La memoria de las vidas perdidas el 11 de septiembre

En Nueva York, un espacio para la memoria recuerda a la víctimas del atentado a las Torres Gemelas. Un recorrido por los laterales humanos de la tragedia. Galería de fotosGalería de fotos

Redacción Fortuna

Por Juan Pablo De Santis*

A diferencia de los museos, la memoria es esa sustancia cruda que transforma al pasado en presente. Ese es el concepto del memorial en Nueva York para conmemorar a las víctimas de los atentados del 11 de septiembre a las Torres Gemelas, el vuelos que se estrelló contra el Pentágono y otro que cayó en Pensylvania. Allí no se esgrimen razones para el horror, tan sólo la esencia del recuerdo de las 2.997 víctimas.

Donde estaba emplazado el World Trade Center existe un vacío para los neoyorquinos, quienes estaban acostumbrados a encontrarse con dos torres de más de 100 pisos de altura. Ahora, frente al nuevo escenario de la Zona Cero (Ground Zero) se encuentra el National September 11, espacio que recuerda a los muertos en el atentado terrorista de 2001.

El espacio propone un recorrido por los laterales humanos en un piso y un subsuelo. Los primeros testimonios -quizás los más desgarradores- son los mensajes que, desde los aviones secusestrados, los pasajeros enviaron a sus familiares.

Brian Sweeney estaba a bordo del vuelo United 175, que impactó contra la Torre Sur a las 9:03 am. Auriculares mediante, se escucha su voz entrecortada en el contestador automático del teléfono celular de su esposa: “Hola Julian, soy Brian. Escucha... Estoy en un avión que ha sido secuestrado, si las cosas no van bien, y no se ven bien... quiero que sepas que te amo absolutamente. Quiero que estés bien, que la pases bien, lo mismo para mis padres. Te veré cuando vengas aquí. Quiero que sepas que te amo totalmente. Adiós, nena, espero llamarte”.

Los testimonios se multiplican por las paredes en forma de fotografías, de una placa en mármol con los nombres de todos los caídos, más llamados telefónicos desde los aviones y hasta cerámicos que pintaron estudiantes de colegios de Nueva York.

A continuación, los carteles de personas buscadas. El día posterior al derrumbe entre los escombros yacían partes de aviones (una escotilla se conserva en una vitrina) y cuerpos sepultados. Los familiares de los desaparecidos comenzaron a pegar carteles en la zona con la foto de los buscados y un teléfono de contacto.

Parte de los objetos encontrados fueron donados y están expuestos. Tarjetas personales y credenciales de trabajo, hallazgos de personas que hablaban con nombre y apellido. Un pequeño trozo de papel amarillento transmite de un instante congelado: un recibo por un desayuno emitido en la cafetería de una torre fechado a las 9:41 am del día del atentado.

Anterior a las escaleras que conducen al subsuelo, un galería de fotografías recuerda cómo reflejó la prensa el atentado. Los días posteriores a la tragedia en torno a la Zona Cero se improvisaron estaciones de rezo para orar por los muertos y desaparecidos, que incluyeron también a 347 bomberos y 85 policías.

El Departamento de Bomberos de Nueva York (NYFD -sus siglas en inglés-) se convirtió en culto de la ciudad a causa de la labor de los rescatistas. Estos tienen su propio sitio dentro del memorial y el mercantil reconocimiento de la industria: las recuerdos con la inscripción NYFD son tan vendidos como los de los NY Yankees, el equipo local de béisbol que convoca multitudes en sus partidos.

La última instancia del recorrido ofrece una larga mesa blanca con papeles, lapiceras, pañuelos descartables y buzones. Allí los visitantes pueden contar cómo vivieron del 11-S para que los recados sean expuestos en los murales laterales.

Al lado, se exponen dibujos sobre el atentato que hacen los niños -algunos que ni siquiera habían nacido-.

* Editor de FortunaWeb

11/9/2009

Galería de imágenes
En esta Nota