Si bien el crecimiento del crédito en 2024 fue notable, la historia económica de Argentina demuestra que es imprescindible que sea sostenible y equitativo.
El 2024 fue un año bisagra para la economía argentina. Después de varios años de incertidumbre, el crédito privado comenzó a consolidarse para dinamizar el desarrollo económico y social. Con un crecimiento de más del 77% en los préstamos en pesos al sector privado, el sistema financiero empezó a dar señales de recuperación, favorecido por la reducción de la inflación y la baja en las tasas de interés.
Fue también un año importante para Alprestamo, ya que celebramos nuestro séptimo aniversario y expandimos operaciones a Chile. Con presencia en siete mercados, seguimos liderando la transformación digital del acceso al crédito en América Latina, conectando a millones de usuarios con soluciones financieras personalizadas.
Este avance ocurre en un contexto complejo: en 2024, el Producto Bruto Interno (PBI) cayó un 3,8%, con descensos significativos en el consumo privado (-7,9%) y la inversión (-25,3%). Sin embargo, las perspectivas para 2025 son positivas: según un informe de BBVA Research, se proyecta un crecimiento del PBI del 5,5%, con una recuperación del consumo (+1,8%) y un rebote en la inversión (+14%). Este repunte económico dependerá de la capacidad del crédito privado para seguir creciendo y sostener el desarrollo.
El renacimiento del crédito en Argentina: una oportunidad que no podemos desaprovechar
El desafío de la sostenibilidad
Si bien el crecimiento del crédito en 2024 fue notable, la historia económica de Argentina demuestra que no basta con expandir las líneas de financiamiento. Es imprescindible que este crecimiento sea sostenible y equitativo. El verdadero desafío radica en evitar los errores del pasado: el crédito debe ir acompañado de una mejora en la estabilidad macroeconómica y políticas fiscales prudentes que aseguren un ecosistema financiero confiable.
A nivel regional, la disminución de la inflación y la reducción de las tasas de interés favorecieron la recuperación del crédito interno. Según un informe de la Cepal, al cierre del tercer trimestre de 2024, el crédito interno creció un 3,1% en términos reales, impulsado principalmente por el crédito al sector privado, que mantuvo un crecimiento superior al crédito al sector público. La recuperación fue más notoria en países con metas de inflación y, en menor medida, en aquellos con tipo de cambio fijo. El Banco Mundial prevé que América Latina crecerá 2,6% el año que inicia.
En Argentina, con la inflación proyectada en 35% para 2025 (tras un cierre estimado del 120% en 2024) y una política monetaria que prevé tasas cercanas al 24%, las condiciones parecen estar dadas para una expansión significativa del crédito como porcentaje del PBI.
El crédito privado tiene un rol que va más allá de lo financiero: es un catalizador capaz de transformar la vida de las personas y las empresas. En un país donde el acceso al crédito sigue siendo limitado para muchos, la expansión de líneas accesibles y transparentes puede convertirse en un motor de inclusión social y desarrollo económico.
Sólo 2 de cada 10 argentinos consideran accesible pedir un préstamo
Oportunidades y retos para 2025
Para que el crédito continúe siendo una herramienta de transformación, será clave enfocarse en tres ejes:
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Innovación tecnológica: la digitalización del sistema financiero hizo posible que muchas más personas puedan acceder al crédito.
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Inclusión financiera: Argentina tiene una oportunidad única para ampliar el alcance del crédito a sectores tradicionalmente desatendidos, como las micro, pequeñas y medianas empresas, que representan el corazón productivo del país.
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Regulación y estabilidad: el marco regulatorio debe acompañar el crecimiento del crédito, asegurando transparencia y protegiendo a los consumidores, sin sofocar la innovación.
El 2024 deja un balance positivo en términos de crecimiento del crédito privado, pero también nos recuerda que el camino hacia un desarrollo sostenido requiere equilibrio, compromiso y visión de largo plazo. En 2025, con un escenario económico más favorable, tenemos la oportunidad de consolidar al crédito como una herramienta al servicio del desarrollo integral del país.
Aprovechemos esta transición hacia la estabilidad para construir un sistema financiero más inclusivo, resiliente y orientado al futuro. Solo así podremos transformar los desafíos de hoy en oportunidades sostenibles para las generaciones que vienen.
*CEO y co-founder de Alprestamo