Federalismo, punto clave en lo que se viene

Sigue siendo necesaria en la Argentina una reforma fiscal organizada alrededor de los principios del federalismo.

Redacción Fortuna

El hombre es un ser social y desde que nace vive en sociedades. En ellas puede autorrealizarse, valiéndose tanto de sus capacidades, emociones y deseos como de los de los demás. Pero el hecho de que el hombre viva en sociedad es solo una consecuencia de que el hombre viva. La sociedad es un todo compuesto de partes, de hombres. Es decir, para que una sociedad pueda progresar, es requisito que los individuos que la componen progresen.

Para progresar, es imprescindible poder llevar a cabo actos que sea acordes a la libre voluntad y elección de los individuos. Es decir, la libertad es la base imprescindible de cualquier proceso de progreso individual y social. Sin embargo, se suele hablar de la libertad según el tema que se este profundizando, y esto es un error. No existe tener libertad económica pero no libertad individual, como así no existe tener libertad individual pero no económica. La libertad debe ser entendida como una sola, y comprende las acciones humanas, como diría Mises. Cuando se empieza a decidir sobre qué hay libertad, ya se está acotando el campo de acción del individuo, y eso no es bueno para las personas.

Amartya Sen, académico especializado en el desarrollo, suele plantear la idea de la libertad negativa y positiva. La diferencia entre ellas es que, por ejemplo, el hombre en las sociedades actuales, es libre de votar. Pero si no existe una sociedad educada, capacitada e interesada por la política, esto pasa a ser una libertad negativa. Por qué se le está permitiendo hacer algo para lo que no está capacitado. Por otro lado, la libertad positiva es la capacidad que tiene el hombre de explotar sus voluntades sin estar limitado por ninguna fuerza externa.

Cuando el individuo esta incentivado socialmente a explotar sus voluntades y sus capacidades, automáticamente va a tratar de llegar a la mejor situación personal posible. Para esto, buscará vivir en un ambiente de paz y certidumbre, cualidades claves de una sociedad libre. A su vez, cuando los individuos se ven limitado en sus libertades, pierde incentivos para desarrollar sus capacidades, lo que genera una pérdida de eficiencia general, y una posterior caída en su motivación frente al trabajo y a la generación de bienestar.

Centralización y toma de decisiones

El gobierno, en el sistema social en el que se vive hoy en día, es el encargado de delimitar el marco institucional que dará lugar al grado de libertad con el que vivirán los habitantes de un cierto territorio. El grado de libertad que los individuos tengan es crucial para entender el nivel de ingresos, desarrollo y bienestar que tendrá un pueblo, siempre entendiendo que el progreso va desde los individuos a la sociedad y no desde la sociedad hacia los individuos.

Por esto, es vital entender el rol del gobierno central en la toma de decisiones diarias. En contraposición a los gobiernos provinciales o municipales, el gobierno nacional está muy alejado de los individuos, por lo que las decisiones suelen no ser correctas y pueden distorsionar el día a día de las personas.

Ya en el Preámbulo de la Constitución Argentina, se hace referencia a este problema:

“Nos, los Representantes del pueblo de la Confederación Argentina, reunidos en Congreso General Constituyente por voluntad y elección  de las Provincias que la componen, en cumplimiento de pactos preexistentes, con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino: invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia: ordenamos, decretamos y establecemos esta Constitución para la Confederación Argentina.”

De aquí, el texto institucional más importante de nuestro país, se pueden sacar varios extractos que dan luz al problema que hoy enfrentamos entre concentración de poder y toma de decisiones:

“…por voluntad y elección de las Provincias que la componen…”: Argentina existe gracias a que un grupo de provincias decidieron unirse y formar algo más grande que ellas. Es decir, Argentina es lo que es gracias a las provincias y por las provincias. Cualquier autoridad gubernamental de nivel nacional tendría que tener esto en claro. La soberanía provincial es vital para el funcionamiento y respeto de las ideas de los fundadores.

“…y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino…”: La libertad era una de las preocupaciones iniciales de nuestros fundadores. En búsqueda de ella se unieron las provincias y en búsqueda de ella debemos seguir unidas. La libertad genera beneficios que deben ser nuestro principal objetivo, para nosotros y los argentinos que vendrán en un futuro. Las provincias, y no el estado nacional, son las encargadas de llevar esto a cabo.

Hayek, en “La fatal Arrogancia” (1988) hace una brillante explicación de los problemas que enfrenta cualquier planificador central a la hora de querer decidir, desde la cúpula de una sociedad, los pasos a seguir por los individuos de esta. El error más básico que suelen cometer es creer que tienen la capacidad de recolectar todas las preferencias y decidir en consecuencia. Esto es imposible ya que, al estar disperso el conocimiento por toda la sociedad, nadie podrá saber qué es lo que la sociedad en su conjunto desea. Los individuos, aún sin quererlo, diseñan instituciones que sirven de guía a la hora de tomar decisiones, como el nivel de precios, el cual guía a los empresarios dando una idea de lo que los individuos desean.

