El director del BCRA que tuvo a cargo terminar con los controles al dólar dice que aún hay restricciones. La inflación, la meta central.
Desde el inicio del gobierno macrista, Demian Reidel ocupó un rol clave en el Banco Central, al punto que como director del organismo estuvo a cargo de ejecutar la apertura del cepo cambiario. Proveniente de una familia argentina de clase media, fue a la escuela pública, el Normal de Quilmes, para romper luego con el dogma familiar de ser abogado, profesión que ejerce casi toda su familia. Su historial académico señala que estudió ingeniería electrónica en La Plata, luego se licenció en física en el Instituto Balseiro, que recuerda como una de las etapas más interesantes de su formación. Las firmas Integrated Finance Limited y QFR Capital Management entre 2005 y 2012 marcaron su cambio hacia la economía. Un máster en matemática financiera y un doctorado en economía en Harvard completaron su curriculum.
Reidel llegó al Central de la mano de Federico Sturzenegger, quien fue su profesor en la Universidad de San Andrés en 1996. Desde entonces tienen una relación de amistad y profesional, pero fue durante el acto de cierre de campaña de Mauricio Macri en Humahuaca el año pasado, cuando el presidente del Banco Central le habló de la posibilidad de que integre el equipo financiero.
—Se le adjudicó el éxito del levantamiento del cepo cambiario. ¿Fue así? ¿Cuáles serán los próximos pasos?
—Fue un trabajo en conjunto, pero sí me tocó junto al equipo diseñar el plan posterior “por si algo falla”, pero en estas cosas la credibilidad y la voluntad política son la clave, y si no hubieran creído en los funcionarios podría haber sido otro el desenlace. Y aún no podemos decir que el cepo se levantó totalmente, hay una serie de restricciones que siguen vigentes en la órbita del BCRA. Creo que los próximos meses vamos a seguir trabajando en cambios en ese sentido. El objetivo principal es mantener la estabilidad de los precios y todo debe estar coordinado en función de las metas de inflación.
—¿Cómo llegó al Central y por qué aceptó el cargo?
—Llegué convocado por Sturzenegger, fue mi profesor en 1996, pero además siempre seguimos en contacto desde lo profesional y también en lo personal. Tenemos una gran amistad. No acepté el cargo por eso, siento que es un desafío enorme, soy argentino y tengo toda mi familia acá, volvía siempre de viaje y estuve al tanto de todo lo que pasaba. Nunca milité ni formé parte del PRO, pero estoy de acuerdo con las medidas que se están tomando. Con Prat-Gay nos conocemos de cuando ambos trabajábamos en bancos privados y creo que está tomando buenas decisiones, pero no fui convocado por él. A Macri lo vi en una o dos situaciones y compartí el viaje a Davos junto a Sturzenegger en enero.
—¿Hay una relación cercana del Banco Central con los bancos?
—No creo que seamos amigos de los bancos. Yo hoy estoy en el Central, eso lo tengo muy en claro y ya hemos dado pasos concretos como en las exigencias para la publicación de las tasas que cobran en sus sitios, y los pedidos de aumento de comisiones que los bancos cobran a sus clientes serán analizados.
—¿Cómo es la convivencia con los directores que quedaron de la era Vanoli?
—Es bueno que haya pluralidad de voces, hay opiniones que en el ámbito del que vengo no las hubiera escuchado. Todos dan su punto de vista.