de las crisis que atraviesan ciertos países de la Unión como Grecia, España o Portugal, las economías centrales también tiene obstáculos para crecer. Por caso, Alemania verifica una desaceleración de su economía producto en la menor demanda de sus exportaciones provenientes del gigante asiático y otros países desarrollados, y una menor inversión producto de la incertidumbre financiera.

La tasa eventualmente va a subir, lo bueno es que será en cámara lenta  

En síntesis, el contexto internacional desfavorable no sólo preocupa a los países emergentes. Por el contrario, la primera economía del mundo también responde con cautela ante la volatilidad financiera, la desaceleración del crecimiento mundial y del comercio internacional.

En este sentido es que la FED pretende pisar sobre terreno firme, esperando que el contexto internacional se estabilice para no poner riesgo lo ganado en materia económica con una suba apresurada de su tasa de interés de referencia (que tarde o temprano llegará).

Por tal motivo es que si bien las probabilidades de subir tasas en el próximo comité de la FED en diciembre crecieron en el último mes (pasaron de 50% a 65%), nada está dicho aún. De cualquier manera, si la suba de tasas no ocurre en 2015, difícilmente termine el año próximo sin novedades en este sentido.

De aquí en adelante, esto será algo que el mundo (y principalmente los países emergentes) deberá internalizar en términos de influjo de capitales financieros. No obstante, vale aclarar que la suba de tasas prevista no será abrupta. Por el contrario, el gradualismo primará a la hora de tornar más restrictiva la política monetaria norteamericana.

Esto significa que, más tarde o más temprano y de manera gradual, estaremos abandonando el paradigma de tasas de interés mínimas en la principal economía del mundo.

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