Una buena: bajo endeudamiento externo

Redacción Fortuna

ISE 1036

Durante la segunda mitad del siglo XX, la carga de la deuda pública nacional ha sido un serio escollo para la economía argentina, siendo el momento más crítico la crisis de 2001-2002. Sin embargo, la reestructuración de 2005 y el aislamiento respecto de los mercados financieros internacionales durante varios años, la deuda pública argentina como porcentaje del PBI ha descendido, fundamentalmente por la caída de endeudamiento externo.

El año pasado la deuda pública nacional ascendió a US$ 221.700 millones (43% del PBI) pero sólo 13% del PBI corresponde a deuda externa, lejos de 2001 cuando estos ratios eran de 54% del PBI y 32% del PBI, respectivamente.

Cabe destacar que el descenso de la deuda externa se revirtió hacia finales de 2014. El puntapié inicial lo dio el swap con China por US$ 11.000 millones (de los cuales alrededor de US$ 9.000 millones ya están incluidos en las reservas internacionales).

A este acuerdo le siguieron las colocaciones bajo ley extranjera del BONAR 2024 por parte del Gobierno Nacional por US$ 1.700 millones (en diciembre de 2014 y en abril de este año), la de bonos de YPF por US$ 2.000 millones (en febrero y abril de 2015) y de provincias (como Ciudad de Buenos Aires y provincia de Buenos Aires) por casi US$ 1.000 millones.

Sin duda, estas colocaciones y el acuerdo con China marcan la vuelta al endeudamiento externo. Los dólares frescos conseguidos en los últimos meses han permitido al gobierno postergar una corrección cambiaria, compensando el creciente déficit de divisas proveniente del intercambio de bienes y servicios (Cuenta Corriente).

El costo del desendeudamiento externo: mayor deuda intra-sector público

Tras un año de mayor endeudamiento externo por parte del gobierno (que inició a finales de 2014 y que continua a lo largo de 2015), el próximo presidente electo contará con condiciones favorables en lo que respecta a la deuda pública. De acuerdo a nuestras proyecciones, en diciembre de 2015 la deuda pública nacional ascendería a US$ 240.000 millones, esto es US$ 18.300 millones más que al cierre de 2014. Sin embargo, en términos del PBI el ratio se mantuvo estable en torno al 43% de PBI.

Esta cifra excluye la deuda pendiente con los holdouts. Si ésta se tuviera en cuenta, en el peor de los casos se deberían incluir aproximadamente US$ 15.000 millones adicionales, lo cual representa 3% del PBI. Esta incorporación elevaría la deuda pública nacional a US$ 255.000 millones (46% del PBI), aún por debajo del ratio de 2001 (54% del PBI).

En comparación con fines de la Convertibilidad, el desendeudamiento no ha sido tan pronunciado (-11 p.p. con respecto a 2001) pero mejoró notablemente la composición de la misma y el perfil de vencimientos.

En primer lugar, en 2015 sólo un tercio de la deuda pública nacional corresponde a deuda externa (14% del PBI), lejos del 60% registrado a finales de 2001 (32% del PBI). Si a esto se excluye la deuda contraída con Organismos de Financiamiento Internacional (que es más sencilla de refinanciar), entonces la deuda en moneda extranjera con Privados y el Club de París ascendería solamente al 10% del PBI, niveles mínimos históricos.

La contracara de este descenso de la deuda externa es el incremento de la deuda interna, que hoy alcanza el 29% del PBI (vs. 22% del PBI en 2001).

El “prodigio” del desendeudamiento externo, responder a que casi dos tercios de la deuda pública nacional se encuentra en manos del mismo Sector Público, es decir en tenencias de cartera (FGS) de la ANSES y del Banco Central.

¿Qué significa esto? Simplemente nos dice que hoy, el principal acreedor del Tesoro es el mismo sector púbico (ANSES y BCRA) y que fue gracias a este endeudamiento interno que pudo llevarse a cabo el desendeudamiento externo.

En los últimos años, tanto la ANSES como el Banco Central (BCRA) fueron agentes fundamentales para financiar al propio Sector Público. A través del FGS (Fondo de Garantía de Sustentabilidad) y tras el traspaso de las AFJP a la esfera estatal, la ANSES se hizo de muchos títulos soberanos. Sin embargo, con los años, continuó invirtiendo en dichos activos.

Más aún, el poder de fuego de la ANSES no sólo se limitó al financiamiento del sector público sino a la intervención del mercado cambiario. En muchas ocasiones la compra/venta de títulos soberanos por parte de la ANSES permitió mantener a raya la escalada del tipo de cambio contado con liqui.

Algo similar ocurrió con el BCRA, que su activo reflejó una creciente exposición a títulos públicos. Por caso, el Tesoro recibió reservas del BCRA (para cancelar compromisos de deuda) a cambio de Letras Intransferibles. De hecho, en 2007 las reservas internacionales representaban el 64% del activo, en tanto que el 25% de los mismos correspondía a instrumentos del sector público. Este año, los ratios se invirtieron.

En segundo lugar, el perfil de vencimientos de deuda para la próxima administración es mucho más benévolo que a finales de la Convertibilidad. Por caso, en el período 2016-2019, la carga de servicios de capital en dólares ascendería a US$ 41.000 millones, apenas un 7% del PBI, vs. casi la misma cifra (US$ 42.000 millones) solamente pagados en 2001.

Más aún, las cancelaciones en dólares netas del sector Público se reducen de 7% a 4% del PBI. Vale destacar que el pico de vencimientos del próximo mandato presidencial tiene lugar en 2017 con la cancelación del GLOBAL 17 y el BONAR X, por sólo US$ 8.300 millones.

¿Endeudamiento externo para qué?

En síntesis, dados los bajos niveles de deuda externa y vencimientos con los que se contarán en los próximos años, apelar al financiamiento externo luce extremadamente tentador.

Claro está que para lograrlo también es importante en reducir el costo de financiamiento externo. Para ello, en primer lugar se deberá normalizar las estadísticas del INDEC, elemento fundamental para incrementar la confianza en activos argentinos. En segundo lugar, habrá mejores condiciones para colocar deuda si se logra un acuerdo/resolución con los holdouts.

Con un mayor acceso a los mercados de crédito internacional (a tasas más cercanas a la región), el próximo presidente deberá elegir a qué destinará el financiamiento. Por un lado, puede apelar al crédito externo para morigerar el costo de las correcciones de los desequilibrios macroeconómicos existentes (principalmente en el frente cambiario y el fiscal). Pero también puede apelar al endeudamiento externo simplemente para posponerlas.

Más allá del escenario favorable para el endeudamiento externo, el creciente apalancamiento intra-sector público facilita el repago de la deuda o es más sencillo hacer rollover, pero afecta negativamente tanto a la ANSES como al BCRA: financiar al sector público impactó en la calidad de sus activos.

En este sentido, así como los indicadores de deuda ponen de manifiesto condiciones favorables para endeudarse en los mercados internacionales, también propician el momento para que la próxima administración piense en una estrategia endeudamiento más integral. Para ello será fundamental velar por la solvencia del Sector Público y no comprometer los verdaderos objetivos de las instituciones estatales: la sustentabilidad del sistema previsional en el caso de la Anses, y la estabilidad monetaria/cambiaria por parte del Banco Central.

Fuente: Ecolatina

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