China recibe a CFK con ajuste y caída del crecimiento

Por Leandro Dario | El PBI del gigante asiático registró su nivel más bajo en 25 años. Xi Jinping busca bajar la inflación y crear diez millones de empleos. La seguridad y EE.UU., sus otros retos.

Redacción Fortuna

Cuando Cristina Fernández de Kirchner llegue el martes a Beijing en busca de yuanes, encontrará una China con su crecimiento más bajo del último cuarto de siglo. Si bien su Producto Bruto Interno se engrosa año a año y es la envidia de cualquier país del mundo, en 2014 creció 7,4%, bastante menos que en 2010, cuando registró 14,2%. Pese a que su economía aún es pujante, el gigante asiático, preocupado por el desarrollo del mercado interno y la inflación, parece haber dejado atrás las célebres tasas chinas y emprendido un proceso de desaceleración de su vertiginoso ascenso.

“Cuando asumió Xi Jinping, uno de los diagnósticos era que la economía había crecido muy rápidamente, de manera desordenada e irracional. Debía haber una política de ajuste interno fuerte, mediante la cual contener las presiones inflacionarias y la burbuja inmobiliaria. Más que buscar altas tasas, había que priorizar la calidad del crecimiento”, explicó a PERFIL Sergio Cesarín, investigador del Conicet y profesor de la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Según declaró en conferencia de prensa el director de la Oficina Nacional de Estadísticas (NBS) china, Ma Jiantang, el menor crecimiento en 2014 se debió al “complicado y volátil entorno internacional y la intensa tarea de mantener el desarrollo doméstico, las reformas y la estabilidad”.

El nuevo modelo de desarrollo se focaliza en aumentar la capacidad adquisitiva y la calidad de vida de los consumidores. Una de las preocupaciones centrales del Partido Comunista Chino es aplacar el descontento social. Por eso, en 2015, el Ejecutivo pretende crear 10 millones de empleos –según anunció el premier Li Keqiang–, bajar los niveles de polución y reforzar la lucha contra la corrupción.

Mariano Turzi, director del Programa de Asia Pacífico de la Universidad Di Tella, sostiene que hay una “transición de una fase de alto crecimiento a una de crecimiento sostenible y desarrollo inclusivo”. Sin embargo, el profesor de Relaciones Internacionales no cree que eso dañe el vínculo comercial con la Argentina. “La naturaleza de las commodities agrícolas que China compra a la Argentina hace que los escenarios de corto y mediano plazo sean relativamente buenos. Una reducción de la demanda china no será tan drástica en temas alimentarios”, afirmó.

Otros desafíos. Beijing también enfrenta decenas de retos geopolíticos y comerciales. Entre ellos, la creación de nuevos organismos internacionales mediante los cuales busca extender su influencia en Asia y competir por el liderazgo internacional con los Estados Unidos. El Programa “One Belt One Road” -que busca crear una nueva Ruta de la Seda- y el Banco de Desarrollo de Infraestructura Asiática son algunas de las iniciativas con las que aspira a crear un orden internacional propio, para proveer asistencia financiera a otros países a cambio de obediencia política y mayor seguridad. Desde que Barack Obama reformuló la política exterior de Estados Unidos en Asia –asignando más recursos diplomáticos y militares–, China se siente amenazada. “El escenario de seguridad en Asia es el principal desafío, dada la intensificación de competencia por recursos escasos. Hay en un aumento de las disputas territoriales. También hay competencia por la arquitectura comercial de la región con EE.UU.”, agregó Turzi.

Pese a la caída del crecimiento y los retos en su agenda exterior, China apuesta por multiplicar su peso en la comunidad internacional. Con ese objetivo, recibió ayer al premier francés Manuel Valls. El martes será el turno de CFK, quien buscará la ayuda financiera de un Dragón Rojo en pleno proceso de ajuste.

Críticas por los DD.HH. China fue señalada esta semana por la ONG Human Rights Watch por violaciones a los derechos humanos. En su informe anual de 2014, la organización cuestionó la violencia y persecución contra la etnia uigur, población de religión musulmana acusada por Beijing por perpetrar violentos atentados en el país.

Además, HRW también cuestionó el veto de Beijing y Moscú en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que impidió una salida a la guerra civil en Siria. “Es una situación que puede beneficiar al presidente Bashar al-Assad, dispuesto a presentarse como la única alternativa viable al terrorismo”, sostuvo Sarah Leah Whitson, directora ejecutiva de la ONG para Oriente Medio y el Norte de Africa.

China también es acusada por violaciones a los derechos humanos de los seguidores del Falun Gong y del Dalai Lama.

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