Los Reyes del Efectivo explican por qué se resisten a aceptar tarjetas de débito

Comerciantes minoristas alejados de la “modernidad” de los medios de pago afirman que se resisten al blanqueo electrónico por la presión impositiva. Intentan cuidar su rentabilidad.

Redacción Fortuna

Por Matias Barberia y Pia Carbonaro Storino *

La evasión, la informalidad laboral y las comisiones de los servicios de pago electrónico atentan contra una rápida reducción del uso del dinero en efectivo. Quiosqueros, comerciantes, dueños de autoservicios y consumidores coinciden en que, en la actualidad, es virtualmente imposible manejarse exclusivamente con dinero electrónico, como lo propugnan las campañas de bancos y Gobierno para salir del atolladero de la falta de billetes provocada por la inflación y la imprevisión.

Casi el 36% de los trabajadores argentinos percibe sus salarios en negro. Obviamente, lo hacen en efectivo contante y sonante. Y la presión tributaria que alcanza el 40% del PBI genera incentivos para la evasión fiscal y contribuye a que una buena parte de la economía dependa de grandes cantidades de papel moneda.

Es en este contexto que en las últimas semanas explotó la crisis de escasez de billetes, fogoneada por una combinación de crecimiento económico, alta inflación y falta de inversión en la Casa de Moneda. En respuesta a ello, el Gobierno busca desincentivar el uso de dinero de papel.

La Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) y el Banco Central informaron que trabajan en conjunto para fomentar, u obligar por vía regulatoria, la instalación de terminales lectoras de tarjetas de débito en todos los comercios del país. El intento, sin embargo, choca con las costumbres y necesidades actuales de buena parte de la economía.

Sólo cash

En la feria La Salada de Lomas de Zamora, el único medio de pago es el dinero en efectivo. Informalidad, costos elevados de los medios de pago electrónicos y un universo de clientes que en su mayoría perciben salarios en negro hacen que los plásticos directamente no existan. “Si no hay efectivo, no hay forma de que funcione La Salada”, comentó Enrique Antequera, que dirige la feria Urkupiña, la más antigua de las cuatro de La Salada.

“Nos encantaría bancarizarnos; a los feriantes que producen las prendas y las venden en las feria les serviría para tomar créditos, pagar más fácil y no cargar efectivo en medio de tanta inseguridad”, argumentó Antequera. “Pero lo cierto es que para las miles de familias que trabajan acá, bancarizarse significa dejar el 40% de su trabajo en impuestos y hoy ganan lo justo para vivir y seguir produciendo”, argumentó.

Según Antequera, ni siquiera Urkupiña SA, empresa que él maneja, logra bancarizarse a pesar de ser agente de percepción y retención de impuestos. La firma va de moratoria impositiva en moratoria impositiva y “la DGI pone demasiadas trabas burocráticas”. Antequera mueve unos $800.000 mensuales, todos ellos en efectivo, por el alquiler que los 1.200 feriantes le pagan a la empresa.

Eduardo Medaglia es vicepresidente de la UKRA (Unión Kiosqueros de la República Argentina) y admite que en su vida cotidiana siempre prefiere el uso de plásticos. Sin embargo, asegura que introducir medios de pago electrónicos en los kioscos es antieconómico.

Según Medaglia, al dejar de manejar efectivo no tendrán más opción que recurrir a cheques para pagarles a los proveedores. Así, el impuesto al cheque se comería su rentabilidad. “Además, el 3% de comisión que cobran por el Posnet es demasiado alto para nuestros márgenes, que son del 6%”, concluyó.

Verano

En Pinamar, la falta de efectivo parece haberse aplacado. Los cajeros tienen dinero y los carteles de “sólo efectivo” ya quedan en pocos negocios. El sistema Posnet, además, está bastante generalizado. Sin embargo, los locales de comidas rápidas y quioscos son los que más se resisten a aceptar tarjetas de crédito y débito. “Ya lo tuvimos pero no podemos bancarlo”, explicó Irma, comerciante de una galería.

* De la redacción de Diario Perfil.