Topes a las tasas: un nuevo clavo en el ataúd de la inversión

La nueva medida del Banco Central provocará una escasez del crédito y profundizará la desigualdad social, en contra de sus objetivos. Por Iván Carrino.

Redacción Fortuna

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Por Iván Carrino

De la comunicación A 5590 del Banco Central se desprende que “para expandir el crédito para las familias en condiciones más favorable” la autoridad monetaria regulará las tasas de interés de los préstamos personales y prendarios. Hoy en día esos créditos se consiguen pagando tasas del 53 al 116% anual, pero ahora deberán otorgarse cobrando entre 33% y 48% como máximo. La medida afecta también a las tasas que cobran las tarjetas de crédito, que por regulación del BCRA no pueden exceder el 25% de las primeras.

La medida es el corolario de una cadena de desafortunadas medidas de política económica. En resumen, un clavo más en el ataúd del clima de inversión en Argentina. Veamos el proceso:

1) Todo empieza con un sistema monetario plagado de inflación, una de las más altas del continente, por lejos.

2) A la inflación se le suman las tasas de interés negativas en términos reales que, hasta hace poco, pagaba el BCRA a los pesos que los bancos depositaban allí.

3) Esto hacía que los bancos pagaran poco por sus depósitos, lo que incentivaba el consumo y la demanda de otros bienes, en especial el dólar, una vez que este quedó “barato” en comparación con los demás bienes.

4) Una vez que el dólar comenzó a subir en 2011, el gobierno impuso el control de cambios (una política destructiva que solo está vigente en países como Venezuela o Vietnam).

5) El “cepo” creó un mercado paralelo y no evitó que el BCRA perdiera cerca del 50% de sus reservas internacionales.

6) Cuando la situación llegó a un límite, el BCRA decidió devaluar y subir las tasas de interés con fuerza para controlar el “blue” y frenar la caída de reservas.

7) La suba de tasas hace que los bancos comerciales vean como un refugio seguro para sus pesos los depósitos en el BCRA.

8) Ahora pueden depositar sus pesos allí y recibir un retorno real (o menos negativo que antes), por lo que cobrarán más caro para arriesgar su capital prestándole al sector privado.

9) Como consecuencias, las tasas de los préstamos subieron y el crédito al sector privado se resintió.

10) Con él, se resintió la actividad económica, amenazando con la recesión.

Ahora bien, después de toda esta cadena de errores y perjudiciales intervenciones del gobierno en la economía argentina, este no encuentra mejor solución que seguir regulando. Como es de esperarse, la nueva medida también tendrá efectos colaterales negativos.

En primer lugar, se distorsionará la producción, fomentando actividades que, con tasas desreguladas, nadie emprendería. Por otro lado, el crédito escaseará y con él se profundizará la desigualdad social, puesto que solo los deudores con mejor capacidad de pago accederán a los nuevos créditos (ya que dado que caerá la rentabilidad del banco, este buscará reducir el riesgo al mínimo). Finalmente, de persistir estas políticas, caerá la inversión en el sector bancario, ya que nadie invierte su capital en un sector en el que no es libre de cosechar lo que con esfuerzo sembró.

Nadie discute el objetivo de querer “expandir el crédito en condiciones favorables”, pero es necesario decir que si el deseo es sincero, no se necesitan más regulaciones, sino todo lo contrario.

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DSC_0008_smallIván Carrino es  Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Es profesor de Economía en la Universidad de Belgrano y profesor de Comercio Internacional en el instituto ESEADE. Actualmente es Analista Económico de la Fundación Libertad y Progreso. Twitter: @ivancarrino

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