Una economía fría que calienta las elecciones

Por Gustavo García / Qué prevén los especialistas para la economía en 2019. Tasas, dólar y la relación de Argentina con Brasil y el mundo.

Redacción Fortuna

El 2019 asoma brumoso en términos económicos. Una pesada cortina de incertidumbre lo cubre casi todo en materia de proyecciones, aunque los economistas coinciden en trazar para el año que viene una hoja de ruta que contempla la estabilidad cambiaria, una leve baja de la inflación, altas tasas y una actividad económica que, aunque despuntará en contados sectores, permanecerá planchada.

Las variables, aunque no deslumbrantes, parecen ir acomodándose sobre la marcha, justo a tiempo como para generar un escenario de cierta calma cuando lleguen las elecciones presidenciales, en el mes de octubre. Claro está, la Argentina es un albur. Hace exactamente un año los expertos más audaces consultados por Fortuna vislumbraban un dólar a $ 21 para diciembre de 2018, y ya sabemos lo que ocurrió. Todas las previsiones pueden volverse cenizas en un fogonazo.

Por lo pronto, el panorama económico de cara al año que viene tiene como base la necesidad de consolidar la estabilidad cambiaria. El Gobierno lo está haciendo, aunque para lograrlo pague el alto precio de la recesión. Recién cuando logre esto comenzará a ocuparse de la actividad económica.

Los economistas, a diferencia de lo que pensaban hace apenas un puñado de meses, ya no proyectan un 2019 bajo cero. Habrá para algunos sectores algo así como una tibia primavera, un florecer pese a todo que no servirá para terminar de darle impulso a la economía en general. Pero, ya se sabe, peor es nada.

“Lo que vemos para 2019 es que el Gobierno apuntará a que el dólar se mueva por detrás de las paritarias, para que se pueda producir una recuperación de los salarios y una mejora del consumo interno”, le explica a esta revista Federico Furiase, director del estudio EcoGo.

Y agrega: “Para lograr esto deberá contar con tres fuentes de financiamiento: las exportaciones, que las tendrá por la mejora en competitividad del tipo de cambio y porque se espera una muy buena cosecha; el dinero del Fondo Monetario Internacional, que también lo tendrá; y los dólares que le pueda acercar el mercado para apaciguar el tipo de cambio. El objetivo, en un año electoral, es lograr que se recuperen los salarios frente a la inflación. El Gobierno tiene nafta ahora para financiar el atraso cambiario”.

Un punto clave en el esquema de contención cambiaria y combate contra la inflación es la tasa de interés. Una medicación de alto impacto que no puede tomarse por un tiempo prolongado, so riesgo de muerte. En este sentido Furiase ensaya algo parecido al optimismo: “El Banco Central logrará ir bajando las tasas de manera paulatina siempre y cuando se moderen las expectativas de inflación y devaluación”.

A los argumentos económicos también vale ponerle cifras. “En definitiva, vemos que las paritarias se negociarán en torno al 35%, contra una inflación del 32% y un dólar moviéndose en el orden del 25%”.

ACTIVIDAD. Con todo el esfuerzo puesto en mantener el dólar a raya con altas tasas de interés, al Gobierno no le queda mayor margen para plasmar políticas de crecimiento y desarrollo, dos palabras que parecen ausentes en el actual evangelio de Cambiemos.

“Será un año con dificultades, que además tiene dentro el calendario electoral y la necesidad de cumplir con el acuerdo firmado con el FMI. En general la actividad seguirá enfriándose, no logrará repuntar. Pensamos que el PBI sufrirá en 2019 una retracción del 1%”, destaca Fabio Rodríguez, socio de MyR Asociados.

“Habrá una gran heterogeneidad en términos de actividad. La economía arrancará en el segundo trimestre impulsada por el rendimiento del sector agropecuario, pero también acompañarán Energía, con una buena producción, y el turismo, que se ha vuelto más competitivo a partir del salto en el tipo de cambio”, agrega el economista.

El 2019 volverá a ser, como este año que ya se va, el escenario de políticas de estabilización y contención. Nada parecido al crecimiento consolidado. Según Rodríguez, “el Gobierno no tiene la capacidad para crear otro tipo de plan, su objetivo es evitar una crisis de balance de pagos. Por eso no vemos que la tasa vaya a bajar mucho más allá del 35 o 40%, algo que ayuda en el frente inflacionario, pero no al sector productivo”.

El campo, dejada atrás la sequía, volverá a ser el gran generador de ingresos. Según un informe del Ieral de la Fundación Mediterránea, “en base a una producción esperada de 53 millones de toneladas y un determinado set de precios internacionales, se estima que el complejo sojero podría aportar un flujo de divisas neto de u$s 16.100 millones en 2019, con una recuperación de casi u$s 5.000 millones. Por cuestiones estacionales de producción y demanda externa, los dólares de la nueva campaña se adelantarían a los de la vieja recién a partir de abril de 2019”.

