Diseñar e instalar un ascensor dentro del Obelisco fue mucho más que un desafío técnico: significó abrir las puertas a la historia y a la emoción colectiva, habilitando el acceso al punto más alto del monumento más icónico del país, testigo silencioso de los festejos más memorables de los argentinos.
Hay ciudades que pueden contarse desde las alturas. Subir a la torre Eiffel, contemplar Manhattan desde el Empire State o mirar París desde Notre-Dame forma parte
de una experiencia urbana única: ver desde arriba lo que nos forma desde abajo. Buenos Aires, hasta ahora, solo ofrecía esa posibilidad en un ícono como el Palacio Barolo. Hoy, se suma un nuevo protagonista a esa lista: el Obelisco.
Durante décadas, llegar a su cima implicaba subir una empinada escalera interna. Pero a partir de 2025, el ascenso se vuelve accesible para todos gracias a una obra de ingeniería tan audaz como delicada: la instalación de un ascensor panorámico diseñado a medida, que no solo respeta la estructura histórica del Obelisco, sino que permite recorrer su interior con una nueva mirada.
Además, la apertura del mirador marca el inicio de un proyecto de gran valor cultural y turístico: transformar al Obelisco en una experiencia visitable, no solo para quienes lo rodean o compran un recuerdo, sino para quienes quieran conocerlo por dentro, sumando así una nueva fuente de ingreso para el Gobierno de la Ciudad y posicionando a Buenos Aires dentro del circuito internacional de monumentos accesibles.
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El desafío de construir sin margen de error
Detrás de este proyecto está Servas, una empresa argentina que asumió la tarea de convertir una estructura de 1936 —de acceso reducido y sin margen para intervenciones invasivas— en un espacio moderno, accesible y seguro. El objetivo era claro: montar una estructura metálica interna con escaleras y un ascensor con capacidad para cinco personas dentro de una estructura de hormigón de 67 metros, sin alterar su fisonomía ni comprometer su estabilidad. La solución fue tan precisa como creativa: diseñar más de 9.500 piezas únicas, cortadas con tecnología láser, que ingresaron por una puerta de apenas 70 cm de ancho y fueron ensambladas pieza por pieza, sin una sola soldadura interna. Antes de iniciar la fabricación se tuvo que modelar y diseñar el obelisco existente y todas las piezas nuevas en software de diseño 3D
“Antes de construir, hubo que entender. Se realizaron estudios técnicos con rayos X, ultrasonido, escaneos 3D y análisis estructurales de alta precisión. Todo esto permitió comprender la integridad de la base —ubicada justo sobre la intersección de tres líneas de subte y conectada a un túnel antiguo—, y determinar con certeza que era posible sostener una estructura adicional sin riesgo” expresa el Ing. Sebastián Aizpun, director de la compañía.
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Tecnología, seguridad y experiencia sensorial
El ascensor es del tipo sin sala de máquinas, con motor compacto. Su cabina incluye tres paneles de vidrio que permiten observar el interior del monumento durante el trayecto y un cuarto panel multimedia que proyecta contenido audiovisual. En la cima, cuatro ventanas ofrecen una vista panorámica de 360° sobre la ciudad.
Además de su diseño innovador, el sistema fue desarrollado con criterios de eficiencia energética, utilizando tecnología que optimiza el consumo en cada trayecto. Y, en caso de cortes de energía, cuenta con un sistema de back-up con baterías internas, capaz de mantener el ascensor operativo por hasta 8 horas, sin necesidad de grupo electrógeno. Un desarrollo que combina seguridad, autonomía y sustentabilidad, ideal para este tipo de entornos históricos.
La solución incluye también un sistema de sanitización activa del ambiente, un desarrollo propio de Servas que nació durante la pandemia y se incorporó de forma permanente a sus equipos, incluso en espacios turísticos y patrimoniales como este.
RM