En un mundo que revaloriza el encuentro presencial y las experiencias auténticas, Argentina tiene la posibilidad de consolidarse como sede de grandes ideas y proyectos.
Mientras gran parte del turismo argentino sigue recuperando terreno tras los años más duros de la pandemia, hay un segmento que no solo se recuperó, sino que crece con fuerza: el turismo MICE (Meetings, Incentives, Conferences and Exhibitions).
Entre octubre y noviembre, cuando se concentra la temporada alta de congresos, ferias y viajes corporativos, la demanda de servicios muestra un incremento superior al 10%. Un dato que no sorprende si se tiene en cuenta el papel estratégico que cumple este tipo de turismo en la economía nacional.
A diferencia del turismo tradicional, el segmento MICE combina trabajo y placer. Reúne a ejecutivos, diplomáticos, oradores internacionales y grupos corporativos que viajan para capacitarse, dar conferencias, negociar o inspirarse, pero que también consumen gastronomía, cultura y experiencias locales. El gasto per cápita suele duplicar el del turista de ocio y dinamiza una amplia red de servicios: transporte, hotelería, catering, tecnología, escenografía, entretenimiento. Cada evento se transforma, así, en un pequeño ecosistema de desarrollo.
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El crecimiento reciente se explica por varios factores. Por un lado, la reactivación de la agenda internacional —con más congresos presenciales y ferias híbridas—; por otro, la mejora en la conectividad aérea y el posicionamiento de destinos nacionales como Buenos Aires, Mendoza, Córdoba o Salta dentro del circuito regional de grandes eventos. A esto se suma una oferta hotelera renovada y una industria de servicios cada vez más profesionalizada, capaz de responder a las exigencias de un público que valora la precisión y la calidad.
Pero el desafío no es menor. El cliente MICE exige estándares internacionales: traslados puntuales, logística impecable, atención personalizada y tecnología integrada. En un contexto global donde la competencia entre destinos es intensa, Argentina tiene la oportunidad de diferenciarse no solo por su infraestructura, sino también por su calidez, creatividad y capacidad de adaptación. En muchos casos, la experiencia humana termina siendo el factor decisivo que convierte un evento correcto en una experiencia memorable.
¿Por qué viajan los argentinos?
El turismo MICE no solo deja divisas: deja reputación. Cada congreso bien organizado, cada delegación que se lleva una buena experiencia, refuerza la imagen del país como un lugar confiable para hacer negocios, invertir y celebrar acuerdos. Además, impulsa la formación de profesionales, la innovación tecnológica y la cooperación entre los sectores público y privado.
En un mundo que revaloriza el encuentro presencial y las experiencias auténticas, Argentina tiene la posibilidad de consolidarse como sede de grandes ideas y proyectos. Y ese, quizás, sea el turismo que más futuro promete.
*Gte. Gral. de Universal Traslados