Taxi BA, UBER y el miedo a la competencia

Por Federico Rouco | Finalmente, el gobierno porteño envió a la Legislatura local el proyecto de ley para crear una aplicación por la cual se puede pedir un taxi vía celular y pagar con tarjeta de crédito. El objetivo es ocupar el espacio que Uber deja abierto al no poder funcionar plenamente y que las agencias de radiotaxis no pueden terminar de conquistar. En definitiva, ¿es lugar del Estado ese?

Redacción Fortuna

Finalmente, el gobierno porteño envió a la Legislatura local el proyecto de ley para crear una aplicación por la cual se puede pedir un taxi vía celular y pagar con tarjeta de crédito. El objetivo es ocupar el espacio que Uber deja abierto al no poder funcionar plenamente y que las agencias de radiotaxis no pueden terminar de conquistar. En definitiva, ¿es lugar del Estado ese?

A pocos meses del ingreso de Uber a la Ciudad de Buenos Aires, el mercado del transporte de pasajero ya nunca va a ser lo que era antes. Más allá de lo que pueda suceder con la aplicación estadounidense, y si en algún momento finaliza por desarrollar su actividad sin restricciones, la demanda de servicios por parte de la sociedad ha cambiado. La calidad de las prestaciones de los taxis (los taxistas) está bajo la lupa y se exigen mejoras que alcancen lo que Uber ofrecía: Mayor seguridad durante el viaje fruto del GPS constante y la eliminación del efectivo, la posibilidad de calificar al chofer con el consecuente resultado de poder elegir a qué auto uno se sube o no y la facilidad de que sea todo virtual. Para los choferes, Uber representa un aumento en sus ingresos, un uso más eficiente de los autos y un salto cualitativo en la seguridad. Todo eso, hoy, ya pasa a ser la base de lo que se exige.

Desde el lado de los taxistas, están sintiendo cómo la Ciudad de Buenos Aires es un lugar cada vez menos amigable. La competencia por parte de Uber o las bicicletas no ha ayudado, pero tampoco ayuda lo caro que es viajar en taxi (en comparación a los precios que presentaba UBER o en relación a los sueldos). Por otro lado, la cantidad de PYMEs que manejan radiotaxis se redujo a la mitad en pocos años. Sin embargo, es muy diferente la situación de los peones de taxis que de los dueños de los autos: A los primeros les es rentable pasarse a Uber, como sucedió en muchos países, mientras que los segundos están sintiendo un terremoto que pega de lleno en el valor de las licencias de un mercado hiper regulado, donde pocos manejan todo.

Desde afuera, queriendo disminuir el conflicto, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires presentó un proyecto de ley para crear una aplicación que, básicamente, es igual a Uber solo que funciona con taxis ya registrados y tradicionales. Es decir, prioriza a los existentes por sobre los puestos de empleo que se podrían generar por fuera del mercado regulado. Cediendo que esto es así por la situación del mercado antes mencionada, el problema está en dos puntos: Las agencias existentes de radio taxis no aceptan la medida debido a que compite directamente con ellas y, finalmente, expresa la idea de que el Estado sabe más que las agencias de taxis sobre cómo brindar el servicio.

El hecho de que se haya tenido que llegar a este punto es la muestra de lo importante que fue Uber, más allá de los temas legales de su entrada al mercado, en cuanto a la fijación de servicios básicos. El gobierno local, acorralado por las empresas y sindicatos del sector, tuvo que dar marcha atrás rompiendo una de sus líneas ideológicas clave, la de la innovación y la tecnología como punto de partida para mejorar. Como respuesta, forzó a que todos los contribuyentes financien una aplicación para que un puñado de taxistas, quienes tienen su puesto asegurado por las infinitas regulaciones y barreras de entrada, puedan quedarse tranquilos, aunque no haya sucedido todavía. Todo esto, muestra cómo se le teme a la competencia.

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Federico Rouco es Licenciado en Economía por la UCA y la University of Leeds, Posgrado en Economía Social de la UCA, cursando la Maestría en Políticas Publicas en Universidad Torcuato Di Tella. Además es Analista Económico de la Fundación Libertad y Progreso.

Twitter: @fgrouco