Consumo sin inversión, historia de una columna de humo

Redacción Fortuna

Opinión. Por Juan Pablo De Santis *|

La economía se recupera de los coletazos de la crisis financiera a punta de una fuerte reactivación del consumo pero, ¿es sostenible el modelo si la inversión privada permanece anestesiada? Es decir, en el crecimiento pesa más la venta financiada de electrodomésticos, autos y casas que las inversiones productivas destinadas a ampliar la oferta de bienes.

El nuevo boom de consumo privado tiene grandes puntos de contacto con 2007: proceso inflacionario en vigencia, fiebre de cuotas destinadas a comprar bienes (semi) durables, atraso cambiario e incertidumbre de largo plazo en los consumidores.

CONSUMO CALIENTE

Quizás el mejor ejemplo de los incentivos a consumir sea la fiesta de 50 cuotas sin interés para comprar un LCD. El Banco Central mantiene planchado al dólar y la inflación lleva un ritmo de 25% anual, entonces resulta más conveniente comprar un televisor nuevo que adquirir dólares (ahorrar) para no perder su poder de compra. La razón es que los precios crecen más rápido que el valor de la moneda extranjera: al cabo de un año con los ahorros se puede comprar menos que ahora.

Es decir, los compradores prefieren larzarse a las cuotas fijas porque saben que así perderán menos poder adquisitivo. Sienten que la inflación se come al financiamiento, porque tienen incertidumbre sobre lo que pasará más adelante. Este panorama lo confirma el Índice de Confianza del Consumidor de la Universidad Torcuato Di Tella de mayo -frente al mismo mes de 2009- a nivel nacional muestra:

La predisposición a comprar electrodomésticos, automóviles y casas creció 75,18%.

Mientras que las expectativas sobre la economía a 3 años empeoraron 3,08% (y puntualmente en el interior del país -11%).

Ahora los protagonistas son los bancos que emiten tarjetas con promociones y descuentos, mientras que hace tres años había una mayor incidencia de créditos personales de cadenas de electrodomésticos. En tanto, el gasto público está centrado en infraestructura, el déficit de Aerolíneas y construcción, todo esto incentiva la cadena de consumo.

En los tres primeros meses del año el PBI creció en torno a 5% frente al mismo período del año pasado: el consumo privado explicó la mayoría expandiéndose más de 8%, pero la inversión privada destinada a ampliar la oferta de bienes está peor que hace un año o en cero, en el mejor de los casos.

Entre enero y marzo, la oferta global se expandió 5% con mucho hincapié en productos de consumo final, pero en tanto a bienes de capital (los utilizados para producir otros productos de consumo) está estancada.

INVERSIÓN EN FRÍO

El freno en la inversión privada es reconocido por el INDEC a través de dos termómetros: la importación y producción local de bienes de capital.

El anticipo del Estimador Mensual Industrial (EMI) de abril señala que el rubro metalmecánica excluída la industrial automotriz (productora de maquinaria, herramientas, moldes...) cayó 5,3% en el acumulado de los cuatro primeros meses del año frente al mismo período de 2009. Así en lo que va del año, la fabricación local de bienes de capital para industrias es inferior al año pasado, cuando impactaba de lleno la crisis financiera internacional. También vale aclarar que este es el sector industrial que hace menor uso de su capacidad instalada, sólo 69%.

Por otra parte, la importación de bienes capital exceptuando equipos de transporte industrial -como aviones, barcos y vehículos de pasajeros y carga- creció sólo 8% interanual en el primer cuatrimestre. En contrapartida, la compra de bienes de consumo durables y semi-durables a otros países subió 12% y 10% respectivamente. Según el INDEC, se destacaron televisores y motos.

Asimismo a nivel total, las importaciones están creciendo más rápido que las exportaciones y el superávit comercial se achica reduciendo la oferta de dólares: en estos cuatro meses la balanza comercial (diferencia entre ventas y compras al exterior) arrojó un superávit comercial de U$S 4.101 millones, mostrando una reducción del 30% frente al mismo período del año pasado.

LA PELÍCULA

Siendo más claros: la demanda de consumo crece muy por encima de la capacidad por ampliar la oferta y esto hace que el nuevo “boom de consumo”, el actual motor de la recuperación economómica, se apague en algún momento o por lo menos no sea sostenible en el largo plazo.

Pero pueden pasar más cosas en el medio, según cómo se mire. El horizonte político pretende llegar hasta las próximas elecciones con fiebre de consumo: la idea será decir que el modelo no se ha enfriado, para que otro piense si es sostenible. La economía se está comiendo su capacidad ociosa, pero no hay a la vista inversiones estructurales privadas a largo plazo.

La inflación presiona en el tipo de cambio y la competitividad. De hecho, los datos del INDEC demuestran que hay poco interés privado en desarrollar inversiones productivas con horizonte a más de cinco a diez años. Más allá de la incertidumbre, hay otras dos realidades duras: una financiera y otra de observación.

Por un lado, el Estado y empresas aún no pueden acceder a financiamiento internacional a tasas de interés de un dígito, que sean adecuadas para grandes proyectos. Por otro, el Gobierno niega de modo maniqueo que exista un proceso inflacionario y prefiere hablar -en el caso del ministro de Economía, Amado Boudou- de “reacomodamiento de algunos precios”. Al mismo tiempo, los gremios más afines al oficialismo cierran aumentos de salarios de hasta 30% justificándolos en el incremento del costo del vida.

En definitiva, tanto en clima de negocios como en la política, la idea de corto y largo plazo que maneja la economía kirchnerista es la misma diferencia que hay entre analizar la realidad a través de una foto o de una película. La foto imprime una realidad estática, de que nada podrá cambiar. En cambio, la película siempre obliga a pensar el final y, a veces, segundas partes para continuar una buena historia.

* Editor de FortunaWeb

26/5/2010

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