"Para medir la pobreza, hacen falta estadísticas"

Por Agustin Ceruse | Mercedes D’Alessandro, economista y ex pareja del ministro de Economía. “Ganancias e inflación tienen una misma explicación: la manipulación de las estadísticas”.

Redacción Fortuna

Mercedes D’Alessandro no es una economista más. Conoce a varios funcionarios del Palacio de Hacienda. Conoce a sus asesores. Y al ministro de Economía, Axel Kicillof: fueron novios entre 2003 y 2005. D’Alessandro militaba en el trotskista Partido Obrero (PO).

Kicillof lo hacía en el independiente Tontos pero no Tanto (TNT). La diferencia partidaria era, sin embargo, inversamente proporcional a la coincidencia ideológica: ambos admiraban a Karl Marx. Y la carga horaria universitaria los unía aún más. Ambos enseñaban y militaban en la Facultad de Ciencias Económicas.

La sede de Córdoba y Junín fue su segundo hogar hasta que la relación terminó, exactamente hace diez años. Nacida en Posadas, Misiones, hace 37 años, vive desde septiembre de 2013 en Nueva York con su marido, el doctor en neurociencias Pablo Polosecki. Activa en redes sociales y autora del podcast Economix, compartió aulas y pasillos de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires con muchos de los hoy funcionarios. De allí que conoce las convicciones que defendían antes de ingresar al Estado. Es por eso que les reprocha la falta de datos oficiales sobre pobreza en el país.

Sin embargo, aclara, sus críticas a su ex y al director del Indec, Norberto Itzcovich, no son personales sino profesionales: “No me formé para que digan que soy ex de nadie”, señala. Es que D’Alessandro no sólo dirigió la carrera de Economía Política en la Universidad Nacional de General Sarmiento sino también realizó una tesis doctoral, “Contribución crítica a la epistemología de la economía”, por la que recorrió los principales caminos teóricos, desde Adam Smith hasta Karl Marx.

Desde la heterodoxia, entonces, habló en exclusiva con PERFIL sobre la actual gestión económica:

—Usted fue crítica de la falta de datos de pobreza. ¿Por qué?

—El Indec publicó por última vez datos sobre pobreza a mitad de 2013. Lo hizo comparando ingresos y canasta básica, pero ese indicador es insuficiente porque la pobreza es estructural: tiene relación con los ingresos, pero también con los servicios urbano, educativo, hospitalario y cultural. Y hasta consideraciones subjetivas.

—Se habló de que medir la pobreza es “estigmatizante”. ¿Por qué es necesario medirla?

—La pobreza es un problema central en América Latina; sin embargo, no se ha logrado incorporar enfoques y mediciones que reflejen la realidad local. Los indicadores que se utilizan son elaborados por organismos internacionales como el FMI. Una cuenta pendiente de la heterodoxia regional es diseñar indicadores propios.

—¿Qué opina de las políticas públicas para combatir la pobreza?

—La AUH, Progresar y Conectar Igualdad y la ampliación de la cobertura jubilatoria han sido sustanciales para atenuarla. Esta redistribución del ingreso hacia sectores desprotegidos es tan necesaria como la extensión de servicios básicos. Sin embargo, se necesitan estadísticas confiables para evaluar efectivamente su efecto. Y hasta diseñar nuevas mediciones porque en Argentina se producen alimentos para 400 millones de personas, cuando aquí sólo viven 40 millones, pero no todos comen lo necesario. Es una contradicción del sistema capitalista.

—El Gobierno defiende el impuesto a las ganancias como redistributivo. ¿Lo comparte?

—Existen problemas más urgentes: mientras sólo una pequeña parte de los trabajadores paga este impuesto, la mitad de los que están en blanco sólo gana $ 5.500. Y un tercio está en negro. La Presidenta les pidió “solidaridad”, pero yo prefiero que surja de los bancos o las mineras. De los que la “levantan en pala”.

Para D’Alessandro, Ganancias e inflación tienen una misma explicación: la manipulación de las estadísticas. Por eso, exige a los funcionarios que “hablen en terapia de su trauma noventista y trabajen con la agenda pendiente del nuevo milenio”.

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