Las provincias también tienen este inconveniente, aunque lo sufren en una magnitud menor. Las autoridades provinciales, mucho más las municipales, son elegidas por la gente de su provincia y no de todo un país. A lo largo de un país tan extenso y diverso como Argentina, sería imposible suponer que la elección de una autoridad central nacional está representando a todas las provincias, mucho menos a todos los individuos. Por esto, es que el poder debe descentralizarse y repartirse a las provincias, quienes deben, a su vez, cederlo a los municipios. Los municipios son los que más conocen de las preferencias de los individuos, ya que son la representación del pueblo, de ellos mismos, y no una representación distorsionada muy alejada de las preferencias originales. Es decir, se supone que un intendente sabe mucho más acerca de las necesidades de sus electores que un presidente.

El federalismo le da poder a las provincias por sobre la autoridad nacional, la cual solo debería nuclear y discutir asuntos de alcance nacional, con lo difícil que decidir qué se comprende por esto pudiera ser. El hombre, por su condición de ser social y porque necesita al prójimo para progresar, acepta vivir en sociedad y delega ciertas decisiones a una entidad que esta sobre él. Esta entidad no debería desconocer las problemáticas del día a día, ya que de esto depende cuán buena será su labor. Cuanto más cerca estén los tomadores de decisiones de los individuos a los que afectan estas decisiones, más incentivos tendrán a ser responsables y a no equivocarse, ya que la respuesta será rápida y de eso dependerá su reputación que, suponemos, es muy importante en niveles de gobierno cercanos a los pueblos.

“El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”, el aforismo por el que Lord Acton es más recordado, es una clara analogía del problema que se está discutiendo: El poder absoluto, dado por la soberanía nacional por sobre las provincias, tenderá a corromper a las personas que estén encargadas de las decisiones desde el máximo nivel de gobierno. Estas no tienen incentivos a actuar acorde a las preferencias de las personas que las eligieron, salvo por las políticas. La respuesta de la sociedad es muy lenta, si es que ocurre. Sólo pueden expresarse cada cuatro años, en el caso de Argentina, al menos. En cambio, las autoridades provinciales, más allá de estar en el poder (no absoluto) por un periodo similar, deben vivir el día a día con la gente que se ve influida por las decisiones tomadas por el gobierno. Esto es, los habitantes de pueblos y provincias tienen más acceso a las autoridades locales que a la nacional, por lo que estas son las primeras que tendrán que responder a las quejas de los individuos.

En el caso argentino, la realidad es preocupante. El nivel de gasto público ya es muy elevado, al punto de tener un gasto público que equivale a más del 50% del PIB, siendo que los países de la región promedian el 30%. Pero lo más preocupante es como está distribuido en cuanto a los niveles de gobierno. En 2003, el gasto público equivalía a casi el 30% del PIB y, de ese 30%, 16% era ejecutado por el gobierno nacional, 11,5% era ejecutado por los gobiernos provinciales y, tan solo, 2,5% era ejecutado por los municipios. Estos valores dan cuenta de la concentración del gasto público en el nivel máximo de gobierno, lo que genera problemas en la toma de decisiones, por lo que ya se ha dicho. Actualmente, en 2013, el gasto público represento más del 50% de la producción argentina, del cual el gasto público ejecutado por el gobierno nacional representó el 29%, mientras que el gasto ejecutado por los gobiernos provinciales y municipales representó el 18% y 3,5%, respectivamente. En otras palabras, el gasto ejecutado por el gobierno nacional, el que está más alejado de las problemáticas diarias de las personas, creció un 85%, pasando de 15.5% a 28.7%. Por otro lado, el gasto publico provincial creció un 57%, yendo de 11.5% a 18.1%, mientras que el gasto municipal paso de 2.4% a 3.4%, creciendo 41%.

Federalismo

Fuente: IERAL

En conclusión, una democracia es el gobierno del pueblo y, para que una democracia sea sólida, el gobierno debe tener poder sobre las autoridades. Para esto, mas allá de elegir a quién será el gobernante, los individuos deben tener una mayor incidencia en las elecciones del día a día, las cuales son llevadas a cabo por autoridades locales. Estas son las que deberían tener mayor poder para decidir sobre los asuntos claves de sus gobernados. La libertad debe ser respetada y, para esto, la voluntad y elecciones de los individuos deben ser lo más importante a la hora de decidir. Tal como lo expresa el Preámbulo de la Constitución Argentina, tal como lo pensaron los fundadores.

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Federico-RoucoFederico Rouco es estudiante de Economía de la UCA y de la University of Leeds, Reino Unido. Es investigador adscripto en el Centro de Investigación Aplicada de la Escuela de Negocios de la UCA e Integra el Grupo Joven de la Fundación Libertad y Progreso. Twitter: @fgrouco

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