El pago del Bopomo y la demanda de dinero

Por Camilo Tiscornia* / ¿Qué harán los inversores con los pesos que reciban por el vencimiento del bono el lunes 23? Las lecciones que deja esta situación.

Redacción Fortuna

El lunes el Gobierno deberá enfrentar un nuevo vencimiento de intereses del Bono a Tasa de Política Monetaria (BOTAPO o también BOPOMO), en esta oportunidad por casi $ 25.000 millones. Los tenedores de este bono son principalmente fondos del exterior, que muy probablemente deseen llevarse el dinero fuera del país, lo que los enfrentará al problema de que no pueden transferirlo en forma directa debido a las nuevas restricciones que operan en el mercado de divisas. Ante el inconveniente, deberán optar por mantenerlos en el país o llevárselos igualmente mediante la operación conocida como “contado con liquidación”, consistente en comprar con pesos un bono en dólares en el país para luego venderlo en el exterior. Lo más probable en el contexto actual es que opten por lo segundo, tendiendo a agravar la brecha de este tipo de cambio alternativo con el oficial.

La circunstancia es oportuna para analizar más en general las consecuencias que tiene la emisión monetaria, tema que generó debate recientemente en Twitter y diversos medios a partir de que algunos economistas parecen proponer ese recurso como forma de superar la restricción fiscal.

En este contexto, ¿qué refleja la probable voluntad de que quienes reciban el pago del BOTAPO de querer contar con esos fondos en el exterior? Algo que en economía se denomina la falta de demanda de dinero y que tiene claras consecuencias inflacionarias. ¿Por qué? Porque quien no quiere una determinada cantidad de dinero se deshace de ella gastándola en bienes y servicios, lo que en alguna proporción hace aumentar sus precios, o comprando moneda extranjera, favoreciendo la suba del tipo de cambio, algo que en nuestro país es claramente inflacionario.

Esto permite entender aparentes paradojas que plantean quienes creen que la inflación no obedece a cuestiones monetarias, como por ejemplo la falta de inflación en Estados Unidos a pesar de la enorme emisión realizada por la Reserva Federal luego de la crisis de 2008 o la persistencia de la inflación en la Argentina durante el último año en un contexto de escasa emisión monetaria. La clave está en el comportamiento de la demanda de dinero: en el primer caso, ésta creció por el temor que generaba el sistema financiero, mientras que en el segundo cayó porque no se creía en la capacidad del gobierno de reducir la inflación en el futuro y porque se temen las consecuencias de un eventual cambio de gobierno.

¿Esto implica que no hay otros factores detrás de la inflación? No, por supuesto. Los hay, pero no se los puede separar de los monetarios.

¿Qué lección deja esto para el futuro? Las restricciones cambiarias recientemente impuestas no son más que un tapón para evitar las consecuencias de la caída de la demanda de dinero; no son la solución al problema inflacionario. No será posible reducir la inflación si no se recrea la confianza en la moneda, lo cual requiere una política económica sana que permita ir bajando la inflación esperada. Dadas las circunstancias históricas de la Argentina en esta materia, considero que es condición necesaria alcanzar un superávit fiscal y tener un banco central independiente (lo que no implica autista). Pero puede no alcanzar para el corto plazo, etapa en la que algún tipo de acuerdo de precios sería útil, aunque nunca deberá ser tomado como la solución de fondo; de lo contrario, no haremos más que repetir errores cometidos en el pasado.

*Economista, director de C&T Asesores Económicos y profesor de Economía Monetaria de la UCA