Perspectivas de la economía argentina bajo la presidencia de Macri

Redacción Fortuna

Tras un ajustado triunfo en segunda vuelta, Mauricio Macri fue electo Presidente,iniciando una nueva etapa en la vida política de nuestro país. A poco más de dos semanas del traspaso formal del poder,losproblemas económicos se acumulan,haciendo cada vez más difícil su resolución, especialmente en el frente externo. Si bien hay activos disponibles que permiten cierto margen de maniobra, el flamante presidente electo deberá implementar un plan de política económica dirigido a remover los obstáculos que hoy condicionan al crecimiento.

Entre los principales desequilibrios económicos destacan:

En materia cambiaria: el tipo de cambio oficial muestra un importante atraso, razón por la cual pese a las numerosas restricciones existentes en el mercado de divisas (que explican la brecha con las cotizaciones paralelas) el Banco Central de la República Argentina (BCRA) debe sacrificar más de US$ 100 M diarios, y su stock de reservas neto/propio es prácticamente nulo.

En materia fiscal: pese a una presión tributaria récord (que genera reclamos a la baja de la carga impositiva sobre el sector exportador y el impuesto a las ganancias) el Sector Público Nacional muestra un abultado déficit en sus cuentas (superior al 4% del PBI sin contar los servicios de deuda), lo que en un marco de virtual aislamiento financiero presiona sobre la emisión del BCRA para cubrir el rojo, agudizando las tensiones en el frente cambiario e inflacionario.

En materia de inflación: la economía argentina registra hace 9 años una de las tasas de inflación más elevadas del mundo, indicando la existencia de múltiples factores que la explican. Asimismo, el problema inflacionario no radica únicamente en su elevado nivel sino en un problema de precios relativos: desde 2007 los costos internos crecen más de 10 p.p. por año por encima tanto del tipo de cambio como de las tarifas, siendo el retraso cambiario y tarifario el origen del problema externo y el fiscal, respectivamente. El próximo Presidente heredará entonces un proceso inflacionario con elevada inercia, en conjunto con atraso cambiario y tarifario (donde la corrección de cada uno de ellos agrega en el corto plazo mayor combustible sobre la suba de precios).

En materia estructural: tras muchos años de inversión insuficiente en sectores estratégicos (como energía e infraestructura) la Argentina muestra limitantes físicos para expandir su producción. El próximo Presidente no podrá transitar su mandato constitucional desatendiendo la inversión en estos sectores sin enfrentarse a potenciales cuellos de botella.

Pero la economía argentina también muestra algunas fortalezas estructurales que dotan al próximo ciclo constitucional de cierto margen de maniobra para implementar (y elegir el orden de) las correcciones necesarias:

No existe hoy una “crisis” aguda entendida como tensiones sociales y/o pérdida completa del control sobre el mercado cambiario, elementos que, estando presentes, pueden alterar las prioridades de la política económica. Es decir, el próximo Presidente contará con cierto tiempo para implementar las políticas que considere más adecuada, sin estar forzado por las circunstancias.

En segundo término, el endeudamiento externo (del sector público y privado) es muy bajo en términos históricos y comparativamente con la región. Pero para lograr un acceso fluido a los mercados de capitales primero hay que normalizar la situación de la deuda pública. Resolver el escollo de los holdoutsimplica una negociación que demandarámeses, y no es la única alternativa de financiamiento ya que el próximo gobiernopuedeapelar a otras fuentes (organismos internacionales,swaps, etc).

Finalmente, no hay descalce de monedas en los agentes económicos (sectores público, privado y financiero), en el sentido que una potencial devaluación no traería aparejado un default cruzado como en 2001.

Con estas fortalezas y debilidades, Macri deberá tomar importantes decisiones en materia económica. Apenas asuma la presidencia deberá ratificar o aplacar las crecientes expectativas de devaluación generadas a partir de su promesa electoral de remover el cepo y/o unificar el mercado cambiario en el corto plazo.

Para minimizar el riesgo de una salida traumática del cepo (con sus potenciales costos políticos/sociales asociados) se necesita primero recuperar el poder de fuego (reservas) del BCRA para poder intervenir en el mercado de cambios. En este sentido será clave el influjo de divisas que consiga el gobierno de Macri en los primeros 100 días de gestión, ya sea mediante organismos internacionales y/ola reinserción del país en el mercado financiero y/o un blanqueo de capitales.

Un segundo desafío que impone la decisión de unificar el mercado cambiario es contener la inflación. A nuestro entender un salto del dólar oficial tendría un impacto significativoen los precios de bienes y servicios transables (no encontramos evidencia para afirmar que estos precios tengan incorporado el valor del dólar paralelo), por lo que para acotar el traslado a precios de una devaluación será clave la negociación tripartita entre el gobierno, los empresarios y los sindicatos.

