El misterio en la puerta de casa: por qué el “Mystery Box” será el fraude a combatir en 2026

El fraude evoluciona constantemente. El Mystery Box no es una amenaza masiva hoy, pero sí un aviso del tipo de engaños que crecerán en los próximos años.

Javier Bartaburu*

El ecosistema digital avanza a una velocidad que no siempre viene acompañada del mismo nivel de madurez en prevención. Después de ver miles de entregas por mes— vengo observando una tendencia que ya dejó de ser marginal: un nuevo formato de engaño que intenta imitar la dinámica del ecommerce. Es lo que muchos empiezan a llamar Mystery Box.

No es un fraude tradicional ni una mera estafa online. Es un intento de aprovechar la rutina de la entrega física para generar confusión y provocar acciones impulsivas por parte del consumidor. La maniobra no se sostiene por su sofisticación, sino por su apariencia de normalidad.

Durante meses circuló la idea de que la logística es un “canal vulnerable”. Pero esa afirmación desconoce la realidad del sector: la logística formal es justamente la que trabaja para blindar procesos, aumentar trazabilidad y reducir cualquier espacio de duda para el consumidor.

El problema nunca es un elemento aislado —como un QR, un sticker o un código. El problema es cualquier solicitud de pago o acción que aparezca fuera de los canales oficiales de la marca o plataforma. No pagues cargos adicionales no informados previamente al recibir un paquete.

La debilidad no está en la tecnología, sino en la manipulación de la confianza del usuario.

Sin entrar en especificaciones que puedan resultar contraproducentes, la estafa se apoya en algo básico: provocar que la persona realice un paso que no corresponde. Puede presentarse como una entrega, una regularización o un trámite pendiente. Cambia la estética, no el objetivo.

Lo importante es esto: si alguien intenta cobrar, pedir datos o derivarte a un canal no oficial, no forma parte de un proceso legítimo.

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Un caso posible

 Laura es compradora habitual en plataformas online. Durante el año dejó sus datos en múltiples formularios de compra, registros y promociones. Por eso, cuando días después recibe un mensaje sobre una supuesta “entrega pendiente”, el aviso se diluye entre la rutina de pedidos que ya forma parte de su vida. Sin pensarlo demasiado, acepta hacer un pequeño pago para “destrabar” el envío. Solo más tarde, al revisar su cuenta, descubre movimientos que no corresponden.

La logística formal nunca intervino en ese proceso. La maniobra se apoyó en la saturación de información y en la sensación de urgencia.

El engaño funciona porque, para la mayoría, una entrega ya es parte de la rutina. Y la rutina reduce las alarmas.
Por eso, el desafío no es generar miedo, sino generar claridad:

Una entrega real jamás te pedirá acciones fuera de sus canales oficiales.
Una entrega real jamás improvisa cobros.
Una entrega real siempre puede ser verificada.

 En Argentina se mueven millones de paquetes por mes. La logística es más que transporte: es la infraestructura que sostiene la confianza del comercio electrónico. Cuando un fraude intenta copiar la estética de una entrega, no está atacando a la logística: está intentando aprovechar la reputación que la logística construyó durante años.

Por eso, el sector está fortaleciendo:

• la verificación de identidades operativas,
• los controles de procesos,
• la trazabilidad de cada movimiento,
• la claridad comunicacional hacia el consumidor.

La logística profesional no es el eslabón débil:
es la barrera que los estafadores intentan imitar porque no pueden vulnerar.

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Cinco claves para consumidores

  1. No aceptes entregas que no esperás.
  2. No pagues cargos adicionales al recibir un paquete. Las empresas formales no hacen recaudaciones improvisadas.
  3. No uses canales no oficiales, sean links, QR, teléfonos o chats.
  4. Verificá siempre el seguimiento desde la web o la app oficial.
  5. Si algo no coincide, rechazá y reportá. El reporte ayuda a cortar el circuito.

Para empresas y operadores logísticos el desafío es doble:

• Blindar procesos, para que ninguna instancia operativa pueda ser usada como excusa o pretexto por terceros.
• Educar al cliente, explicando claramente cómo es —y cómo no es— una entrega legítima.

La seguridad no es solo digital ni solo física: es operativa, cultural y comunicacional.

El Mystery Box no es una amenaza masiva hoy, pero sí un aviso del tipo de engaños que crecerán en los próximos años.
El fraude evoluciona constantemente. Nuestros procesos y nuestra educación como consumidores tienen que evolucionar más rápido.

La caja puede ser un misterio. Nuestra reacción no debería serlo.

*Gerente de Operaciones en Fixy Logística