Los costos invisibles del fallo de la Corte en materia de tarifas

Por Gustavo Lazzari | El daño está hecho. La corrupción mata y la gratuidad corrompe. Hoy compramos otras cinco décadas de decadencia.

Redacción Fortuna

En cualquier economía los algunos beneficios son muy visibles: Una ruta nueva, un puente, una fábrica, son cosas que se ven. Otros son menos visibles, por el ejemplo el incremento de valor al haber menos accidentes de tránsito producto de una inversión bien hecha en autopistas.

Por el lado de los costos, hay pocos costos visibles. La gente percibe como costo sólo los billetes que entrega a cambio en una transacción, entonces dice: "qué caro me costó hoy el supermercado!" o cosas por el estilo.

Por suerte el cerebro piensa mejor de lo que creemos y en rigor lo que siempre evaluamos aún sin darnos cuenta es "el costo de oportunidad". Tal cosa nos parece caro o barato en función de lo que hubiéramos hecho con ese dinero en otras circunstancias.

Pero hay costos que son invisibles y otros que son tan difíciles de percibir como incalculables. Un costo "invisible" es aquello que no se ve por haber hecho una determinada acción. Cuando un gobierno nos muestra en la cara una bicisenda o un mausoleo para un presidente fallecido lo que no vemos es todo lo que se hubiera hecho si ese dinero se hubiera dedicado a otra cosa. Aplaudimos lo que vemos pero no sufrimos lo que no vemos. (Ver Bastiat, "Lo que se ve y lo que no se ve").

Un costo imperceptible o incalculable es lo que hoy hizo La Corte Suprema de Justicia respecto a la cuestión tarifas. Tomó una decisión demagógica de control de precios y desigualdad ante la ley. Una aberración mayor aberrante que la otra.

A raíz de esta decisión, lo que no vamos a saber nunca, es cuántas personas con propensión a invertir hoy están pensando por ejemplo en:

 "¿No será una tontería y un riesgo poner el dinero en un país que tiene que discutir en la Corte y en el Congreso que el gas es un recurso escaso?"

 "¿ Cómo voy a poner una fábrica o un emprendimiento en un país donde la Corte en lugar de buscar corruptos, analiza facturas de gas?"

 "¿Si hoy controlan el precio de la luz, mañana no controlarán el precio de mi producto?"

"¿Cómo voy a invertir en un país donde la Corte Suprema dice qué vale para unos individuos (empresas) no vale para otros (domicilios)?, ¿Y la igualdad ante la ley?"

"¿Qué seguridad tengo que mañana no declaren mi producto como "estratégico y de interés público" y tenga que ir a Talcahuano y Lavalle a pedir permiso para actualizar mi lista de precios?"

"Hay 220 países en el mundo. 220 Cortes Supremas. ¿No será mejor invertir el capital en otro lugar más seguro, donde la Corte vele por el respeto de los individuales antes que intentar controlar precios ?"

El daño está hecho. La corrupción mata y la gratuidad corrompe. Hoy compramos otras cinco décadas de decadencia.

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Por Gustavo Lazzari,  economista y colaborador de Libertad y Progreso.

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