Más humanos que nunca: liderar en la era de la IA

Las IAs no tienen historia, ni inconsciente, ni valores. Querer o no, definir el Espíritu de Época de nuestro vínculo con las IAs en un futuro cercano, está en nuestras manos.

Carlos Colla*

Por primera vez en la historia, convivimos con una inteligencia que no es humana. ¿Qué pasa cuando las máquinas no sólo piensan, sino que deciden? ¿Y qué lugar queda para nosotros en ese futuro?

De algo estamos seguros, la IA no representa el fin de la inteligencia humana, sino su punto de inflexión. Una oportunidad única para revalorizar lo que nos hace humanos y construir un futuro en el que el talento humano y la tecnología se potencien mutuamente.

El Foro Económico Mundial estima que la IA generará 170 millones de empleos y eliminará 92 millones, con un saldo neto positivo. También proyecta un aumento de hasta 5 puntos porcentuales en el crecimiento del PIB global. Pero más allá de las cifras, lo importante es cómo integramos esta tecnología al servicio de un progreso auténtico e inclusivo

La IA no puede experimentar emociones, intuir, filosofar ni liderar desde el propósito. No puede atribuir sentido ni comprender el impacto de sus decisiones en una comunidad, equipo o cultura. Carl Gustav Jung hablaba de cuatro funciones esenciales de la psiquis humana: pensamiento, sensación, sentimiento e intuición. Capacidades que, lejos de ser reemplazadas, se vuelven más necesarias que nunca.

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Los grandes avances de la historia —desde la teoría de la relatividad hasta la penicilina— no surgieron sólo del análisis racional, sino de la capacidad humana de imaginar y conectar puntos que aún no existían.

Desde esta perspectiva, la IA no compite con nosotros: nos obliga a evolucionar. A desarrollar habilidades como la empatía, la ética, la visión estratégica y la creatividad. Este nuevo paradigma obliga a colaboradores y líderes de una organización a desplegar al máximo las capacidades que nos hacen humanos.

Las organizaciones ya están integrando IA en múltiples procesos: atención al cliente, análisis predictivos, personalización de la oferta, mejora de la seguridad. Pero esta integración requiere algo más que tecnología: necesita visión, cultura y liderazgo.

Hoy, el CEO y un nuevo colaborador acceden a las mismas herramientas de IA. Las compañías tienen la oportunidad de lograr que ese colaborador IA potencie a las personas y a su liderazgo, en línea con la visión definida. La diferencia estará en quién logre maximizar su potencial con una óptima integración con las personas. Y esto implica formar equipos que sepan guiarla, alimentarla con propósito y evaluar sus resultados con criterio humano.

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Esto exige:

  • Potenciar a los equipos. Los colaboradores deben desarrollar nuevas habilidades para trabajar con herramientas de IA. Esto implica no solo eficiencia, sino también la capacidad de formular bien sus necesidades, interpretar los resultados y detectar errores o sesgos.
  • Decidir con criterio humano. Análisis crítico de resultados para asegurar la toma de decisiones con aquellas capacidades que no poseen las IAs, como la creatividad profunda, la comprensión emocional, la intuición o el pensamiento estratégico a largo plazo.
  • Diseñar experiencias seguras. La integración entre personas e IAs requiere experiencias e interfaces pensadas con enfoque humano. Esto incluye mecanismos de control, trazabilidad y seguridad que garanticen una vinculación fluida y confiable.
  • Transmitir cultura a través de la IA. Es clave que las IAs reflejen la identidad y valores de la compañía. Su diseño, entrenamiento y supervisión deben asegurar que actúen con el “espíritu” de la organización, reforzando la cultura en cada interacción.

Si no gestionamos esta transformación, corremos el riesgo de delegar decisiones críticas a algoritmos de IA que pueden “alucinar”, deshumanizar procesos o perder el juicio en decisiones clave.

Como advertía el Foro Económico Mundial, el uso indebido de la IA es uno de los principales riesgos globales. Y frente a eso, necesitamos una nueva cultura organizacional: más consciente, colaborativa y humana.

Volviendo a Jung, él definía el inconsciente colectivo como una memoria universal que influye en nuestra forma de pensar, sentir y actuar, y que moldea nuestras sociedades. Las IAs no tienen historia, ni inconsciente, ni valores. Queramos o no, definir el Zeitgeist, el Espíritu de Época —o de una Organización, por qué no— de nuestro vínculo con las IAs en un futuro cercano, está en nuestras manos.

RM

 

 

*Socio de Paradigma