Desafíos de la nueva política comercial

Redacción Fortuna

ISE 1070

Desde comienzos de 2012, con la implementación de las Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación (DJAI), las regulaciones sobre el comercio exterior se fueron extremando a tal punto que, en cambio de fomentar la producción interna, terminaron generando trabas sobre el crecimiento económico. Con el cambio de gobierno a mediados de diciembre también hubo un giro en la política comercial, casualmente hacia un esquema de mayor apertura.

Ya el fallo de la Organización de la Mundial de Comercio (OMC) había fijado el vencimiento de las DJAI para fin del año pasado y la primera medida de la nueva administración fue la eliminación de la totalidad de las restricciones que operaron sobre el mercado cambiario (en los últimos meses del kirchnerismo los controles vinieron más por el lado de los pagos autorizados por el Banco Central que desde la Secretaría de Comercio).

Como reemplazo a estos controles se impuso actualmente el Sistema Integral de Monitoreo de Importaciones (SIMI). Conforme al nuevo esquema, una vez presentada la información relativa a la operación con el exterior la autorización deberá realizarse en un lapso no superior a los 10 días, de modo que el principal objetivo es imprimir mayor previsibilidad respecto del sistema que prevaleció en los últimos años.

Complementariamente, para realizar la compra los importadores debe completarse el trámite de Licencias Automáticas de Importación (LAI), de las cuales 1.439 posiciones arancelarias quedaron excluidas y se colocaron bajo el régimen de Licencias No Automáticas (LNA). Más allá de su definición formal (exigen el cumplimiento de certificaciones de carácter técnico y pueden demorarse hasta 60 días para su aprobación), el objetivo detrás de las mismas es proteger la producción local por sobre las mercancías internacionales.

Frente a este nuevo esquema de importaciones, el interrogante que surge es hacia dónde se dirige la política comercial. Sin demasiados detalles de parte de las autoridades acerca de los lineamientos generales, un análisis sobre lo ocurrido en los primeros meses del año con las compras al exterior permite echar algo de luz sobre la situación actual, así como entender los desafíos que enfrenta el nuevo gobierno.

Ganadores y perdedores del nuevo esquema comercial

Lo primero que debe mencionarse para entender la nueva política comercial es que, a diferencia de lo ocurrido desde 2011, la restricción externa no representa un problema en la actualidad. En el corto plazo tendrá lugar la entrada de divisas por la salida de la cosecha gruesa, a lo que se sumarán las de los préstamos financieros (e inversiones extranjeras con mayor suerte) en la segunda mitad del año.

En este sentido, las compras al exterior ya no se frenan en pos de evitar la erogación de divisas. De hecho, si bien en valores las importaciones cayeron en el primer trimestre del año (-3% i.a.), las cantidades aumentaron 10% i.a. durante este período. En este contexto en que la disponibilidad de divisas no luce como un problema, la administración del comercio se vuelve sumamente relevante y la lógica proteccionista toma mayor relevancia. Por este motivo no resulta fútil preguntarse cuáles son los sectores beneficiados por el nuevo esquema de Licencias No Automáticas (LNA).

Por ejemplo, dentro de este sistema sobresalen partidas tales como productos textiles, con una participación en torno del 95% de las LNA sobre el total importado, maquinaria agrícola con 85%, neumáticos, motos y autopartes con un 80% en el primer caso y un 50% en los dos últimos, etc. Así, gran parte de estos rubros están asociados a sectores que emplean más trabajadores en relación a su producción.

En el otro extremo se encuentran aquellos sectores donde el grado de integración local es reducido, la capacidad de agregar valor es menor por la escala de producción necesaria, o bien se trata de ramas que presentan una mayor competitividad a nivel internacional. Por caso, los productos asociados al rubro de alimentos y bebidas, así como agroquímicos no sufrieron limitaciones a su importación, al mismo tiempo que prácticamente ningún vehículo está alcanzado por LNA. Por su parte, en productos electrónicos menos de un 10% se encuentra incluido dentro de este régimen.

