Los empresarios salen, al fin, a la cancha

Por Gustavo García y Ceferino Reato /Daniel Funes de Rioja, asumió el rol de Chair del B20 y articula a los empresarios más importantes del país.

Redacción Fortuna

Con sordina, los equipos de trabajo del B20 pulen el borrador de lo que será el documento final a presentarse en noviembre ante los Gobiernos integrantes del G20. Se trata, ni más ni menos, que de un cuidado diseño de sugerencias de políticas económicas y sociales a ponerse en práctica a mediano y largo plazo.

Es la primera vez que los empresarios llevan adelante una expresión de clase que supera los intereses estrictamente sectoriales. A la cabeza de esta misión está Daniel Funes de Rioja, designado Chair del B20, además de ser vicepresidente 2ª de la UIA y titular de la Copal (Coordinadora de las industrias de productos alimenticios).

Fortuna: ¿Cuál es la ventaja para Argentina de participar en el foro del B20?

Funes de Rioja: Uno tiene que recordar cómo comenzó todo esto. Había un G20 desde el ’99, pero era de ministros de Economía. El nuevo G20 tomó forma en el 2008 y 2009 cuando se dieron cuenta de que entrábamos en una crisis fenomenal por la burbuja financiera, que iba a tener un impacto muy grande en la economía real desde el punto de vista del crecimiento, la inversión y el empleo. Entonces deciden articularlo a nivel de jefes de Estado y de Gobierno. Es un mecanismo informal, no es institucional. No tiene reglas, tiene prácticas, pero tiene un peso político relevante. Los organismos multilaterales se acoplan a este proceso que tiene la raíz en el G7, su ampliación para llegar al 80% del producto bruto del mundo, y desde ahí, irradiar efectos de decisión política que no son mandatorios pero marcan una tendencia muy clara. Si uno mira la salida de la crisis del 2008, claramente estuvo influenciada por esto y atenuada en sus efectos por esta realidad.

Fortuna: El crecimiento de la organización fue notable.

Funes de Rioja: A partir de ahí toma continuidad y empieza a adquirir cuerpo y sobre todo mayor participación de ciertos actores no estatales. Al primero que llaman es al sindicalismo, por la crisis de empleo que iba a haber. Pero rápidamente, en Washington, llaman al sector empresarial. Y se va convirtiendo en un grupo de afinidad más, pero fue el que más creció. Para dar un ejemplo, en el 2014 en Australia hubo 300 empresarios; en Turquía, 500 participantes; en Alemania, 800; y nosotros tenemos más de 1.200 inscriptos. Entre las reglas no escritas está que la participación del país organizador no debería exceder entre un 20 y un 30%. Hay un 27% de participación de mujeres y un 34% de empresas medianas y pequeñas.

Fortuna: ¿Cuáles son los factores que impulsan una participación mucho más activa en la Argentina?

Funes de Rioja: En primer lugar, que hicimos este proceso de aprendizaje para aprender nosotros, pero también para transmitir confianza. En segundo lugar, que le dimos una gran apertura con una temática que tenía congruencia, no inventamos la pólvora. Se conformó la agenda más gravitante que había sobre la mesa. Alemania insistía en el tema género y en digitalización. También hay un gran interés en Macri. Y en tercer lugar, los cimbronazos de la situación internacional que fueron apareciendo.

Fortuna: ¿Cómo se paran ante este nuevo escenario? ¿Esperan cambios en las reglas de juego comerciales?

Funes de Rioja: En septiembre del año pasado estábamos en la Organización Mundial de Comercio y Miguel Acevedo me invita a una reunión. Allí me dice: nosotros vamos a ir a la reunión ministerial de diciembre, es muy difícil el escenario en el mundo comercial, van a haber hostilidades claras y tenemos que defender los mecanismos multilaterales y tenemos que evitar que se rompa. Debemos usar el G20 como mecanismo de transición porque mucho no va a pasar. Lo que tenemos que lograr es generar una transición hacia el futuro. Este mensaje lo tomamos muy en cuenta. Estoy convencido del multilateralismo. El unilateralismo es para los grandes o para los suicidas. Finalmente el mundo multilateral es el que le permite a uno establecer reglas de juego estables y tener una voz.

