Los empresarios tienen objetivos… empresarios

Redacción Fortuna

Opinión. Por Juan Carlos de Pablo * |

"El día que decida colgar empresarios uno de ellos va a venir a venderme la soga". La contundente afirmación, perteneciente o atribuida a Lenin, tuvo una lamentable vigencia en los últimos años en nuestro país.

¿Quién se solidarizó con el dueño de una cadena de supermercados, cuando “le cantó la justa” en materia inflacionaria al Poder Ejecutivo en los tramos iniciales de la gestión iniciada el 25 de mayo de 2003? ¿Cuál fue la respuesta a la presión del Ejecutivo, para que en un coloquio de IDEA “lavaran” una presentación referida a la crisis energética, y cambiaran al presentador? ¿Recuerda la bochornosa solicitada que entidades gremiales empresarias urbanas publicaron en 2008 durante la crisis del campo, invitando a sus pares del sector agropecuario a “bajarse los pantalones” delante de las autoridades de turno?

Todo esto viene a cuento por lo que sucedió a comienzos de la semana pasada, en varias ciudades argentinas. El precoloquio de IDEA en Rosario, una reunión de industriales en Córdoba, y la visita de importantes integrantes de la Asociación Empresaria Argentina a la Unión Industrial Argentina, constituyen una nítida señal de que los empresarios abandonaron la postura de enfrentar individualmente a las autoridades, mirando para otro lado (y quizás frotándose las manos, pensando en cómo beneficiarse) cuando la guillotina caía sobre la cabeza de algún colega.

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¿Qué está pasando? Se acusa a los empresarios de tener objetivos exclusivamente empresarios, y por lo tanto carecer de objetivos éticos, políticos o sociales. Acusación tan absurda como pretender que los jugadores de fútbol dejen de tener objetivos deportivos, o los hombres de prensa objetivos periodísticos. Lo cual no quiere decir que, a nivel individual, un empresario no se pueda dedicar a la política (Francisco de Narváez), o que un humorista no pueda ser un buen senador de la Nación (Nito Artaza).

A Dios gracias los empresarios tienen objetivos empresarios, porque esto implica que mi pizzero preferido seguirá produciendo y vendiendo pizza, quienquiera gane la elección presidencial de 2011. ¿Se imagina un pizzero tan pero tan radical, que cierra su local cada vez que ganan los justicialistas?

Consiguientemente, para los empresarios la política es un “insumo”; como la energía, el crédito y los servicios laborales. Una minoría vive la política como gran fuente de ingresos (los denominados “amigos del poder”), la mayoría la sufre, teniendo no sólo que pagar impuestos sino también teniendo que realizar increíble cantidad de trámites para llevar adelante su operatoria, y también teniendo que rendirle pleitesía a funcionarios que, en sus empresas, no trabajarían ni de cadetes. Porque para los empresarios la política es un insumo, contribuyen a las campañas electorales, en base a la probabilidad que tiene de llegar al poder, cada uno de los candidatos que les solicitan fondos.

Según esta interpretación, las acciones que las entidades gremiales empresarias adoptaron la semana pasada no deben leerse como un cambio en los objetivos empresarios, sino como consecuencia de haber advertido que la continuación de la pasividad puede poner en peligro sus propios objetivos… empresarios.

La salida de la Convertibilidad fue un horror… inevitable, porque en las condiciones políticas en las que se encontraba la Argentina a comienzos de 2002 no había cómo defender el mantenimiento del “1 a 1”, y porque los “libretos” de las transiciones nunca están escritos, y por consiguiente la dinámica siempre resulta peor de lo que imaginaron, aún los más pesimistas (recuérdese, por ejemplo, los pronósticos que se habían hecho sobre lo que ocurriría con el tipo de cambio, al abandonarse la tablita cambiaria de Martínez de Hoz o la Convertibilidad).

Dicho horror fue utilizado por el matrimonio Kirchner, durante muchos años, “vendiendo” la idea de que si no los apoyaban y volvían a votarlos, regresaríamos a la situación imperante en 2002. Que en 2007 Cristina Fernández de Kirchner haya resultado electa con 45% de los votos, no se puede explicar exclusivamente por una cuestión de clientelismo político.

Pero el tiempo pasa. Así como es una ridiculez seguir explicando la crisis de la universidad pública por el episodio ocurrido en 1966, que se conoce como “la noche de los bastones largos”, cada vez menos gente cree que el estilo K es la única alternativa a volver al horror de 2002.

Porque el tiempo pasa, pero además porque cada día son más claras las costosísimas implicancias de lo que hasta hace poco, pomposamente, se denominaba “nuevo modelo de país”. ¿Dónde vamos con una tasa de inflación creciente, más allá de lo que dice el INDEC? ¿Dónde vamos con un fuerte aumento de precios y costos internos, y dólar quieto? ¿Dónde vamos con cada vez menor extracción de petróleo y gas, y por consiguiente mayores costos energéticos, más allá de los subsidios? Las autoridades podrán listar ejemplos del pasado, referidos a falta de seguridad jurídica, pero no tienen cómo contestar el argumento de que, trágicamente, e n l a Argentina actual uno se siente dueño de los activos que tiene fuera del sistema económico, pero no de los que tiene incorporados al sistema.

Los empresarios no son angelitos, los dueños de los medios de comunicación tampoco. Nadie es un angelito. Pero lamentablemente el estilo K obliga a plantear todo en términos de blanco o negro, de error tipo I-error tipo II. En la Argentina 2010 necesito a los empresarios para que me defiendan del matrimonio Kirchner, porque frente a los empresarios me sé defender solo. De la misma manera que necesito a los medios de comunicación para que me defiendan del matrimonio Kirchner, porque frente a los empresarios me sé defender solo. Este es el sentido en el cual los pronunciamientos medios de la semana pasada fueron importantes.

* Economista. Columnista de Revista Fortuna

13/8/2010

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