El funcionario detalló su actividad en Estados Unidos para lograr que Argentina sea exceptuada de la medida que arancela las importaciones de acero y aluminio.
El secretario de Comercio, Miguel Braun, de viaje en Estados Unidos en una misión en la que buscará convencer a funcionarios de la administración Trump para que se exceptúe a la Argentina de la suba de aranceles al ingreso de acero y aluminio, fijados en 25% y 10%, respectivamente, explicó: “Es una visita de trabajo en la que voy a tener distintas reuniones, pero obviamente coincide con que salió este tema y por supuesto lo vamos a tratar y a hacer todos los esfuerzos para que la Argentina tenga un mejor tratamiento porque claramente el porcentaje de las exportaciones argentinas de acero y aluminio a Estados Unidos es muy pequeño, Estados Unidos no puede pensar que nuestro país es una amenaza de seguridad nacional, con lo cual vamos a ir a presentar todos los argumentos para que nos traten lo mejor posible”, afirmó Braun.
En declaraciones al programa Dato sobre dato, que se emite por FM Milenium 106.7, el secretario de Comercio dijo además que “cada país tiene que hacer lo que considera que tiene que hacer en este momento, lo que le hace bien a su economía y a sus trabajadores”. Consultado sobre si la Argentina debería replantear su estrategia de comercio internacional a partir de la nueva ola de proteccionismo global, el funcionario señaló que “la discusión en el mundo parte de una situación de mucha apertura e integración y de una fuerte preocupación por la competencia de algunos países que subsidian su producción. Ha habido un desplazamiento industrial hacia esos países, sobre todo de Asia, y eso ha generado preocupación en Estados Unidos, en Europa y en otros países industriales”.
Según Braun, “la discusión que tienen ellos, sumada a que les preocupa el avance tecnológico que va modificando la naturaleza del trabajo, en el que se destruyen algunos trabajos y se crean otros, genera mucha ansiedad. Todos esos problemas nos rebotan a nosotros también pero nosotros partimos de que somos una de las cinco economías más cerradas del mundo, nuestras empresas no están integradas en cadenas globales de valor y no hay ningún país al que nos querramos parecer --rico, con salarios altos, con menor desigualdad-- que no esté plenamente integrado a la economía global. Ese es el punto al que tenemos que llegar. Obviamente hay que discutir el camino para hacerlo de manera gradual pero no hay ninguna duda de que es para allá que tenemos que ir”.