Fortuna: ¿Y cómo se ubica Argentina en este contexto? 

Funes de Rioja: Argentina fue un actor pasivo. Primero porque no creía en la globalización,  en la mundialización, pero esto es un proceso, ya es un hecho. El tema no es si hay mundialización, el tema a discutir es si es justa y razonable o no. En lo personal fui convalidando la idea de una globalización justa donde teníamos que participar porque aspiramos a ser país desarrollado. El tema es a qué aspira un país. Para ser desarrollados tenemos que ser un país industrializado. Hay que tener una base industrial que genere y permita agregar valor.

Fortuna: Esto se da la mano con el potencial argentino, ya que el agro apunta a la industrialización.

Funes de Rioja: La primera ola de reclutamiento fue post Alemania, hubo interés de muchos protagonistas por participar. Le pedimos a los alemanes que vinieran a Buenos Aires y en la Cancillería hicimos el traspaso del mando y yo fui nombrado Chair del B20 y el Grupo de los Seis es mi co Chair, y actuamos en perfecta armonía. Lo primero que hay que decir es que en el B20 estamos trabajando en equipo. Argentina si quiere entrar en el mundo, tiene que entrar con las reglas de juego internacionales. Con la voz argentina, pero las reglas de juego globales. Uno puede ser muy original solo si es Dalí.

Fortuna: Los países desarrollados, como Alemania, tienen una agenda superadora. ¿Los temas que presenta Argentina son mucho más concretos?

Funes de Rioja: Pero en esa línea, la del desarrollo. Si tengo que ver un país desarrollado en el mundo, de alta productividad y muy fuerte cohesión social, independientemente de otros problemas que pueda tener Europa, ese es Alemania. Es el país menos dañado por la crisis del 2008 y 2009. Hay un diálogo social y político muy maduro. Desde el punto de vista metodológico y organizativo hay dos hitos importantes en la construcción del G20 y en el rol que tomó el B20: Australia, donde hubo una participación modesta, y Alemania desde el punto de vista de la metodología.

Fortuna: ¿Temen un retroceso hacia el proteccionismo a escala global?

Funes de Rioja: Las políticas disruptivas van en contrario con la armonización de políticas en el G20. Por ende a mí no me llama la atención que hayamos tenido una tercera ola de incorporación de empresas, hay más de 1.200 para este foro del B20. Esa comunidad empresaria internacional está preocupada por estas disrupciones que en definitiva le quitan previsibilidad al mundo.

Fortuna: Cada vez que hay un cimbronazo, los empresarios se agrupan, suman más adeptos.

Funes de Rioja: Por lo visto sí. Los cimbronazos desde el punto de vista comercial o financiero llevan a la necesidad de buscar un piso común de políticas que le den previsibilidad y estabilidad al mundo. En definitiva se trata de esto. La Argentina tomó las agendas de los últimos eventos y se preguntó: ¿vamos a inventar algo? Hay temas que son clásicos y ya vienen siendo transitados, y hay que profundizarlos, como la transparencia. Hay que darle seriedad a ese tema, y la región tiene problemas con esto. Otro tema que es transversal, comprende a todos, es pequeña empresa. No estamos haciendo prácticas imaginarias, estamos elaborando documentos y conclusiones para influir en la decisión de los 20. Esto será para noviembre, y no solamente para que quede una frase linda que nos refleje. Queremos dejar normas, valores y legados que sean muy claros. No sólo para el gran empresariado, sino para las pymes.

Fortuna: Metodológicamente, el grupo discute, intercambia puntos de vista. ¿Para octubre estará listo el documento?

Funes de Rioja: En octubre tiene que estar listo porque tenemos 30 días para discutirlo con el Gobierno y ver qué es lo que va y qué no.

Fortuna: ¿El Gobierno puede bajarles un tema, que no sea presentado en noviembre durante la Cumbre?

Funes de Rioja: No. Nos puede decir ‘no le tomo ninguna de las recomendaciones’ o ‘le tomo todas’. Igualmente, no sólo vamos a hacer fuerza desde acá. Además de estas recomendaciones, hemos ido testeando los temas.

Fortuna: Trabajan sobre temas prácticos como la alimentación. Luego tienen que difundirlo.

