Infraestructura turística: cuando la promoción supera a la realidad

El turismo es uno de los motores del desarrollo regional, pero en Argentina, muchos destinos enfrentan limitaciones estructurales que condicionan la experiencia de viaje. Más allá de las campañas de promoción, ¿ qué pasa cuando no se puede llegar?

Leandro Peres Lerea*

Durante los últimos años, Argentina ha impulsado diversas estrategias para posicionarse como destino turístico, tanto a nivel interno como internacional. Sin embargo, al recorrer el territorio, una constante emerge: la infraestructura turística no acompaña el crecimiento de la demanda ni las promesas del marketing.

Rutas en mal estado, falta de conectividad, caminos sin señalización, transporte público inexistente o servicios básicos inadecuados se repiten incluso en destinos consolidados.

Esta brecha entre expectativa y realidad no solo genera frustración en el visitante: también afecta directamente al desarrollo local.

Reestructuración para crecer

Un ejemplo reciente se dio en Colón, Entre Ríos, donde turistas denunciaron demoras de casi una hora por el mal estado del camino que conecta la ciudad con la Ruta Nacional 14. Sin señal de celular ni iluminación, el ingreso a un destino tradicional de termalismo y río se convierte en una experiencia riesgosa.

Lo mismo ocurre en áreas de gran valor paisajístico y cultural, como la Quebrada de Humahuaca. Allí, el acceso a miradores o pueblos rurales suele requerir recorrer caminos de ripio en mal estado, sin indicaciones claras ni infraestructura de apoyo. El riesgo no es solo perderse: también es perder visitantes.

En San Rafael, Mendoza, un destino muy visitado, el intendente volvió a solicitar este año mejoras urgentes en la ruta que conecta la ciudad con el Cañón del Atuel. Se trata de una vía clave que, en temporada alta, colapsa por falta de mantenimiento, banquinas y señalización.

¿Por qué viajan los argentinos?

Pero el problema no se limita a las rutas. Muchos destinos con fuerte vocación turística carecen de opciones de transporte público que los conecten con terminales, aeropuertos o centros urbanos cercanos. Esto excluye a una parte importante de la población —especialmente jóvenes, adultos mayores o personas sin auto— que podría dinamizar la economía local a través del turismo interno.

En un contexto económico desafiante, la inversión en infraestructura puede parecer lejana. Sin embargo, no se trata de obras faraónicas, sino de condiciones mínimas para que el turismo sea sostenible, seguro y accesible.

Promocionar un destino sin garantizar su acceso y habitabilidad es, en el mejor de los casos, ineficiente. Y en el peor, contraproducente: porque una mala experiencia no solo espanta a ese turista, sino que se multiplica en redes sociales, reseñas y recomendaciones.

La Argentina tiene un potencial turístico indiscutible. Pero para que ese potencial se traduzca  en desarrollo real, la infraestructura no puede seguir siendo la gran olvidada.

*CEO y fundador de Turismocero.com