Ese dolor de cabeza llamado gasto público

Por Gustavo García / La difícil tarea que enfrenta el Gobierno para reducir el déficit fiscal al mismo tiempo que bajar impuestos. Qué piensa hacer Dujovne.

Redacción Fortuna

Como la Hidra de Lerma, el gasto público se yergue ante el Gobierno como un monstruo de mil cabezas difícil de liquidar. Qué cortar, cuál es el corazón, el centro vital de la criatura, es lo que se pregunta por estas horas el equipo económico en su afán por revertir lo que es la madre de todos los problemas fiscales.

La cadena es larga, los eslabones se multiplican. Detrás del enorme gasto público se suceden el déficit fiscal, la monetización del rojo de las cuentas públicas, el endeudamiento que permite el gradualismo, y un proceso inflacionario díscolo, que no se aplaca pese a todas las promesas oficiales.

A esta altura del partido, tras dos años de gestión de Cambiemos, queda claro que el principal esfuerzo para talar el gasto ha recaído sobre los hombros del sector privado. Sólo a través de la quita de subsidios a los servicios públicos, cuyo gasto cayó 3 puntos y hoy representa el 4,7% de las erogaciones, es que el Gobierno se ha mostrado eficiente. Pese a que el esfuerzo se ve en parte anulado por el mayor pago de intereses de la deuda externa.

Pero la sociedad reclama un gesto simbólico de la clase política. Un puñado de decisiones, quita de privilegios, ponerse a la altura de las circunstancias, cosas que no moverán el amperímetro del gasto total pero que significarán para el ciudadano de a pie un ejemplo estimulante a la hora de cargarse la mochila de apretar el bolsillo y hacer sacrificios. Poco y nada de eso se ha visto hasta el momento.

Los números duros sirven para trazar el mapa del gasto público en la Argentina. Un estudio elaborado por la consultora C&T Asesores Económicos da cuenta de los rumbos por donde se filtra el dinero público en este bote que hace agua.

El desafío 2018-2022 es para valientes: reducción del déficit fiscal ejecutando al mismo tiempo una teórica baja de impuestos. Las cifras indican que Jubilaciones y pensiones, Asignaciones Familiares, Asignación Universal por Hijo (AUH) y planes sociales representan el 12,5% del PBI.

El documento señala que el aumento de gastos fue generalizado en los últimos años. La Administración Nacional casi duplicó el peso del gasto, las empresas y otros entes nacionales tienen poco peso pero aumentaron sus erogaciones en casi 3 puntos del PBI. En tanto, las provincias lo incrementaron en 4,65 puntos, y los Municipios en 1,24 puntos del Producto.

La situación asoma escalofriante. Los datos recogidos por C&T destacan que en la Administración Nacional casi 50% del alza del gasto se debe a Jubilaciones, casi 30% a las transferencias corrientes y 12% a salarios. En tanto, en las Provincias el aumento del gasto como porcentaje del PBI se explica 82% por salarios, mientras que en los Municipios los sueldos son el mayor causal de las erogaciones fiscales.

Del alza de 18.2 puntos del PBI del gasto, 80% se explica por Salarios (32,3%), Jubilaciones (25,2%), y Transferencias Corrientes (subsidios y sociales) (22,1%).

“Lo que se podía reducir más rápidamente del enorme gasto público ya se redujo: los subsidios a los servicios públicos. Las futuras bajas requieren un trabajo más minucioso y necesariamente lento, sobre todo si van combinadas con reducciones de impuestos. Es crítico el cumplimiento del acuerdo fiscal con las provincias para evitar excesos fuera del gobierno nacional”, destaca María Castiglioni, directora de CyT Consultores.

ALARMA. Los expertos están preocupados. Como explicó José Luis Espert durante las jornadas del Congreso Económico Argentino, el problema es grave. “Sólo en 4 años de un total de 58 la Argentina tuvo superávit fiscal, y eso ocurrió durante el gobierno de Néstor Kirchner. Hoy estamos con niveles críticos de déficit fiscal. Esto es financiable, sí, pero sólo por un tiempo”.

Y agregó: “Cada crisis es un punto de inflexión para el fisco, que parece controlarse, retraerse, hasta que vuelve con sus políticas expansivas y se genera este nivel de gasto público extravagante que es imposible de sostener”.

Daniel Artana, economista de FIEL, trazó un panorama similar. “Argentina tiene un Estado grande para su nivel de desarrollo. Y por eso genera impuestos distorsivos. Además existe un déficit externo importante. El Gobierno eligió resolver el problema en forma gradual, es decir convivir con el déficit y el endeudamiento”.

Y agrega: “El déficit externo no es bueno ni malo per se. La realidad es que se está financiando un nivel de consumo mayor del que se puede afrontar y el gran responsable de esto es el Estado, a partir de la masa salarial, el pago de las jubilaciones y los subsidios”.

El exceso de gasto estatal genera problemas internos, pero por sobre todo puede encender la alarma de los prestadores que lubrican el gradualismo. “Muchos en el exterior miran a la Argentina con preocupación a partir de sus números fiscales. El 2017 fue el primer año de baja del gasto público. Es pequeño, pero significa un cambio de tendencia”.

Y agrega: “En la década del “90 teníamos una presión tributaria del 18% del PBI, luego con el kirchnerismo subió hasta el 42% y ahora empezó a bajar. Estamos marginalmente mejor. Es demasiado lenta la solución frente a la enorme tarea que hay que enfrentar”.

“La mayor vulnerabilidad es el déficit amplio con respecto al tamaño de nuestra economía. El gradualismo es posible mientras se mantenga el crédito. No hay espacio para relajar las metas fiscales. El ajuste no lo define la política sino los que nos prestan la plata. Sin crédito, habrá que hacer el ajuste de golpe. Es necesario asegurar la solvencia fiscal”.

INTRÍNGULIS. La gran pregunta es qué va a hacer el Gobierno con la gran masa del gasto público. El panorama no es sencillo y buena parte de la respuesta pasa por el cumplimiento del Pacto Fiscal con las provincias. Los salarios públicos ocupan casi 14 puntos del PBI y el acuerdo fiscal brinda algunas señales alentadoras.

Por lo pronto, el Gobierno ya puso en marcha un programa de retiro voluntario para empleados de la administración pública.

“La realidad es que nadie se resiste cuando sube el gasto, pero bajarlo es difícil y genera resistencia. Las bajas muy severas no se sostienen en el tiempo, aunque estén fijadas por ley -señala Sebastián Galiani, secretario de Hacienda-. Del gasto, 5 puntos son subsidios al sector privado, servicios públicos. Otros 5 puntos son masa salarial. El empleo público es dos tercios en las provincias y los municipios. Esto requiere de una verdadera ingeniería política para que descienda”.

Y concluye: “El tercer punto clave es la Anses, donde hay muchos derechos adquiridos. Por lo tanto, el rubro donde se puede actuar más rápido es en el de los subsidios. Todo el tiempo hay que controlar el gasto. Lo más importante fue controlar el exceso en seguridad social, que era insostenible. La nueva fórmula para el cálculo de haberes jubilatorios también resulta clave”.