Funes de Rioja: Por eso creamos un foro de líderes nacionales. Este no puede ser sólo un problema de elites empresariales. Esto tiene que llegar abajo. Por eso fuimos a Rosario, luego a Salta, Córdoba, donde hubo 800 empresarios reunidos para discutir esto. Estamos convencidos de que si la globalización no entra en el empresario común y en la gente común, no hay posibilidad para Argentina de entrar al mundo. Tenemos un lugar en el G20, tenemos una voz. Argentina puso un tema sobre la mesa, que es futuro alimentario sustentable. Y nosotros lo que hicimos fue decir que para discutir esto tiene que involucrarse al sector primario y al sector industrial. Acá hay que agregar valor. No es que no vayamos a exportar más commodities, pero si les podemos agregar valor, mucho mejor.

Fortuna: ¿Es difícil la tarea de bajarle al empresario un mensaje superador cuando está chapoteando en el barro, tratando de salir adelante?

Funes de Rioja: Desde que yo nací estamos chapoteando en el barro. Lo que me encantaría sería que la Argentina no siguiera chapoteando en el barro, que no tuviera el 25 o 30% de pobreza, no tuviera el 35% de informalidad laboral, tuviéramos competitividad, una productividad seria, un Estado eficiente, moderno. A mí esto no me cambia el escenario. Sólo haciendo todos los deberes uno evita todas estas oscilaciones como país. Esto es como cuando una persona está débil, entonces lo agarra un viento y se lo lleva.

Fortuna: ¿La idea es cómo aprovechar la globalización desde el punto de vista y el protagonismo del empresario?

Funes de Rioja: Sí, es así. El primer aspecto a decir es que nunca tuvimos el espacio que la iniciativa privada tiene en cualquier país desarrollado. Esto nos da un espacio para tenerlo. Históricamente o se negó la participación de la iniciativa privada o se hizo un manejo coyuntural. Sin proyectos de mediano o largo plazo.

Fortuna: Es como si por primera vez los empresarios tomaran consciencia de la responsabilidad que tienen como clase.

Funes de Rioja: Grupalmente. Quizás sería muy injusto decir que no hay gente responsable. Yo soy el menos importante de toda esta gente, yo sólo articulo. Soy un articulador de gente que es imposible pensar que tenga el tiempo que está dedicando para hacer esto. El tiempo y el esfuerzo económico, porque es una iniciativa puramente privada. Se constituyó un fideicomiso en el Banco de Valores, no tocamos un peso, lo administra el fideicomiso. Hay una excecutive sherpa, Carolina Castro, que es la administradora. Alquilamos unas oficinas dentro de  la Unión Industrial Argentina. Yo no soy funcionario público y estoy absolutamente ad honorem. Lo hago porque estoy convencido.

Fortuna: ¿Se cuestiona el rol del Estado desde el sector privado?

Funes de Rioja: El rol del Estado para que sea un buen Estado. Tenemos una oportunidad fantástica. Acá tenemos un Estado elefantiásico o ausente. A nosotros eso no nos interesa. Viniendo de la industria de la alimentación puedo decir que necesitamos un Estado muy eficiente, un Senasa, una defensa de la competencia. Esto para exportar y para importar. Que no nos pongan barreras por cualquier cosa. Esto va a todos los planos, incluida la Justicia. Sin una Justicia rápida y eficiente no hay seguridad jurídica. Todo esto requiere de un Estado que no sea bobo. ¿Qué son estas recomendaciones? Son recomendaciones estructurales de mediano y largo plazo. Ahora hay que tomarlas e implementarlas, con un seguimiento. Porque no es solamente hacer poesía. Sino que haya posibilidad de implementación, por lo tanto tienen que ser concretas y susceptibles de seguimiento. Ver qué hicieron los del G20 con todas estas cosas. ¿Es fructífero o sólo musicalmente agradable escucharlo? Esto se tiene que transformar en políticas de Estado. Por ejemplo, el comercio sufre un gran problema de unilateralismo y la OMC necesita reforzarse y aggiornarse, pero es una entidad necesaria.

Fortuna: Otro de los ejes planteados por Argentina es el del financiamiento de obras de infraestructura.

