Crecen las dudas sobre el futuro de la economía

Por Juan J. Llach* /La mayor inflación esperada es la razón fundamental del alza del rendimiento de los bonos de Estados Unidos.

Redacción Fortuna

Con su habitual cautela en los pronósticos, el Fondo Monetario Internacional rebajó sus proyecciones de crecimiento de la economía global para este año y el próximo. Las redujo 2 décimas para 2018 y 2019, con la particularidad de castigar más a los emergentes que a los desarrollados, una rareza en casi todo este siglo.

Los más castigados fueron el Medio Oriente, Norte de África y América Latina, en la que la Argentina tuvo un recorte mu fuerte. Como decíamos hace un par de meses, el mundo de hoy es más incierto y se desacelera, algo muy distinto del viento a favor que impulsó a los países emergentes desde comienzos de siglo hasta el 2014, y que la Argentina desperdició, lastimosamente, como pocos.

Otra novedad de esta década es que se ha ido ampliando, cada vez más, la brecha de crecimiento entre los países emergentes. Por ejemplo, entre los BRICS, mientras China e India crecerían más de 6%  en 2017-2019, Brasil y Rusia lograrían un magro 1,5% y Sudáfrica un 1,2%. América Latina responde a un modesto 1,6%, también con gran dispersión interna.

Las causas de la desaceleración y la incertidumbre son varias, pero sobresalen tres: el fin del ciclo de tasas de interés súper bajas, sobre todo en Estados Unidos; las burbujas que tales tasas generaron en los mercados de activos, siempre peligrosas, y las políticas antiglobalización impulsadas por el presidente Donald Trump, a las que no pocos líderes mundiales adhieren a tono con el auge del populismo,

Muy bien sabemos que ya hubo víctimas de esta nueva y compleja fase de la economía global; la Argentina y Turquía. Esto no implica que se producirá un efecto dominó. En verdad, es imposible saberlo porque, lamentablemente, la economía está todavía muy lejos de poder pronosticar las crisis. Hay muchos premios Nobel vacantes esperando a quienes logren desentrañar este misterio. Pero hay que estar alertas.

Sin embargo, aún en un escenario tan complejo como el descripto hay también algunas esperanzas en la economía global. Ellas pueden verse en la evolución de los mercados de cambios, capitales y commodities desde la elección de Trump.  Los pronósticos sombríos de entonces se han cumplido sólo parcialmente,

Hubo daños a los emergentes más vulnerables, por la suba de las tasas y los mayores rendimientos de los bonos, pero el dólar no se apreció y las bolsas y algunas commmodities subieron. Ciertos granos, como la soja, fueron la principal excepción, pero no por razones económicas de corto plazo, sino por seis años seguidos de cosechas récord debidas a un clima excepcionalmente favorable en la mayoría de regiones productoras y por la innovación tecnológica.

Este balance mixto ha ocurrido porque, aunque lentamente, la inflación sigue aumentando en los Estados Unidos, impidiendo la apreciación del dólar y potenciando el alza de muchas commodities. Si la inflación está en alza, como tan bien lo sabemos en la Argentina, hay menor demanda de activos denominados en esa moneda, empezando por el propio dinero (en este caso el dólar) y por los bonos.

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La mayor inflación esperada es la razón fundamental del alza del rendimiento de los bonos de los Estados Unidos. Mi impresión es que esta tendencia continuará porque desde el día posterior a las elecciones intermedia ha comenzado la campaña por la presidenciales del 2020.

Y a esta altura está muy claro que la política del presidente Donald Trump, teñida de populismo, empujará cuanto le sea posible el crecimiento y el cierre de la economía lo cual, en un contexto de muy bajo desempleo (¡3,7%!), hará poco menos que imposible evitar una mayor inflación. 

*Economista, Docente del IAE Business School de la Universidad Austral