Por Gustavo García / Con foco en la exportación de cereza, carnes y aceite de hoja, se analiza los más de 30 acuerdos firmados entre Argentina y China.
Ahora que ha bajado la espuma del G20 y decantan las expresiones de deseo es cuando empieza a tallar la economía real. La Argentina ha barrido ya el papel picado de la diplomacia y de aquella fiesta queda un paquete de variados acuerdos macro y memorándums de entendimiento que el tiempo y la política dirán si hacen pie a nivel productivo.
La pregunta es entonces si los documentos rubricados podrán traducirse a mediano plazo en inversiones, mayor producción, generación de empleo y crecimiento de las exportaciones. O si, como suele ocurrir, buena parte de lo alcanzado a escala internacional termina frustrado por un cúmulo de políticas internas que hacen imposible la competitividad.
De la treintena de pactos sellados con China y celebrados por el Gobierno, los ejes principales están dados en la exportación de cerezas, carne bovina y caprina de la Patagonia, aceite de soja y la reconstrucción del Ferrocarril San Martín Cargas. Puestos a leer la letra chica de los contratos, a desbrozar el camino para ver qué hay más allá, surgen algunas sorpresas.
De nuevo, vale insistir con que todo lo firmado se puede relativizar si las políticas internas, económicas, monetarias y de infraestructura, no apuntalan al comercio exterior. Como afirma el economista Fabio Rodríguez, “son cuestiones de mediano y largo plazo que requerirán de un seguimiento para su implementación”.
Y agrega: “Uno puede firmar acuerdos pero luego viene el día a día para lograr ese objetivo que está en un papel a un nivel de un acuerdo macro. En eso entran todas las variables internas. Uno puede tener el mejor acuerdo firmado para exportar cerezas, pero si se derrumba la competitividad, si hay problemas de financiamiento en las empresas y presión impositiva alta, tal vez no pueda ser exitoso en la generación de valor para exportar”-
De todas maneras, inmersos en un escenario económico común, cada sector tiene sus propias características. Virtudes y defectos que los hacen más o menos competitivos a la hora de colocar sus productos allende las fronteras. Vale la pena repasar lo rubricado con China en cada uno de ellos.
CEREZAS. “Las expectativas son enormes a partir de los acuerdos firmados. Es algo que se venía trabajando con Nación desde hacía mucho tiempo. Los pedidos de apertura del mercado chino datan de 2002. Hasta ahora no entraba ni una cereza a China. Muchas veces había información confusa porque como se exporta a Hong Kong, piensan que también entramos en China continental, pero no es así”, explica a Fortuna el gerente de la Asociación Argentina de Productores de Cerezas, Aníbal Caminiti.
Según el directivo, “a partir de esto cambia todo el negocio de la cerezas, se modifica su proporción. Lo primero que se hizo fue firmar un protocolo fitosanitario básico, donde se observan algunas plagas que tenemos y nos comprometemos a realizar los tratamientos cuarentenarios. Pero lo más relevante es que China reconoce a la Patagonia y el sur de Mendoza como zona libre de la mosca de la fruta”.
Hasta aquí todo es optimismo, hasta que surgen los peros. “Esto genera una expectativa interesante porque China es un mercado con demanda sin límite –dice Caminiti-. Claro que para aprovechar esta oportunidad deben alinearse otras variables a nivel país, que acompañen al productor y exportador. En un primer momento quienes podrán aprovechar el acuerdo serán los productores que ya trabajan con la cereza, los que están en el negocio”. Y añade: “En una segunda etapa pueden realizarse mayores inversiones, pero eso vendrá acompañado por otras condiciones internas como el costo laboral, los fletes, la presión fiscal y la incertidumbre. Si esto se alinea, podremos hacer realidad los 100.000 puestos de trabajo de los que habla el Gobierno. Las 10.000 hectáreas para extender este negocio ya están listas y sistematizadas en el valle de Río Negro”.
Los productores de arándanos, en cambio, cuestionan no haber sido incluidos en esta mesa de diálogo. “No hubo nada para nosotros en estos acuerdos. Pedimos que nos ayuden a tener más presencia en el mercado chino y que China reduzca el arancel del 30% que nos impone y que nos saca mucha competitividad. De esa forma podríamos tener chances de convertirnos en proveedores de contra estación”, cuenta el presidente de la Argentinean Blueberry Committee.
