Urquía, el sojero que arriesga U$S 500 millones

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Redacción Fortuna

Las trabas de las autoridades chinas al aceite de soja argentino afecta y mucho al grupo AGD, propiedad del ex senador y el mayor exportador argentino de aceite de soja a ese país. Las ventas por u$s 500 millones que están en riesgo y las opciones que maneja para conservar este negocio.

Por Horacio Neiva

Cuando en Aceitera General Deheza, el jueves 1 de abril, se recibió desde China la noticia de que iban a dejar de comprar aceite de soja de la Argentina, la primera reacción fue de indiferencia. No es la primera vez que Beijing lanza una amenaza de este tipo. Pero cuando, a medida que pasaban las horas, las informaciones que llegaban desde oriente mostraban que esta vez no se trataba de bravatas, un escalofrío comenzó a correr por las espaldas de los más alto ejecutivos del grupo y todas las miradas se posaron en el dueño del holding, el ex senador kirchnerista Roberto Daniel Urquía. Para el empresario, con años de experiencia en el negocio y un olfato muy fino para entender de fuertes tormentas o simples chubascos, la gravedad de la situación había tomado forma apenas se supo la noticia. Nunca tomó las cosas a la ligera.

No es para menos. AGD es la mayor exportadora de capitales nacionales que le vende a China aceite de soja. De ahí que se dé una verdad de perogrullo: al ser la argentina que más vende (las que la superan en números son multinacionales que no sólo exportan aceite sino también granos de soja y otros productos), con las trabas impuestas por la autoridades chinas es una de las que más pierde. En 2009, la Argentina exportó a ese país de Oriente 1.470.000 toneladas por u$s 960 millones. Ese mismo año, el grupo de Urquía vendió 400.000 toneladas a los chinos, por unos u$s 300 millones: el mismo monto que el holding recauda por las ventas de todos sus productos en el mercado interno. Esa región del mundo representa un 36% del total de sus exportaciones, apenas un punto menos que lo que le vende a la Unión Europea, un mercado compuesto por varios países.

Pero la preocupación en Aceitera General Deheza no sólo proviene del mercado ya consolidado. Y tampoco de los barcos que ya partieron del puerto de Rosario con la preciada carga y que van a llegar a destino, donde van a ser descargados normalmente, según lo afirmado por el gobierno chino. A esto se suma el potencial que tiene este negocio. Según los cálculos que hacen en el sector, para 2010 las proyecciones hablan de un crecimiento muy importante. Se estima que este año, de normalizarse la compra por parte de China, la Argentina va a venderle al gigante asiático 2.400.000 toneladas, lo que equivale a una facturación de u$s 2.000 millones. Esta expansión se va a ver reflejada en la empresa de Urquía: antes de las trabas, AGD pensaba exportar 600.000 toneladas de aceite de soja por un total de u$s 500 millones. Un 50% más en cantidad y un 66% más en valor. Estos números son los que inmediatamente cruzaron por la cabeza de Urquía cuando supo de la firmeza de las trabas de los funcionarios de China.

EX KIRCHNERISTA

Esta vez, el empresario no tuvo la misma reacción que otras veces, en años anteriores, cuando las autoridades chinas amenazaron con trabas a las ventas. En esos momentos, Roberto, que estaba más apoyado en su hermano mayor Adrián –CEO de AGD– y su hermana Adriana –integrante del directorio– porque actuaba como senador por Córdoba, sintió que no se le complicaba demasiado el negocio.

También es que en sus últimos años en el mundo de la política –carrera que comenzó en 1983 como concejal de General Deheza y que llegó al cargo del senador nacional– su apoyo estaba centrado en quien también le daba muchas seguridades: Néstor Kirchner. Pero hoy, y especialmente tras la protesta del campo de 2008 que lo ubicó en la vereda de enfrente de los K, esa cercanía no existe más y el desencanto es la palabra más adecuada para su visión de las políticas del actual Gobierno.

Pero esta vez no sólo la preocupación podría suponerse por su lejanía de la administración central, sino porque, como muchos sectores productivos, ven que la actitud china es producto más de los desaciertos del gobierno argentino en su relación con China que de los argumentos que se esgrimen en Beijing para no comprar más aceite de soja.

Lea el artículo completo en la última edición de Revista Fortuna

9/4/2010

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