El default y la turbulencia con el dólar provocarían un retroceso de hasta 3% en la actividad económica. Sin ingreso de divisas, no habrá recuperación hasta 2016.
La crisis de la deuda por el fallo adverso en Nueva York. Los problemas en Brasil. El retroceso del precio de la soja. Los renovados temblores por el dólar y el descenso de las reservas del Banco Central. La caída del salario real. El cóctel de la crisis 2014 llegó a las planillas de los analistas, que ajustaron a la baja los pronósticos de evolución del Producto Bruto Interno para 2014. En realidad, auguran más recesión de la que pensaban: de proyecciones cercanas al -1,5%, la mayoría ve ahora una disminución que oscila entre el 2 y el 3%. Pero los cambios más drásticos en las predicciones se trasladan al año de la transición política. Ya nadie se anima a apostar por un rebote. Según cómo afinen el lápiz, el default ya trazó una casi segura contracción para 2015.
“Los riesgos de que la situación se complique mucho a largo plazo han aumentado fuertemente”, asegura Camilo Tiscornia de C&T Asesores Económicos. “Si se alarga el default, la recesión se extenderá el año que viene”, vaticina. Pero si no ocurriera, tampoco hay motivos para descorchar champán. Un acuerdo ayudaría a un rebote de apenas 0,3%.
Juan Luis Bour de FIEL afirma que la consultora ya preveía una menor actividad para 2015 pero que esperaba una caída “suave” si el Gobierno conseguía financiamiento que permitiera tender un puente a 2016. “Ese puente ya está en duda, y la recesión el año que viene puede llegar a 2,3%”, aventura.
El escenario de estabilización que esperaban en junio se esfumó. Los economistas ven actualmente la persistencia de una foto con desequilibrios: deterioro fiscal y de cuenta corriente —financiada con emisión— pérdida de reservas, inflación y desajustes de precios relativos. En este contexto, las variable se resienten con fuerza: el consumo cedió 9,4% según el propio Indec, la inversión bajó a menos del 20% del PBI y la desocupación dio un pequeño salto.
Arrastre. Hay coincidencia en que el segundo semestre de este año va a terminar siendo muy “malo” —con una caída superior al 2,5% en todos los pronósticos— y que esto condiciona las perspectivas del primer trimestre del año que viene. La fuerte caída en la industria ya contagió a la construcción y al comercio. Y la amenaza de que los números negativos se trasladen al agro —que había tenido un buen primer semestre— es cada vez más fuerte.
También pronostican volatilidad financiera y cambiaria, con el actual nivel de las tasas y correcciones menores del tipo de cambio. La opinión generalizada es que el Banco Central va a mantener la política de ajustes moderados, con un dólar que a fin de año estaría cerca de los $ 9,5. La inflación —que oscilaría entre 37% y 42%— no se movería demasiado si las presiones cambiarias se mantienen en sus cauces.
La situación de la soja —confirman los especialistas— con precios internacionales por debajo de los US$ 400, y la declarada desaceleración de Brasil suman ingredientes tóxicos para lo que queda del 2014 y para todo el año que viene. “Hoy queda mucho más nublada la visión para el 2015”, explica Lorenzo Sigaut Gravina de Ecolatina. “El objetivo era conseguir dólares para la reactivación y está en duda de que esto se logre el año que viene si persiste la idea de prolongar el default”.
En este mismo sentido, Marina Dal Poggetto, del Estudio Bein insiste en que se perdió “la agenda del crédito”. La economista explica que con una mochila de US$ 13.000 millones de vencimientos, si no se no se acuerda con los fondos buitre y no se consiguen dólares, el año que viene la contracción puede superar el 2,5%. “Es muy delicada la situación de las reservas, en un escenario de default”, asegura, por su parte, Eric Ritondale de Econviews. “Por eso, sin opciones de financiamiento es muy difícil pensar ahora en mejorar el nivel de actividad”.
Espejos. Hay consenso de que el escenario tiene reminiscencias del 2009. Sin embargo, la disminución de 2014 se revela más progresiva que la de aquel entonces. Y, además, pareciera ser más prolongada. Las cifras del Indec, aseguran que después de estancarse 0,1% en 2009, la economía creció 9,1% al año siguiente. La salida fue más rápida porque, según los economistas, la crisis de 2014 es “autogenerada” y la de hace cinco años devino de factores exógenos: la crisis financiera internacional y la sequía del campo.
Tampoco estamos en los albores del 2001, aclaran. La situación no es tan “explosiva”. Aunque algunos economistas se animan a comparar una situación de recesión y de distorsiones similares al último tramo del Gobierno de Carlos Menem. “La herencia del kirchnerismo puede hacerse muy pesada”, asegura Sigaut Gravina. “Se puede volver a dar una transición con un esquema que ya parece agotado”, añade.
Por Florencia Barreiro | Publicada en la Edición Impresa de Diario PERFIL.