Una nueva antinomia K

Carta del Editor Ejecutivo de la Revista Fortuna a los lectores

Redacción Fortuna

Ceferino ReatoPor Ceferino Reato *

Maestro en la fabricación de conflictos, el kirchnerismo acaba de lanzar a la consideración electoral una nueva antinomia: el Estado contra las empresas privadas, cuanto más grandes mejor. Hay que reconocer la audacia de la presidenta Cristina Kirchner y de su equipo, que sugieren como ejemplo de la supuesta supremacía del Estado en la creación de riqueza y empleo genuinos a Aerolíneas Argentinas al proponer como nuevo director de Siderar, una de las joyas del grupo que dirige Paolo Rocca, al economista Axel Kiciloff, de 39 años. Kiciloff está haciendo sus primeros palotes en la economía real en la cúpula de esa empresa estatal como encargado de sus finanzas; hasta ahora, sólo ha querido ser entrevistado por periodistas ultrakirchneristas a quienes les ha dicho que no está de acuerdo en cuánto y dónde invierte Siderar.

La decisión de mostrar a Aerolíneas Argentinas como un caso testigo es por lo menos controvertido: donde la Presidenta ve una gestión eficaz y eficiente, en línea con el supremo interés público, otros reparan en esa suerte de barril sin fondo en la que parece haberse convertido la aerolínea de bandera, con un déficit que se calcula en un millón y medio de dólares por día.

Es un conflicto que, como otros que fogonea el oficialismo, ha sido superado por nuestros vecinos Brasil, Chile y Uruguay. Estos países, como casi todos, resumen tensiones que, en manos de un liderazgo político diferente al que ahora tienen, seguramente no tardarían en ser ganados por un clima de crispación permanente. Es interesante el caso brasileño. Uno de los logros más trascendentes del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva fue el impulso a las empresas brasileñas para que cruzaran las fronteras y se trasnacionalizaran; en realidad, también en ese plano hubo una continuidad con su antecesor, Fernando Henrique Cardoso, tal como ahora existe con su sucesora, Dilma Rousseff.

Esta buena onda entre el capital y Dilma acaba de tener un nuevo fruto: el nombramiento del rey del acero brasileño, Jorge Gerdau, al frente de un equipo de altísimo nivel que intentará mejorar la eficiencia de la administración pública.

Mientras eso sucede en Brasil, en la Argentina nuestro rey del acero, Rocca, protoganiza una sonora disputa con el gobierno. Es azarosa la vida del empresario argentino, debe pensar Rocca, que hace apenas un par de años era considerado el modelo de la burguesía nacional por la propia Presidenta; ahora, el gobierno no sólo intenta diseñar su modelo de negocios sino que los periodistas e intelectuales ultra K se acuerdan hasta del presunto pasado fascista de su abuelo.

Pero la avanzada kirchnerista no es sólo contra Rocca y sus empresas, que, dicho sea de paso, dan trabajo a 60 mil personas: puede afectar a todas las empresas en las que la Anses tiene acciones gracias a la estatización de los aportes a la jubilación privada. Tal vez le sirva al oficialismo para tener más caja para la campaña y ganar algunos votos. El costo de la movida parece obvio: por algo, en el ranking de las economías que crean más riqueza y empleos del mundo hay sólo dos de la Argentina (curiosamente, las dos de Rocca que el gobierno quiere controlar) pero 37 de Brasil.

* Editor Ejecutivo de la Revista Fortuna

4/5/2011

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