Por Gustavo García / Cuáles son las dificultades que tiene el país para poder venderle más al mundo. Los tratados de libre comercio y la resistencia a la apertura económica.
El embudo financiero que llevó a la Argentina a recurrir a un préstamo record del Fondo Monetario Internacional para no caer nuevamente en default habla a las claras de las dificultades que tiene el país para generar ingresos genuinos. Toda una paleta de incordios macroeconómicos, de taras sistémicas y severos problemas estructurales explican las razones por las cuales tenemos la economía que menos exporta en América Latina.
Pasan los años, se suceden los Gobiernos y la Argentina sigue siendo una Nación que exporta recursos primarios, caminando por la cornisa de los volátiles precios internacionales. Y que en la rama industrial apenas si logra vender automóviles allende sus fronteras, con un único y principal comprador: Brasil. Da pena afirmarlo, pero no hay mucho más que eso.
“Argentina representa apenas el 0,3% de todas las exportaciones mundiales. Hace cincuenta años éramos el 0,8% del total –explica Marcelo Elizondo, director de la consultora Desarrollo de Negocios Internacionales-. La Argentina viene manteniendo más o menos un nivel regular en los últimos años, pero puede aspirar a un poco más. El nivel de exportaciones en comparación al PBI es más bajo que el promedio de la región latinoamericana”.
Sin la lluvia de inversiones, que nunca se produjo, ni los brotes verdes, la exportación es el único recurso para obtener dólares genuinos. La mala performance del sector, en términos históricos, y el pertinaz déficit fiscal nos llevaron a tomar el atajo del endeudamiento. El mandato es claro: debemos exportar más. Pero, ¿podemos exportar más?
Según Elizondo, “Argentina podría ir a mucho más, pero paga el precio de los problemas macro. Desde que comenzó este siglo somos el país con mayor inflación, el país con mayor tasa de devaluación y mayor presión tributaria de la región junto con Brasil. También es clave remarcar que las nuestras son las exportaciones que menos crecieron en América Latina en ese período”.
Y agrega: “El segundo problema es que hay escaso acceso a mercados externos, pocos acuerdos, ningún tratado de libre comercio y eso hace que tengamos altos aranceles a la hora de colocar nuestros productos”.
En los últimos discursos presidenciales, ya en tren de campaña, Mauricio Macri elogió la política comercial de su gestión que, según él, abrió 170 nuevos mercados para la Argentina. “La realidad no es que se abrieron 170 nuevos mercados, sino que se abrieron 170 nichos comerciales para 170 productos argentinos –dice el experto-. La Organización Mundial de Comercio tiene 160 integrantes, con lo cual mal se pudieron haber abierto 170 nuevos mercados”.
¿Cuál es el diagnóstico de esta Argentina que en los últimos 12 años tuvo mayormente el foco puesto en el mercado interno y no en las exportaciones? “La inestabilidad cambiaria no es una buena aliada a la hora de abordar el tema de las exportaciones. Tampoco lo es la alta inflación, la presión fiscal y el alto gasto público, que terminan afectando la capacidad exportadora”.
Existe también la falsa premisa de que con devaluar se arregla el asunto. Que la competitividad se alcanza fácilmente tocando el tipo de cambio. “En lo que va del siglo Argentina fue el país que más devaluó en la región, y en el que menos crecieron las exportaciones. Eso es una prueba empírica de que la devaluación no necesariamente impulsa las exportaciones”, enfatiza Elizondo.
Y concluye: “Había una expectativa de que este Gobierno iba a obtener mejores resultados, pero hubo muchas dificultades. El mundo se complicó, no es el mismo de cuando asumió Macri. Hay mucha resistencia en Argentina, en el Congreso, en los factores de poder, en la opinión pública a mayor internacionalización de la economía. Se teme la apertura económica. Hay dificultades para instrumentar reformas, bajar impuestos, simplificar el sistema, mejorar la economía. No estamos peor, mejoramos, el Gobierno quitó el cepo cambiario, unificó el tipo de cambio, eliminó los Roes, pero quedó lejos de las expectativas generadas”.