El creador de Microsoft es un ávido lector, le gustan mucho las hamburguesas y lava los platos. Su día habitual con una fortuna de u$s 90.000 millones.
¿Cómo es la vida de alguien que tiene una fortuna de u$s 90.000 millones? La imaginación pasa por lujos, excentricidades, excesos. Pero no, no todos son así. Por ejemplo, en el caso de Bill Gates, fundador de Microsoft, el segundo hombre más rico del mundo, con activos por la cifra antes mencionada, no entra dentro de lo que la gente supone que hacen los milmillonarios. Claro que no es austero ni mucho menos, pero es más normal de lo podría ser.
Bill Gates se levanta todas las mañana en su enorme mansión frente al mar en Medina, Washington. Según su esposa Melinda desayuna su cereal favorito, Cocoa Puffs, o directamente no come nada. Sí lee los principales diarios, como The New York Times, The Economist y The Wall Street journal.
Tampoco deja de lado la actividad física. Corre en su cinta mientras ve videos de la serie Great Courses de la Teaching Company o hace algunos cursos online como OpenCourseware o Academic Earth, según informa el portal megaricos.com. A veces prefiere jugar al tenis en lugar de hacer running.
Planea su día con precisión. Desde que dejó la jefatura de Microsoft, en 2008, se dedica de lleno a la Fundación Bill y Melida Gates y a The Giving Pledge, otra organización que él mismo creó.
Almuerza sus comidas preferidas, en especial hamburguesas.
Por la tarde, si no tiene algún compromiso, se dedica a a otra de sus pasiones: leer. Es un ávido lector y en su mansión hay varios espacios específicos para dedicarse a la lectura.
Un detalle de su casa: fue construida en siete años a un costo de u$s 63 millones, le puso de nombre Xanadú 2.0 y su estilo es Pacific Lodge. Trabajaron 300 empleados, de los que cien eran electricistas que instalaron un estimado de 84 kilómetros de fibra óptica. Hoy esta residencia está valuada en u$s 155 millones.
Gates también pasa mucho tiempo con sus hijos y, luego de cenar, él mismo se encarga de lavar los platos como una forma de relajarse antes de ir a la cama. Siempre calcula los horarios para dormir siete horas todos los días.