“Hay que cobrar impuestos a los empresarios, no a su trabajo"

Por Hernán Dobry /El dueño de la textil TN Platex advierte sobre la carga impositiva que sufren las compañías.

Redacción Fortuna

“Los impuestos tienen que ir en la cabeza del empresario y no sobre la empresa o su trabajo. El ingreso está mal distribuido en el mundo, pero peor lo está la riqueza”, afirma el Teddy Karagozian, CEO de TN & Platex, la mayor hilandera del país.

Si bien esto parecería ir en línea con la idea del kirchnerismo de cobrar un impuesto a las personas más ricas del país, lo es parcialmente, ya que el presidente de la fundación Pro-Tejer, que nuclea a las compañías de la cadena algodonera, sostiene que esa medida debe ir acompañada de una restructuración total del sistema impositivo, que reduzca la cantidad de tasas que se cobran en los municipios, provincias y nación y los cambien por unos locales.

“El cobrarles impuestos a los empresarios y no a su trabajo hace que los productos bajen un 75% del precio”, sostiene y se pregunta cuántas veces tendrá chocarse la Argentina “con la misma piedra” para darse cuenta de que “el problema no está en el gasto sino en la producción”, según declaró en una entrevista concedida al programa “Voces y memorias”, que se emite por Eco Medios AM 1220.

Incluso, señala que el sistema impositivo local ha llevado a las compañías a desviar su foco de atención y a dedicarse a ser una especie agentes encargados de cobrar tasas nacionales, provinciales y hasta sindicales a sus clientes, en lugar de pensar en cómo producir más.

“Cuando Arcor, Molinos pierden dinero siendo los que más saben en cómo producir, alguien tiene que tomar nota de que algo está funcionando mal – resalta--. Nunca pensé en esos años que tendría que hacer el papel de recaudador de impuestos para el Rey Arturo. Hoy, me convertí más que en empresario, en recaudador de impuestos para mantener un estado elefantiásico”.

Muchas de estas ideas, las publicó en su libro “La decisión política que elimina la inflación y la pobreza y cambia nuestro futuro” y se las ha entregado a funcionarios de la actual y la anterior gestión. Todos lo escuchan, pero ninguno parece mostrarse interesado en cambiar el sistema.

“Cuando les propongo cambiar la forma de cobrar impuestos en el país a los funcionarios nacionales, me dicen que las provincias no querrían y cuando lo hablo a nivel provincial, me dicen que no quiere Nación – explica--. Los argentinos no somos más corruptos e imbéciles que el resto del mundo, sino que tenemos un sistema que promueve el comportamiento corrupto y una imbecilidad colectiva”.

Karagozian sostiene que todos los gobiernos les piden esfuerzos a las empresas, especialmente en los malos momentos, pero después las asfixian a impuestos, lo que lleva a muchas de ellas a la quiebra o a que sus dueños se cansen y terminen vendiéndolas.

“Cuando dicen: ‘Hay que poner el hombro’, las empresas no tenemos hombros. Son entidades jurídicas que ganan o pierden dinero y, para rendir frutos, deben tener ganancias – resalta -. Me cansa luchar contra los molinos de viento que me dicen que no soy necesario y después tenemos que venir los no necesarios a salvar a los que se fumaron la guita”.

Si bien nunca pensó en vender su compañía, señala que pasó de ser la textil más grande del hemisferio sur y a la mayor de la Argentina, porque tuvieron que achicarse a la mitad. Esto se debió a la inestabilidad en la economía local y a los cambios constantes en las reglas del juego en el país, que lo llevaron a afrontar “ocho crisis, una más dura que la otra, en los cuarenta años” que lleva como su CEO.

“En otras partes del mundo, los empresarios están pensando en nuevos productos y consumidores y, en la Argentina, pasamos el 70-80% del tiempo preocupándonos de dónde va a salir el dinero, cómo pagamos los sueldos, si el dólar va a subir, si van a poner nuevos impuestos. Me gustaría poder hacer menos y dedicarme más a ver cómo ser más productivo y nuevos productos”.

Por eso, Karagozian destaca que esta es una de las principales razones que ha llevado a muchos empresarios locales a vender sus compañías y a sacar su dinero del país, en lugar de pensar en nuevos proyectos o producir más.

“La Argentina cada vez tiene menos empresarios porque muchos terminan fundiéndose y eso es algo que debe cambiar –concluye--. El empresario que se va podrido del país, no vuelve. Por eso, a los que quedamos localmente no tenemos que echarlos”.

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