Funes de Rioja: En este punto el núcleo es que el sector privado tiene que asociarse a la obra pública también a través del financiamiento. La Participación Público Privada no se da sólo en la Argentina, sino en el mundo como un mecanismo que aparece para financiar. Si hablamos de economía digital, la digitalización va a estar en todos lados. La industria 4.0 ya está en la Argentina a través de la industria automotriz y tiene que ir hacia otros sectores. En energía, hablamos de energías limpias. Ese es un gran desafío para la Argentina. En alimentación vemos que se inventan muchas barreras para arancelarias para nuestros productos. En segundo lugar, que el potencial hay que desarrollarlo al máximo y para eso debemos tener capacidad de producción, capacidad de industrialización y de exportación. En educación, con este sistema educativo no generamos empleo. Pero lo más grave es lo siguiente: las empresas no traen tecnología porque no hay mano de obra calificada, entonces la ponen en otro país que la tenga. Y el operario argentino que se preparó para eso migra. Formamos los recursos y migran, y no entra la tecnología que necesitamos para un país que tiene vocación industrialista.

Fortuna: ¿Se está dando ese debate en el Gobierno?

Funes de Rioja: Lo están dando los gobiernos y lo estamos dando nosotros. Y nosotros tenemos que convencer a nuestro gobierno de que esto tenga carne en las conclusiones. En cuanto al rol de la pequeña empresa, genera entre el 60 y el 90% del empleo en el mundo. Argentina, además y por la deformación del Estado, tiene un exceso de 1 millón de empleados públicos. Ahora, ¿dónde van a ir? Van a tener que ir a esas pequeñas empresas a las que hay que hacerlas formar parte de las cadenas de valor, transparentes, sustentables. Para esto hay que generar el puente entre educación y empleo, entre la sociedad y la empresa. Hoy no hay una valoración positiva de la iniciativa privada. El G20 es un vehículo, y la influencia del B20 es clave porque se ha convertido en el grupo más importante y tenemos que hacer oír nuestra voz.

Fortuna: ¿Usted cree que el resultado de los distintos grupos de trabaja podrá traducirse en recomendaciones concretas para el Gobierno, como por ejemplo pautar niveles máximos de tributación en cada uno de los niveles del Estado?

Funes de Rioja: El tema fiscal no está, no lo pusieron en la agenda. Por ende, no lo podemos poner nosotros. Lo hemos planteado a nivel nacional. Lo que sí está es cuál es el entorno favorable para crear empresas y empleo. Un Estado eficiente, un ordenamiento legal que genere seguridad jurídica, con un esquema de  independencia de poderes, que es algo central. Además, una continuidad de políticas de Estado, respeto a la iniciativa privada, obviamente a los derechos humanos, un sistema tributario que sea un aliciente a la inversión.

Fortuna: La educación es fundamental.

Funes de Rioja: La educación es clave porque pienso que en la Argentina hay que hacer una revolución educativa, no una evolución. La Argentina es un país con una práctica de anomia fenomenal producto de nuestra heteroculturalidad. Yo puedo cambiar 18.000 leyes y no las respeta nadie, y seguimos igual. Todavía quedan muchos resabios corporativos. Creo que la digitalización de la economía y esta nueva forma de comunicación están generando nuevos modos de vinculación entre el trabajador y la empresa. Robert Reich, quien fue ministro de Trabajo de Bill Clinton, decía que la seguridad de un empleo no está en la indemnización, está en las habilidades. De alguna manera estaba anticipando esto que se viene. El trabajador con capacidades es un capital y hay que defenderlo. Si se va a otra empresa, migra, es una pérdida. En algunos casos se está dando que los mandan a entrenarse a algún lado, pero les hacen firmar un contrato para que se quede dos años en la compañía.

Fortuna: ¿Y la legislación laboral?

Funes de Rioja: Tenemos una legislación laboral de la segunda revolución industrial y andamos por la cuarta. No se sorprendan del 35% de informalidad. Adentro del Estado también ocurre, no sólo en el sector privado. El costo laboral es 3-2-1, más alto que Brasil y en México. Esta fórmula indica que lo que en Argentina cuesta 3, en Brasil cuesta 2 y en México 1 en términos de costo laboral, no sólo salarial. Un trabajador con un sueldo de 100 pesos se lleva a su casa 70 y al empleador le cuesta entre 150 y 200. Estas grietas afectan nuestra competitividad.