El amor en tiempos de oficina

Redacción Fortuna

Si bien los contratos laborales no prohíben que haya parejas en una misma compañía, existen condicionamientos. Claves para que no se vea afectada la productividad ni el ámbito laboral.

Por Virginia Mejía

Si bien en la Argentina no hay contratos específicos que prohíban los romances de oficina, cada vez son más las empresas que, a fin de evitar inconvenientes y bajas en la productividad, explicitan sus políticas internas en caso de que surjan noviazgos o affaires entre sus los empleados. Las estadísticas coinciden en que a la hora de conseguir pareja, el trabajo lleva la delantera, incluso supera al ámbito universitario. Por otro lado, si se tiene en cuenta que el argentino promedio trabaja unas 2.500 horas al año, no es descabellada la cifra que surge de una reciente encuesta en la que el 30% de los empelados admite haber tenido algún tipo de affaire en la oficina.

Mientras que en países como Estados Unidos o Gran Bretaña desde hace varios años se vienen firmando “contratos de romance” debido a la Sola de demandas por acoso sexual o discriminación, en el país no se prohíben lo vínculos amorosos entre dos personas dentro de la oficina, siempre y cuando los enamorados declaren abiertamente que son pareja. “El romance no es causal de despido pero hay una serie de normativas que deben ser bien explicitadas”, advierte Luis María Cravino de AO Consulting. En este sentido, si la relación es de subordinación, la empresa invita a alguno de los miembros de la pareja a pasar a otra área y, de no ser posible dicha transferencia, la organización solicita la renuncia de una de las partes.

“En general, son las mujeres las que están subordinadas a los hombres ya que según la última encuesta Easy-bench, en los cargos directivos hay un promedio de 73 hombres contra 27 mujeres”, asegura Cravino. Los especialistas en RR.HH. remarcan que lo que es inadmisible es que haya una “situación de control” de uno de los miembros de la pareja sobre el otro, en general de un hombre con respecto a una mujer.

En cambio, si un empleado se desempeña en el sector ventas, por ejemplo, y el otro en contaduría, dicho vínculo no representaría ningún inconveniente para la organización. Tampoco son penados aquellos empleados que son infieles, es decir, cuando uno de los miembros está casado y tiene un affaire en la oficina. “Si ella o él está casado y es una relación furtiva, extramatrimonial, pero que se blanquea en el ámbito laboral entonces no se penaliza. Se siguen los mismos procesos y las mismas restricciones para los romances de oficina en general”, explica Cravino.

En caso de que los involucrados trabajen en distintas empresas, que compiten entre si, tampoco hay regulaciones desde el marco legal pero en general las compañías optan por solicitar a alguna de las partes que renuncie.

Para Juan Minghini, del Estudio Minghini, Alegría y Asociados “debe recordarse que la Ley de Contrato de Trabajo no establece imposibilidad alguna a la relación afectiva entre empleados, sean estos de igual o diferente categoría”. Asimismo el letrado coincide con Crevino en advertir a las empresas que establezcan en forma clara y precisa la limitación que pretendieran efectuar a la vinculación íntima de los empleados.

“Además de plasmarlo en los respectivos reglamentos internos, deberán contar con la recepción y conformidad de cada empleado al momento mismo del inicio de la relación laboral. Se evita con ello la invocación, por parte de los empleados, de modificaciones o alteraciones de la relación de trabajo, hoy actualmente prohibidas por el art. 66 de la Ley de Contrato de Trabajo”, explica Minghini.

En cuanto a los efectos que puede tener el romance sobre la productividad de la pareja, varios estudios consignan que en general los enamorados, en tanto la relación afectiva no sea conflictiva, aumentan su motivación e interés en el trabajo. Según estudios de la consultora internacional Randstadt, la productividad de cada uno de los miembros de la pareja aumenta un 20%.

De todos modos, los inconvenientes en la organización afloran cuando comienzan los conflictos, hay rupturas, denuncias o manejos de poder. Este tipo de situaciones afectan la productividad de los enamorados e inevitablemente enrarecen el clima laboral de la oficina. De persistir los conflictos, las empresas acuden en general a la justicia.

“Sin embargo, en estos fallos, no se discute la relación de romance ya que sino la empresa puede ser acusada de discriminación. Lo que si se puede alegar es baja de productividad o de mal desempeño”, advierte Minghini. Asimismo las encuestas demuestran que los empleados ven con buenos ojos los romances de oficina entre compañeros siempre y cuando no haya una relación de subordinación y poder entre los miembros.

En este sentido, varias empresas norteamericanas cuentan con un número gratuito, llamado 0800 ética, donde cualquier empleado puede denunciar un acto que considere ilícito. Hasta el momento, las denuncias de affaires entre jefes y subordinadas y acoso sexual están a la cabeza. Otro dato no menos sorprendente de la encuesta Randsstadt consigna que el 53% de los entrevistados admitió que le interesaría tener una relación sentimental en la oficina. Tan sólo el 10% dijo que a pesar de que aprueba el romance, no tendría ningún tipo de vinculación afectiva de haber una relación de poder, es decir, con un jefe.

5/3/2010

En esta Nota