En términos de PBI no será un año grandioso ni mucho menos. Será cuestión de contar porotos y guardarlos bien guardados. “La recesión consumió capital político y el Gobierno intentará recuperarlo el año próximo –sostiene Federico Furiase-. Lo que proyectamos es una recuperación de la economía por trimestres, que por el arrastre de casi 4 puntos negativos del 2018 no dará positivo al final del año. Trimestralmente evaluamos que habrá un crecimiento de alrededor del 0,3%, impulsado por el campo. Pero eso no alcanzará para tener cifras positivas. La recuperación, sin embargo, será rápida por el gran aporte del sector agropecuario. Tal vez en otros rubros esa misma recuperación sea más lenta”.

A Fabio Rodríguez le gusta graficar esta situación apelando a la imagen de que la Argentina no tendrá grandes motores que la impulsen, sino apenas “motorcitos” que la mantendrán discretamente a flote. “La economía repuntará un poco, pero sobre todo desde lo estadístico. No será algo que se sienta en la calle, que la gente advierta en sus bolsillos”, aclara.

Desde el análisis queda claro que el Gobierno no tendrá en 2019, un año de tensión política por las elecciones presidenciales, el tridente en el que se ha hecho usualmente fuerte: crédito fluido, obras públicas y dólar planchado.

“Ahora no se da ninguna de esas tres. No hay crédito para nadie, mucho menos para el sector productivo; la obra pública caerá 35 puntos en términos reales, según marca el proyecto de presupuesto, y lo que pase con el dólar es pura incertidumbre. Entonces a la economía solo le quedarán algunos motorcitos que no podrán impulsar nada importante”, enfatiza Rodríguez.

EL MUNDO. Aún si el Gobierno lo hiciera todo bien y los agentes económicos respondieran de manera previsible, queda claro que la economía argentina no se nutre solamente de factores endógenos. El mundo también cuenta y a veces nos da sorpresas.

En la agenda internacional son varios los puntos que el Gobierno tiene marcados con rojo. Todos afectarán a la Argentina de manera directa. El principal, tal vez, sea el rumbo que seguirá Brasil en materia de política económica una vez que asuma su nuevo presidente, Jair Bolsonaro. El futuro del Mercosur está en veremos.

Tal como explica el economista Gustavo Segré a Fortuna, “Bolsonaro propone abrir a Brasil al mundo y propicia acuerdos bilaterales. Lo que me lleva a pensar que va a proponer volver al Mercosur para una zona de libre comercio o destruirlo. Esto último no me parece viable, pienso que intentará volver a que el bloque sea una zona de libre comercio. Hoy el Mercosur es una Unión Aduanera y por ello no es posible que los socios negocien individualmente. O negocian acuerdos en bloque o no negocian con nadie. Retrotraer el Mercosur a una Zona de Libre Comercio posibilitaría la independencia en la negociación de cada país con terceros, sin perder los beneficios comerciales firmados intrabloque”.

El analista internacional Jorge Castro tiene, en cambio, una visión más mesurada: “En cuanto a las relaciones diplomáticas y comerciales con la Argentina, no vislumbro cambio alguno. Lo que no hay es ningún tipo de respaldo por parte de Bolsonaro al Mercosur. Pero hay un acuerdo completo de la prioridad que tiene la Argentina. Hay que ver más de cerca la cosa. Bolsonaro representa la visión del Ejército brasileño, donde Argentina tiene una prioridad estratégica en la región”.

El mundo se presenta inestable y la Argentina deberá también atenerse a las consecuencias del plan de suba de tasas diseñado por la Reserva Federal de los Estados Unidos, que en su búsqueda por combatir la inflación en la Unión termina por encarecer la deuda externa de nuestro país.

“Las condiciones que imponga la Reserva Federal en el mercado de deuda será clave no para el sector público argentino, que ya tiene garantizado el financiamiento, sino para ver si es posible que el sector privado y las provincias puedan volver a colocar deuda en la plaza internacional. Eso sería muy importante”, aclara Fabio Rodríguez.

Para que esto ocurra será relevante también que Argentina logre bajar su riesgo país, hoy por encima de los 600 puntos básicos. Ningún inversor de peso con proyectos a mediano y largo plazo moverá su capital hasta que el riesgo no caiga a 300 unidades, aseguran los expertos. Allí hay una dificultad de ardua resolución.

“Lo que vemos más difícil es que se logre bajar el Riesgo País, y eso se debe a factores externos e internos –resalta Furiase-. A nivel internacional el panorama puede traer complicaciones a partir de la suba de tasas de la Reserva Federal, mientras que en el plano local las elecciones presidenciales siempre son un factor que genera incertidumbre”.

El primer cuatrimestre de la gestión Bolsonaro, la suba de tasas de la Reserva Federal y la tensión comercial entre Estados Unidos y China serán condicionamientos que la Argentina deberá saber capear para llegar a buen puerto.

Si la estabilidad cambiaria se consolida, primer objetivo de la gestión Macri, el Gobierno arribará a las elecciones presidenciales de octubre 2019 con Pax Cambiaria e inflación en baja, pero con la actividad económica andando a tientas y las consecuencias del ajuste en el bolsillo familiar. Qué resultado electoral puede parir esta combinación de factores es algo que ni el más osado de los analistas se atreve a pronosticar.