El populismo fracasará, pero la duda es cuando

Por Harold James / ¿Cuáles son los motivos por los que no funciona? ¿Por qué no se puede comparar con América Latina?

Redacción Fortuna

Pocas veces a la economía populista le ha ido tan bien. La economía estadounidense ruge, la bolsa se dispara y el proteccionismo de la administración Trump aparentemente ha tenido un impacto insignificante en el crecimiento. La máxima de Trump de que “las guerras comerciales son buenas” inclusive parece estar sentando bien a nivel político, confundiendo a algunos de sus críticos. Todavía insisten en que los aranceles no son deseables en general, pero ahora admiten que este tipo de medidas podrían ser apropiadas y útiles para bloquear el ascenso de China.

Un paisaje similar ha surgido en Europa, donde el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, y el líder de facto de Polonia, Jarosław Kaczyski, están atravesando un buen momento gracias al pleno empleo y la escasez de mano de obra. En estas condiciones, uno de los argumentos más fuertes de los populistas es señalar que todas las advertencias de la elite globalista, los cosmopolitas de Davos, lo neoliberales y los multimillonarios sobre los peligros de la economía populista eran puros inventos.

Pero, por supuesto, es sólo una cuestión de cuándo llegará el ajuste de cuentas económico, no de si se producirá o no. El populismo no tiene que ver solo con promesas de darle más a más gente; pero, sin esas promesas, todos los elementos culturales del populismo parecerían caducos y reaccionarios. Y ni a los reaccionarios les gusta la política reaccionaria si los lastima en la billetera. En Estados Unidos, el factor decisivo en las elecciones parlamentarias de mitad de mandato en este mes dependerá de si el entusiasmo sobre el estado de la economía es lo suficientemente fuerte como para compensar la desaprobación generalizada del estilo personal y la retórica divisiva, sexista y racista de Trump. Sin embargo, es precisamente en torno a esta cuestión donde se desmorona la sabiduría convencional.

Lee también: Diez razones para una crisis financiera en 2020

Los economistas que estudian el populismo extraen lecciones de América latina, donde los episodios pasados de un exceso de promesas nacionalista han derivado rápidamente en gigantescos déficits fiscales que no se podían financiar. El problema es que la experiencia latinoamericana no es universal. Los mercados de bonos no son tan predecibles como muchos parecen creer; tampoco se puede confiar en ellos como una máxima fuente de disciplina.

Si el populismo tuviera un avatar, sería El Coyote, el personaje inmortal de dibujos animados que, en su persecución inútil del Correcaminos, siempre corre hasta el borde de los acantilados sin detenerse, suspendido por la lógica de su propia creencia. Finalmente, se da cuenta de que no hay piso bajo sus pies y cae. Pero eso nunca sucede de inmediato.

*Profesor de Princeton University.

Copyright: Project Syndicate, 2018