PERFIL presenció un seminario en el que el financista que ganó el juicio por la deuda se mostró junto a representantes de BlackRock y Blackstone, otros fondos criticados por el Gobierno, pero también socios del Estado.
Por Agustino Fontevecchia, desde Nueva York.
Se lo veía cómodo a Paul Singer, el buitre que tantas noches mantuvo en vilo al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Cómodo y confiado. Hablando en el piso 63 de la One World Trade Center –la torre que reemplazó a las Gemelas–, Singer mostró su lado humano el jueves, haciendo reír a una audiencia repleta de financistas en una conferencia donde desfilaron varios pesos pesados de Wall Street que tienen negocios en nuestro país. Singer, igual, no pudo con su genio: fue el único que no permitió preguntas de la audiencia.
Es raro verlo así, hablando abiertamente y en público, sin interlocutores. Era uno de los principales oradores de la DealBook Conference del New York Times, donde compartió el escenario con otros billonarios como Laurence Fink y Stephen Schwarzman –CEOs de BlackRock y Blackstone, ambos descalificados por Cristina– y hasta Lloyd Blankfein, de Goldman Sachs, el banco de inversión que alguna vez tuvo una participación accionaria en el Grupo Clarín.
Luego de fustigar a la Reserva Federal –el Banco Central de EE.UU.– por “ampliar la brecha de la desigualdad” y favorecer a los más ricos a expensas de la clase media, Singer habló de la Argentina. “Desde el principio, sostengo que ésta es una situación en la que perdemos todos”, explicó el fundador de Elliott Management, antes de agregar: “El gobierno argentino nunca quiso negociar con los holdouts”.
Momento dorado. A través de NML, Elliott Management, que cuenta con activos que superan los US$ 25 mil millones, es el protagonista de una batalla judicial con el gobierno de CFK que ya lleva más de una década. Singer, un billonario con una fortuna estimada en casi US$ 1.900 millones por Forbes, reiteró que su intención es llegar a un acuerdo con el equipo de Economía que maneja Axel Kicillof. “Si el problema fuera (la cláusula) RUFO, esto ya lo hubiéramos solucionado, pero el gobierno argentino transformó una disputa comercial en una discusión de dignidad nacional”, insistió. La famosa norma prohíbe al gobierno de CFK hacerle una mejor oferta a los holdouts que a los tenedores de bonos que entraron en los canjes de 2005 y 2010, y es el mayor argumento para no sentarse a negociar con Singer y los otros bonistas. RUFO vence a fin de año y algunos esperan que en 2015 Kicillof, por orden de la Presidenta, finalmente negocie con los buitres.
A sus 69 años, Singer está en uno de sus mejores momentos. Se lo nota ágil y mentalmente agudo, respondiendo con elocuencia, rapidez y soltura. “Son impredecibles”, dice del gobierno de CFK mirando a la audiencia, con su barba blanca impecable y unos lentes con un fino borde negro que le dan un aire de profesor universitario. Habla con una cierta arrogancia que parece considerar justificada, como un boxeador que acaba de noquear a su contrincante en los primeros rounds de una pelea. Los activos de sus fondos están en cifras récord, mientras que desde 1977, cuando fundó Elliott, tienen una tasa de retorno anual promedio de más del 10%.
Más buitres. Pero Singer no es el único inversor multimillonario con un ojo en la Argentina. BlackRock, la empresa de capitales privados que maneja Fink, fue el foco del enojo de la Presidenta tras la quiebra de la imprenta Donnelley, en la cual era uno de los mayores accionistas. Cristina amenazó con aplicar la Ley Antiterrorista contra BlackRock, a la que acusó de ser socia de Elliot, más allá de que, como accionista de YPF, la empresa de capitales privados es socia del Estado. Es más, BlackRock también intercedió a favor del Gobierno en el caso con los buitres en Nueva York, presentándose como amicus curiae de la Argentina frente al juez Griesa. Fink habló del mercado energético global, pero prefirió ni hablar de la Argentina.
Otro que no tocó el tema Argentina fue Schwarzman, de Blackstone. Schwarzman, que cuenta con una fortuna de más de US$ 10 mil millones, tampoco se salvó de la mira de la Presidenta, que acusó a su empresa de un “ataque especulativo” después de que American Airlines restringiera la compra anticipada de boletos a noventa días por culpa del cepo cambiario; James Albaugh, director de American Airlines, es también asesor de la empresa que maneja Schwarzman. En la Argentina, Blackstone es también competidora del socio de Cristina Kirchner, Cristóbal Lopez, a través de la empresa de juego Codere, que opera 14 bingos en el país. Junto con el fondo Gramercy, en 2013 Blackstone armó una propuesta para que los tenedores de bonos que entraron en los canjes de 2005 y 2010 aceptaran transferirles parte de sus cobros de intereses a los buitres para evitar un posible default.
Singer, que fue el único que se refirió a la Argentina, y puede llegar a sentarse en la mesa de negociación en una posición de fuerza, tras el último fracaso del canje del Boden que intentó el Gobierno, sumado a la alta inflación, la escalada del dólar blue y la caída de actividad económica les dan la ventaja al fondo Elliott y a sus aliados. Y Singer lo entiende: “Saliendo de la Segunda Guerra Mundial, la Argentina era el séptimo país más rico del mundo. Por no negociar con los holdouts, hoy vemos cómo están sus tasas de interés, los spreads y el valor del peso”.