Bailaba tango en el Tortoni, fue a España por el 2001 y los "indignados" la salvaron

Graciela Demoro vive con su hija en Mallorca. Por la crisis, no pudo pagar el alquiler. Es la primera argentina que recibe ayuda de los jóvenes de Puerta del Sol.

Redacción Fortuna

Por Alejandro Zajac *

Bailaba tango en el Café Tortoni y en otros ilustres reductos porteños antes del estallido de 2001. La crisis hizo que metiera sus vestidos arrabaleros en la valija y se marchara rumbo a España. Con su talento, Graciela Demoro logró establecerse con éxito en Palma de Mallorca. Pero la suerte se volvió grela, como dice el tango Yira yira. “Gano algo más de 400 euros por mes en un trabajo precario, y en esa situación ya no puedo pagar el alquiler”, se sincera ante PERFIL.

El jueves pasado, esta artista y su hija de ocho años zafaron del desalojo ordenado por la Justicia mallorquina. El salvataje fue por obra de los indignados, que impidieron el paso de cualquier autoridad hasta el departamento donde reside desde hace seis años.

Los acampados del Movimiento 15M, nacido en la Puerta del Sol de Madrid, encontraron un nuevo rol en su lucha social. Durante esta semana evitaron al menos tres intentos de desalojo. El de Graciela fue uno de ellos y el primero donde salvaron a una familia argentina. Demoro participa desde el comienzo en las protestas de la Plaza España en Mallorca. “Cuando los chicos se enteraron de mi situación, decidieron movilizarse para parar que me quedara en la calle”, relata a este diario.

Esta porteña de Mataderos no es una de las tantas personas que dejaron de pagar una hipoteca. Su caso es diferente. Detrás del expediente judicial no hay un banco multinacional con sus colmillos afilados. La demanda la impulsa el Instituto Balear de la Vivienda (Ibavi), quien alquila inmuebles que son propiedad del Estado a precios reducidos. “Una cosa en un desalojo de un departamento de un particular y otra cosa es uno de protección oficial”, explica Demarco. “No hay alguien perjudicado por el alquiler que yo adeudo. Eran de gente que murió y que, como no había herederos, se los quedó el Estado”, se indigna. En la misma línea opina Lionel Bechara, unos de los organizadores de la exitosa movida antidesalojos: “Roza la estupidez humana que un Estado se ocupe de perjudicar a los más débiles”.

El Café Tortoni, la Catedral del Tango, el centro Torcuato Tasso son algunos de los lugares donde Graciela dibujó ochos con sus zapatos, después de haber empezado a dar clases en 1996. Compartió escenario con la orquesta de Beba Pugliese, los Borquez, y paseó su talento por buena parte de España y Noruega. El gobierno de las Islas Baleares, el mismo que hoy la quiere echar de su casa, patrocinó muchas de sus actuaciones. “Es una contradicción, pero es así”, dice resignada.

Todo el apoyo recibido por Demarco no es casualidad: en Mallorca participó en distintas asociaciones de ayuda al inmigrante. “Siempre ayudó a los que recién llegaban de Sudamérica, Africa, de todos lados, por eso también hoy están ayudándola a ella”, suelta Alex Carrasco, de la ONG Federación Sur.

“Cuando me notifican de la fecha del juicio, también me ponen la fecha de desahucio”, recuerda Graciela, que reconoce no pagar el alquiler desde mediados del año pasado. Antes de que el juez fallara en su contra ya se conocía el desalojo. “El sistema tiene todas las herramientas para ponerse en contra nuestra”, reflexiona.

La niña de Graciela puede estar tranquila. Su madre es una persona con determinación y con mucha fuerza. Hoy se gana la vida en otra de sus facetas además de bailarina, mediadora cultural y coreógrafa: da clases de Pilates en un centro cultural. Cuando la llaman, hace lo que mejor sabe: bailar tango. Su arte debería alcanzarle para cubrir las necesidades de su familia monoparental. Mientras no se den esas condiciones, el 15M no la dejará sola.

*Desde Madrid. Especial para Diario Perfil

21/6/2011

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