Galuccio define su futuro entre internas y roces con la industria

En las últimas semanas, crujieron sus apoyos políticos dentro de la empresa. Gobernadores y popesempresarios y alientan su salida.

Redacción Fortuna

Hay un capítulo de la reestatización de YPF que la mayoría desconoce. Entre marzo y mayo de 2012, dos meses antes de que Axel Kicillof y Julio De Vido intervinieran intempestivamente la empresa ocupando las oficinas del piso 32 del edificio de Puerto Madero, un pequeño grupo de ejecutivos de primera y segunda línea ya trabajaba secretamente para la nueva administración bajo el comando de quien luego sería su CEO, Miguel Galuccio. Tenían la tarea de recopilar información específica de la organización.

Profesionales como Fernando Dasso, hoy vicepresidente de Recursos Humanos, o Jorge Peña, del área de Desarrollo de Negocios, entre otros, reportaban a un búnker paralelo dirigido por Galuccio para tener una idea detallada del estado de la mayor compañía del país.

Con ese recuerdo todavía fresco en la memoria es difícil para el CEO de YPF no ser víctima de cierta paranoia en la antesala de una elección presidencial.

Durante su última exposición pública, la semana pasada en la feria Argentina Oil & Gas, Galuccio dejó en claro que le interesa seguir al frente de YPF. Lookeó su presentación con la mira puesta en el futuro: la apuesta al gas, el desarrollo petroquímico y el rejuvenecimiento de yacimientos maduros se destacan como pilares del Plan 2030 de la compañía, presentado especialmente en la conferencia realizada La Rural. “Mi continuidad en la empresa debería definirse, como sucede en la mayoría de las petroleras, a partir de la evaluación de los resultados obtenidos”, le dijo a un interlocutor cotidiano.

Las desavenencias internas con Doris Capurro le restan, sin embargo, capacidad de fuego. A partir de su habilidad para resolver situaciones de índole política, la vicepresidenta de Relaciones Institucionales y Asuntos Públicos se constituyó con el tiempo en una figura clave de la gestión actual. Gobernadores, sindicalistas y empresarios se acostumbraron a recurrir a ella en busca de soluciones. Galuccio la dejó hacer para concentrarse en el relanzamiento técnico-operativo de los yacimientos de la petrolera y la búsqueda de inversores para Vaca Muerta. La división de tareas funcionó durante los primeros dos años. Pero la desconfianza mutua en torno a determinados temas y el puente tendido por Galuccio con Mauricio Macri durante la discusión por la nueva Ley de Hidrocarburos –interpretado como una traición por el cristinismo más duro y que dejó expuesta a Doris, de buena relación con la presidenta– terminaron por resquebrajar el vínculo. Hoy prácticamente no tienen diálogo, aunque siguen compartiendo algunas premisas básicas como la defensa del manejo profesional de YPF, fuera del alcance de la política tradicional, y la autonomía de la empresa frente a los intereses del establishment petrolero.

Temblores. El fuego amigo alteró los ánimos dentro de la empresa. Doris acepta esa realidad. Pero su principal temor es que la debilidad intrínseca que trajo aparejada la interna con Galuccio sea aprovechada por grupos de poder para disputar el control de YPF. “Mis diferencias con Miguel responden a motivos puntuales, pero si eso desemboca en un cambio que perjudique y altere el manejo profesional de la empresa sería un gran retroceso”, le confió a un funcionario que la frecuenta.

Su preocupación no es infundada. A lo largo de estos tres años y medio de gestión, Galuccio ha cosechado una buena lista de adversarios. El carácter para librar esas contiendas es, quizás, su mayor virtud y también su principal déficit.

Uno es Carlos Bulgheroni, titular de Bridas y accionista de Pan American Energy (PAE), la segunda petrolera del mercado, que imagina como presidente de YPF a un chairman más político, con habilidades en materia económica. En la cabeza de Bulgheroni, el CEO de la petrolera reestatizada debería prestarle más atención al día a día de la empresa y a la optimización de yacimientos locales.

“Tenemos por delante un año que será duro, con precios que promediarán los 50 dólares. No se necesita una figura que salga al exterior en busca de inversiones, sino un técnico enfocado en mejorar lo que tenemos”, analizaron allegados al hombre fuerte de PAE.

En ese punto coinciden con la visión de Cristóbal López, cercano a la Casa Rosada y propietario de la petrolera Oil, cuya enemistad con Bulgheroni viene de larga data. López sostiene que Galuccio no profundizó como debía un proceso de mejora de costos y productividad laboral ni tampoco abrió el juego a inversores domésticos dispuestos a desarrollar áreas menores de YPF que no integran su porfolio principal de activos.

Su crítica es compartida por varios empresarios del sector energético, que intentaron infructuosamente ser atendidos en la torre de Puerto Madero para concretar alianzas en campos marginales. Chocaron con la estrategia de desarrollo de negocios diseñada, que se orientó especialmente a la búsqueda de grandes inversores para Vaca Muerta. “El plan de traer a una compañía major cada seis meses tenía sentido con el barril a US$ 100. Hoy, con el barril a US$ 50, habría que buscar socios en proyectos más moderados”, cuestionó un petrolero.

Galuccio también se cruzó con el ex ministro menemista José Luis Manzano, a quien forzó a invertir con su empresa Andes Energía en un área que comparte con YPF en Mendoza; con el gobernador de esa provincia, Francisco Pérez, quien intentó revocarle parte de una concesión y debió dar marcha atrás, y con el mandatario neuquino Jorge Sapag por la Ley de Hidrocarburos. Con todo, son varios los que apuestan por la permanencia del entrerriano, al menos durante los primeros meses de un eventual gobierno sciolista o macrista. Lograrla dependerá de su habilidad en política, un campo en el que su saber aún no fue testeado

Sapag, lejos

La alternativa de que el gobernador de Neuquén, Jorge Sapag, asuma el control del área energética en un eventual gabinete sciolista perdió peso esta semana. La cartera permanecería bajo la órbita de Planificación, un área donde ya fue confirmado Diego Bossio, titular de la Anses. Sapag podría hacerse cargo de una Agencia de Desarrollo de Inversiones y algunos sectores lo promueven para la presidencia de YPF. Cerca del senador Guillermo Pereyra, líder del sindicato petrolero de Neuquén, señalaron que el gobernador reflotó el vínculo con Guillermo Coco, ex ministro de Energía de Neuquén y su hombre de confianza para temas petroleros, que abandonó el cargo el año pasado en el marco de una polémica por la millonaria licitación de un campo en Vaca Muerta. Allegados a Sapag lo negaron.

Por Nicolás Gandini | Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil.