Por Juan J. Llach* /Lejos de una recesión en Estados Unidos, el escenario económico mundial previsto para el 2019 es más que favorable.
No son pocos los economistas que el año pasado pronosticaron, para 2019, una recesión en Estados Unidos con impactos globales. Algunos de ellos se han llamado a silencio. Aquí nunca vimos tal cosa, y seguimos sin verla. Sí, es bastante probable una desaceleración del crecimiento global, tal como prevé el FMI en su actualización de proyecciones del mes pasado.
Para la economía mundial el FMI hizo un leve recorte de 0.2%. Las regiones más castigadas fueron la del euro (-0.3%) y América Latina (-0.4%). Se atribuye la mejora de las expectativas a dos factores, parejamente relevantes.
El primero fue el cambio de orientación de la FED en enero. Previamente, en diciembre, bajo presión del presidente Trump, ella se vio obligada a autoafirmarse, subiendo si tasa de política monetaria y diciendo qué incrementos adicionales eran compatibles con la baja inflación y el máximo empleo posibles. Luego, y pese a la recuperación de los mercados desde Navidad, en su reunión de fines de enero la FED mantuvo la tasa y, más importante, dijo que no se apurará a definir las tasas de interés compatibles con la baja inflación y el máximo empleo.
El segundo factor que mejoró las perspectivas de la economía global fue el de las crecientes señales de acuerdo comercial China-EE.UU., aunque todavía está lejos un acuerdo más sólido.
Por cierto, tanto si la inflación en los Estados Unidos se acelera y la FED vuelve a su política vigente hasta diciembre aumentando las tasas, como si China y Estados Unidos no llegan a un acuerdo sólido, aunque no sea "para siempre", los mercados reaccionará negativamente.
Mientras tanto. el festejo continúa, con altibajos. Esto ha beneficiado a los mercados emergentes, compensando en parte la pérdida desde enero de 2018. Por ello, hay todavía un margen de baja de riesgo país y de suba de los activos de los países emergentes, incluido Argentina. Todo condicionado a que la inflación en EE.UU. no suba por arriba del 2% y a que China y Estados Unidos logren un acuerdo comercial relevante.
En una perspectiva de mediano plazo, ninguno de los desastres pronosticados cuando la elección de Trump se ha cumplido . Se suponía entonces que la política fiscal expansiva del nuevo presidente aumentaría la inflación en los EE.UU., que la FED subiría más rápidamente las tasas, que el dólar se apreciaría y, como consecuencia, que las commodities caerían. Nada de ello ha ocurrido.
Para no exagerar con el optimismo es importante tener en cuenta que todo este edificio se apoya en la baja inflación en Estados Unidos y que esta tiene más chances de subir que de bajar. Por eso, una desaceleración suave en ese país sería lo mejor que puede pasarle a la economía global y a los países emergentes. Tal es el escenario que consideramos más probable, algo no tan malo para la Argentina en un año electoral.
*Ex secretario de Programación Económica de la Nación