El lado B del Fondo del Bicentenario

Redacción Fortuna

Cómo es la versión recargada para conseguir los recursos que se le demoran por la falta de aprobación legislativa al uso de las resevas.

Por Pablo Menna*

No son buenas épocas para Néstor Kirchner. A sus dificultades físicas le suma, por estas horas, la

sensación de abandono de aquel que siente cómo aquello que lo definía, se le escurre entre los dedos de sus

manos. La caja. El abundante caudal de fondos que le daba un importante margen político y que ahora lo angustia por su ausencia. Pero no está muerto quien pelea, debe repetirse el ex presidente a menudo, mientras da instrucciones a los distintos funcionarios para que elaboren una estrategia de financiamiento alternativa en el caso de que se dilate demasiado la aprobación del uso de las reservas del Banco Central para conformar el célebre Fondo del Bicentenario.

Trabajan en ello por estos días los funcionarios del equipo económico bajo las órdenes de Boudou y también en los despachos del Banco Central que ahora habita la ex titular del Banco Nación, Mercedes Marcó del Pont. Los grandes lineamientos están trazados: mayor asistencia del BCRA al Tesoro, extremar la absorción de fondos de los organismos descentralizados y, la frutilla del postre, retomar una vieja práctica que cayó prácticamente en desuso tras la crisis de 2001. Se trata de las licitaciones acordadas con los bancos de las célebres Letras del Tesoro, más conocidas como Letes.

El Gobierno prevé seguir aumentando el gasto a un ritmo del 30% anual cuando los ingresos en el mejor de los casos crecerán en torno al 23% y en 2010 no se recibirán ingresos extraordinarios como los DEG y las ganancias del ANSES, que este año no serían tan importantes como las de 2009. Así el Gobierno se encontrará con una necesidad financiera adicional de $ 18.000 millones que, sumados al agujero que podría ocasionar la caída en desgracia del Fondo del Bicentenario original, se transformarían en unos $ 40.000 millones de bache que el Gobierno buscará cubrir utilizando varios mecanismos. En principio, al menos se están estudiando tres modos que en todos los casos implicarían emisión monetaria para financiar el déficit, al mejor estilo de los ‘80. Las tres vías que se piensan utilizar para disfrazar la emisión monetaria son; extremar el uso de los límites de financiación con Adelantos Transitorios del BCRA, colocación de Letras y Notas al sistema financiero y apropiación de las ganancias del BCRA y el ANSES

EMISIÓN. Los adelantos transitorios son instrumentos que el Tesoro utiliza para financiarse con el BCRA a tasa cero. La Carta Orgánica del BCRA establece ciertas limitaciones que fueron modificadas en ocasión de la promulgación de la Ley de Presupuesto del año 2009 ampliando la capacidad de obtener financiamiento por esta vía, liberando de los límites más estrictos a los pagos de deuda en moneda extranjera y habilitando una vía de financiamiento en pesos que hasta ese momento no existía. El kirchnerismo podría obtener por este mecanismo entre $ 12.000 y $ 15.000 millones que, inmediatamente, transformados en circulante (se monetizarían a través del aumento del gasto) pondrían una mayor presión inflacionaria sobre la economía.