Si la próxima administración logra la unificación del mercado cambiario con poca aceleración de la inflación, y elimina retenciones (excepto a la soja) y permisos de exportación como anunció durante la campaña, habrá mejorado significativamente la rentabilidad del sector transable de la economía argentina.

Aunque la corrección cambiaria sea ordenada, esta política impone costos recesivos en el corto plazo. Remover el cepo cambiario, que hundió a la Argentina en un escenario de estanflación en el último mandato presidencial,es una prioridad para Mauricio Macri, pero como muestra la historia argentina los beneficios de dicha política se cosechan meses después de su desmantelamiento.

Para minimizar los costos políticos/sociales asociados a la remoción del cepo, el gobierno deberá durante 2016 apuntalar el ingreso de los sectores de menor poder adquisitivo y aplicar un ajuste de tarifas de servicios públicos que afecte principalmente a los hogares de clase media-alta.

Esta política fiscal progresiva permite compensar parte de los efectos distributivos inequitativos de un salto del tipo de cambio real pero no alcanza para corregir el abultado déficit del sector público. La mejora de las cuentas fiscales se lograría recién en 2017, de la mano de la recuperación del crecimiento observado en todos los episodios de desmantelamiento de las restricciones cambiarias.

Sin mejoras significativas de las cuentas públicas en 2016 (el ahorro por la quita de subsidios se compensa con recortes de impuestos y mayor gasto social), el espacio de Cambiemos manifestó la necesidad de apelar al endeudamiento externo para apuntalar las reservas del BCRA y financiar con deuda una mayor parte del déficit fiscal, lo que permitiría acotarla emisión monetaria que según los referentes económicos de Macri es la principal causa de los problemas inflacionarios y cambiarios existentes.

Asimismo, el flamante presidente elecctoha dado múltiples indicios de avanzar en una agenda para mejorar el clima de negocios, restituir la confianza y apuntalar la inversión. Si el próximo gobierno corrige precios relativos y establece reglas de juego claras para el sector privado, sanealas instituciones (por caso, INDEC y BCRA) y recompone las relaciones con el mundo (cerrando el conflicto con holdouts),habrá sentado las bases para un nuevo proceso de crecimiento e inversión en nuestro país.

Otro posible elemento característico de la administración Macri sería conseguir financiamiento (posiblemente de organismos internacionales que prestan a largo plazo y a tasas inferiores al mercado) para desarrollar un ambicioso plan de infraestructura (rutas, puertos, ferrocarriles, aeropuertos, etc). Este esquema le permitió en el pasado realizar obras claves para agilizar el tránsito y palear el flagelo de las inundaciones en la Capital Federal.

Más aún, parte del plan de lucha contra la pobreza cero lanzado durante la campaña de Cambiemos se basa en mejorar el déficit habitacional, mediante la construcción de viviendas y el desarrollo de servicios públicos básicos (cloacas, acceso a la red de agua potable, gas y electricidad, etc.)

Hasta aquí hemos caracterizado la política económica que se desprende de las propuestas que Mauricio Macri y sus referentes en materia económica plantearon durante la campaña. Sin embargo, en la práctica siempre hay desvíos respecto del camino trazado y hasta que el nuevo gobierno no entre en funciones no conocerá a ciencia cierta el verdadero estado de la administración pública (cuantos dólares hay en el BCRA y cuán grave es el déficit fiscal).

Además, en el primer año de mandato presidencial, es muy probable que Macri priorice apuntalar la gobernabilidad y acumular poder político para lograr el apoyo de diversas fuerzas en el congreso para aprobar leyes claves. En este sentido el plan económico esbozado puede chocar con las necesidades políticas, llevando al Ejecutivo a posponer o morigerar medidas impopulares de política económica trazadas originalmente.

Por último, más allá de las buenas intenciones, siempre se corre el riesgo de que por errores de implementación las medidas aplicadas terminen generando efectos indeseados y, que a pesar de los esfuerzos de las autoridades por mejorar la confianza, los actores económicos no modifiquen su comportamiento/expectativas complicando la corrección de los desequilibrios económicos existentes.

A pocos días de asumir la presidencia quedan aún muchos interrogantes que sólo el paso del tiempo puede develar. Un punto no menor que tendrá definiciones antes del 10 de diciembre es la conformación delGabinete Nacional y el equipo de Ministros encargados del manejo económico. Sin embargo, la entrada en funciones de la próxima administración será el comienzode una reconfiguración más amplia del poder en la argentina, lo que generará importantes reposicionamiento de los actores políticos y agentes económicos.

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