Más allá del diseño, la pregunta que surge naturalmente es si en la práctica se observa realmente un trato diferencial entre aquellos sectores protegidos y los que no lo están: efectivamente, los datos al primer trimestre del año confirman al mismo. Si bien como se mencionó el valor de las importaciones cayó en los primeros meses del año, la reducción fue mucho más importante en las posiciones arancelarias con LNA: a la par que las partidas no protegidas cayeron 2% i.a. en el primer trimestre (incluso la entrada de productos electrónicos y vehículos que se mencionaban anteriormente crecieron en torno a un 35% i.a.), aquellas bajo LNA descendieron 10% i.a. en el período.

Sin embargo, es necesario aclarar que el comportamiento intersectorial dentro de aquellos sectores con LNA no fue homogéneo. Por caso, las compras de autopartes mostraron una caída del 18% i.a. en el acumulado entre enero y marzo de este año, al igual que neumáticos y maquinaria agrícola, que se redujeron 3% i.a. y 10% i.a., respectivamente. En contraposición, las compras de indumentaria (+25% i.a.), calzado (+10% i.a.) y motos (+12% i.a.) mostraron una expansión durante los tres primeros meses del año.

De esta manera, aunque en el agregado las LNA se mostraron como una barrera paraarancelaria, en tanto los productos importados alcanzados por las mismas cayeron por sobre el promedio, dentro de cada sector la preocupación frente a la apertura comercial continúa estando presente. Y este fenómeno toma mayor relevancia cuando se observa la situación del mercado cambiario.

La devaluación de fin del año pasado encareció relativamente las mercancías del exterior, brindando cierta protección a aquellas producidas localmente. Sin embargo, la suba nominal del tipo de cambio estuvo parcialmente compensada con el aumento de los precios internos, tendencia que se profundizó en los últimos meses. Así, de acuerdo a las estimaciones del Banco Central, el tipo de cambio real multilateral ya retornó a niveles semejantes de comienzos de 2014, ubicándose casi 70% por debajo del promedio de 2004-2010 (años en que la cuenta corriente fue superavitaria).

Más aún, el tipo de cambio real no es una variable objetivo del Banco Central. Incluso, la principal meta de la autoridad monetaria es reducir la tasa de inflación, de modo que considerando el efecto positivo que tendría sobre la estabilidad del nivel de precios, la apertura comercial podría ser utilizada como una herramienta antiinflacionaria de parte del gobierno. Justamente, en este marco algunos sectores se comprometieron ante el gobierno a no subir los precios (resignar rentabilidad) siempre que se mantuviera el control sobre los productos ingresados del exterior.

En particular, la situación de la industria es la más comprometida ante esta situación, porque se trata de sectores de menor competitividad a nivel internacional. Ante una demanda externa en caída (por la crisis de Brasil), es necesario que el gasto interno (también en proceso de recuperación) se dirija hacia la producción local y no a la compra de productos importados. Por ello, el monitoreo de la evolución de las LNA en adelante resultará clave para determinar la capacidad de crecimiento de la oferta interna en los próximos meses.

Una política comercial orientada al desarrollo

La política comercial es una herramienta de suma importante para fomentar sectores que fomenten el crecimiento de la producción local y la creación de nuevos puestos, eviten los cuellos de botellas y reduzcan la vulnerabilidad de la economía ante la caída de los precios internacionales de los commodities.

Pero para obtener dicho resultado, la protección comercial debe estimular el incremento de la inversión productiva para tornar más eficientes los procesos de producción, y no caer en la formación de sectores crecidos al calor de la protección del gobierno que, cuando se liberalizan las condiciones de mercado, se ven imposibilitadas de sobrevivir a la competencia internacional.

Los procesos productivos en nuestro país no son ni mejores ni peores que los de otros países per se, sino que dependen de las reglas de juego que se les impongan. Procesos que alienten la inversión, generen nichos de mercado y, principalmente, sean sostenidos y sostenibles en un mediano plazo son los únicos capaces de acercarnos al círculo virtuoso de inversiones productivas y crecimiento económico que tan deseable sería acceder.

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