BONOS. El corazón del proyecto que se maneja en las entrañas del Ministerio de Economía trae a la memoria las famosas Letes, sigla con la que se denomina a las Letras del Tesoro que, en una primera etapa se espera colocar “amigablemente” en el mercado aprovechando los excedentes de liquidez del sistema financiero. En un punto el proyecto colisiona con un instrumento similar que usa el BCRA para retirar pesos del mercado, las Lebacs y Nobacs. El problema es que las Lebacs y Nobacs surgieron como instrumentos destinados a regular la oferta primaria de dinero para moderar presiones inflacionarias y/o como resguardo de liquidez ante eventuales fugas de depósitos. Ahora, si finalmente el proyecto termina provocando que se reemplacen las Lebacs y Nobacs por Letes y Notes (Letras y Notas del Tesoro), con el sistema financiero cancelando las primeras para suscribir las segundas, el Tesoro automáticamente volcará los fondos así obtenidos a un mayor gasto y a una mayor circulación monetaria poniendo, nuevamente otros factor de presión inflacionaria sobre la economía. Y, además, el sistema financiero perdería una fuente de liquidez potencial ante una necesidad de cubrir fugas de depósitos ya que es probable que, difícilmente, el Tesoro luego de haber recibido financiamiento a través de las Letras y Notas devuelva esos fondos ante la necesidad de bancos para devolver cancelaciones de depósitos. Llegado ese punto es más probable que el BCRA vuelva a ser proveedor de liquidez al sistema financiero mediante el uso de redescuentos. Los depositantes deberían estar atentos a este plan que podría transformar a los plazos fijos en un instrumento de financiamiento del sector público nacional pensando en las consecuencias históricamente críticas que tuvo esa dinámica. En una primera etapa el Gobierno calcula que por esta vía podría obtener unos $ 8.000 millones adicionales. El tema, si bien genera inquietud en los bancos, ya está en plena etapa de negociación. De hecho, se llevó buena parte de la reunión que hace quince días mantuvieron los presidentes de las principales entidades bancarias con la titular del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont. La funcionaria es una convencida de que los bancos privados no tienen verdadera vocación de otorgar créditos y que hacen su negocio de la intermediación financiera. En esta línea, el mensaje fue claro: “Los niveles de liquidez del sistema son altísimos mientras que la evolución del crédito es pobre. Están llenos de plata, si no la prestan al sector privado, entonces será al público”. De la vereda de enfrente, quienes comandan las principales entidades financieras no le temen al mecanismo, a pesar de los malos recuerdos que les trae. En definitiva, negociar con el Estado siempre fue indispensable para el sector financiero. Así es que preferieren participar entusiastamente de las licitaciones de Letes, donde la tasa deberá ser de un dígito, a que avance en el Congreso la ley que flexibiliza la aplicación de los encajes bancarios (el porcentaje de dinero en función de la cantidad de depósitos que cada entidad debe inmovilizar en una cuenta del Banco Central) para que, precisamente, pueda destinarse parte de esos fondos a financiar al sector público.

BCRA y el ANSES. El manejo de activos financieros por parte del BCRA y el ANSES permite a estas instituciones obtener ganancias contables por el modo de exposición de sus cuentas. En el caso del BCRA la mayor parte de las ganancias tienen que ver con la ganancia derivada de la devaluación del peso que produce una ganancia sobre las tenencias de moneda extranjera del BCRA y,en menor medida, también por la mejora de la cotización de los bonos en el mercado financiero que hace que el stock de títulos al cierre del ejercicio permita contabilizar una ganancia por esa revaluación. Esto último también sucede en el caso del ANSES que, aparentemente, ya ha transferido sus ganancias de 2009 al Tesoro en el mes de diciembre pasado. El problema es que estas ganancias no son realizables porque para que esos fondos sean percibidos por las instituciones deberían haberse liquidado en el mercado. Como eso no ocurre, ni va a ocurrir (por el absurdo, la ganancia por la devaluación del peso que obtiene el BCRA sólo podría ser efectivamente percibida si el Banco

Central vendiera todas las reservas para alzarse con esa ganancia), el modo de acceder a la apropiación de esas ganancias es por vía de la emisión y transferencia de pesos al Tesoro Nacional. Por este camino, el kirchnerismo espera obtener sólo por el lado del BCRA unos $20.000 millones más.

Es en este escenario de debilitamiento político con cuentas exhaustas, que cobra dimensión la declaración del ministro de Economía Amado Boudou cuando afirmó que la actitud de la oposición (respecto al rechazo al DNU del Fondo del Bicentenario) es “mala para las finanzas del país porque impide avanzar con los compromisos de pago generados en el default del 2001”. La frase, destinada a presionar a los legisladores opositores y responsabilizarlos de una catástrofe en caso de no avanzar en la aprobación de la norma en el Congreso, tuvo también su efecto en los mercados. Fue el reconocimiento político de lo que ya todos saben pero el Gobierno no admitía: volvieron los problemas fiscales. La Argentina tiene otra vez déficit. Y, esta vez, Kirchner lo hizo. Será por eso que los dichos del ministro retumbaron en la Casa Rosada y volvieron a tronar en Olivos. Es que Néstor Kirchner se ha caracterizado por construir poder manejando los recursos públicos, en muchos casos, a modo de premio y castigo a intendentes y gobernadores. El sinceramiento de Boudou expuso abiertamente la nueva debilidad, otrora fortaleza magnética para todo político en funciones ejecutivas. En cualquier caso, el Gobierno ya avanza en el lanzamiento de la nueva versión del Fondo del Bicentenario, que podría sumarle unos u$s 10.000 millones que serán, como nunca antes, tan bienvenidos por los K.

* Publicado en Revista Fortuna

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