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CARNE. El protocolo de carne ovina y caprina de la Patagonia se encontraba en negociación desde diciembre de 2012, pero tomó el impulso final para la cumbre del G20. Según los expertos, se trata de un segmento con enorme potencial en la Argentina ya que, en cifras totales de 2017, se concretaron exportaciones sólo por u$s 8,46 millones.
Otro mercado que podría tener las puertas abiertas es el de equinos en pie, donde la Argentina tiene prestigio a escala mundial. El stock actual es de 2.599.882 animales distribuidos en más de 200.000 establecimientos. De esa cifra, el 16% son animales de pura raza. En 2017 Argentina exportó equinos en pie por un valor de 30 millones de dólares, teniendo como principales destinos Estados Unidos, Reino Unido, Emiratos Árabes Unidos, Japón y Chile.
El segmento de la carne vacuna fue excluido de los acuerdos del G20, pero la realidad indica que los envíos gozan de una realidad soñada. Según datos de la Cámara de la Industria frigorífica, a China se embarcaron 155.144 toneladas en enero-octubre de 2018, es decir el doble del volumen exportado en enero-octubre de 2017 (+104,6% anual). Dicho en otros términos, fueron al Gigante asiático 5,5 de cada 10 kilogramos de carne vacuna exportados desde Argentina. Los ingresos por ventas a China ascendieron a u$s 652,2 millones hasta noviembre de 2018, y resultaron 107,4% superiores a los ingresos de enero-octubre del 2017.
Sin embargo, persisten los reclamos. El titular de la entidad, Miguel Schiariti, le confió a esta revista que “se sigue exportando carne congelada sin hueso y no se ha avanzado en la carne con hueso porque Etchevehere (Luis Miguel, secretario de Agroindustria) firmó algo que no debió haber firmado, un protocolo sanitario de muy difícil cumplimiento. El protocolo es sobre tuberculosis en vacunos, y pretenden que en cada campo haya un ternero sin vacunar para verificar si hay aftosa”.
ACEITE. El acuerdo que destrabará la exportación de aceite de soja a China fue anunciado también con bombos y platillos. Pekín había suspendido las importaciones desde Argentina en octubre de 2015, en parte porque llevaba adelante un proceso de sustitución pero sobre todo como represalia porque Argentina había frenado la importación de productos made in China. El presidente de la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (Ciara), Gustavo Idígoras, cuenta su versión de los hechos. “El acuerdo firmado con China es sólo con una empresa del Gobierno chino que trabaja en la compra anual de aceite de soja. Mediante este pacto se ha reiniciado la exportación de aceite de soja a ese país, pero aún está pendiente la licencia del resto de las empresas chinas. El acuerdo se limita a esta empresa estatal, que en números compraría apenas el 10% del total del aceite de soja que veníamos exportando antes de la prohibición”.
Y agrega: “Argentina representa el 75% de las exportaciones mundiales de aceite de soja. Mediante este convenio la compañía estatal china comprará 400.000 toneladas de aceite de soja, el 10% de las 4 millones de toneladas que se vendían a ese país hace unos años. Todo está en manos del embajador Diego Guelar y lo que él pueda negociar para lograr que el resto de las compañías chinas también comiencen a comprar el aceite de soja argentino. Somos optimistas con respecto al futuro. Pero este vínculo está enmarcado en la tensión comercial que China vive con los Estados Unidos”.
TRENES.El Gobierno firmó un acuerdo con China Railway Construction Corporation Limited para recuperar el tendido del Ferrocarril San Martín Cargas mediante la inversión de u$s 1.089 millones. La obra se realizará a través de 1.020 kilómetros, generará 3.800 puestos de trabajo y duplicará en siete años el volumen de carga entre Mendoza y el puerto de Rosario.
Esta reconstrucción generaría beneficios para Mendoza, Córdoba, San Juan, San Luis, Santa Fe y Buenos Aires, y producirá un ahorro de u$s 200 millones anuales en costos logísticos. Según el ingeniero Jorge Kohon, consultor y experto en asuntos ferroviarios, “se trata de un gran corredor con un enorme potencial de desarrollo. En este momento tiene un tráfico muy caído. Ha sufrido inundaciones en parte de su recorrido y se realizaron desvíos en la circulación de los trenes, con lo cual se elevaron los costos”.
“Es un gran corredor ferroviario. Creo que vale la pena invertir en ese trazado. Sería muy útil porque también en algunas partes del recorrido se da tráfico de granos. Llega al corazón de una zona muy productiva”. El San Martín Cargas está operado por la empresa Belgrano Cargas y Logística, que tiene a su cargo también el Belgrano Cargas y el Urquiza.