Batallas ganadas y desafíos por resolver. El equilibrio entre el trabajo y el hogar. El “antes y después” de la maternidad y el imprevisto impacto positivo de la pandemia son los temas que traen a la mesa estas 8 mujeres en este nuevo #8M.
“Me gusta ser mujer” escribía con un lápiz labial en un espejo todos los días la actriz Nacha Guevara en un intento de reafirmación de la condición femenina. Antes de la existencia de los memes y de las redes sociales, esta artista un día tras otro volvía sobre lo mismo. 30 años después, los entornos laborales inclusivos y la posibilidad de desarrollo de carrera son moneda corriente, pero aún quedan importantes luchas que conquistar entre ellas el equilibrio entre el trabajo y el hogar -y la carga mental que esto conlleva para la salud de las mujeres-, cómo impacta la maternidad en el avance de la carrera profesional y, desde ya, la ampliación a más ámbitos laborales y sociales de las prácticas de inclusión.
En este nuevo Día Internacional de la Mujer, 8 mujeres “paran la pelota” para pensar y compartir sus experiencias, satisfacciones, alegrías, preocupaciones y esperanzas:
Hacia un liderazgo empático: Redefiniendo el mundo empresarial
Candela Higa, con solo 25 años, ya va por su segundo emprendimiento. Mejor promedio de su promoción en el Colegio Carlos Pellegrini, aplicó a las universidades más importantes de los Estados Unidos. Pero decidió quedarse en Argentina donde estudió Economía Empresarial en la UTDT (Universidad Torcuato Di Tella). Co fundó Mofiler, compañía en la que lidera el área de producto, con el lanzamiento de Piqel, una plataforma innovadora para las pymes argentinas, que combina inteligencia de localización e IA.
“En los últimos años, creo que fuimos testigos de un avance significativo en la igualdad de oportunidades y la paridad de género. Los programas de incentivos en la educación han fomentado que más mujeres se formen en áreas antes dominadas por hombres, como lo son por ejemplo los puestos de liderazgo, en el rubro de finanzas o de tecnología”, resume Candela.
Eliana Velarde (38), licenciada en Administración de Empresas y líder comercial de la plataforma para la creación de marketplaces avenida+, cuenta, por su parte: “Tuve la fortuna de tener mujeres como referentes que en ese momento lideraban sin tener el título del puesto que se merecían y que en cierta forma influyeron en mi deseo de liderar siendo mujer, a pesar de que los mandos más altos en ese momento eran hombres. En la actualidad siento que soy una líder con mucha pasión y satisfacción de haber recorrido arduos años de evolución constante y con la motivación de que aún falta mucho más por avanzar y trabajar para que la igualdad sea un hecho al 100%”.
Valeria Oyuela (51), licenciada en Ciencias de la Comunicación de la UBA y Managing Director de Duh! Creators, empresa especializada en la gestión de influencers, desanda camino y reflexiona acerca de sus 28 años de trayectoria profesional: “Las nuevas generaciones han sabido poner en evidencia y verbalizar situaciones de desigualdad antes normalizadas y así cuestionar este supuesto pacto funcional forzando a una refundación más equilibrada y libre para la mujer. Esto se logra también con la suma de voluntades de muchas mujeres que vienen trabajando en puestos de liderazgo, en donde me incluyo, que fuimos feministas hace décadas sin saberlo ni hacerlo notar. Corrimos una carrera sorteando obstáculos de manera silenciosa, tratando de imponer nuestras ideas a pesar de las dificultades y demostrando liderazgo sumado a resultados exitosos”.
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Silvana García (33), por su parte, es oriunda de Eduardo Castex, en la provincia de La Pampa y completó la carrera de Ingeniera en Sistemas de la Universidad Nacional de La Pampa. “Cuando inicié mi carrera como Ingeniera en Sistemas en el año 2009, noté que el número de mujeres en la carrera era bastante reducido. A pesar de que ya nos encontrábamos en una nueva era, la presencia femenina en las carreras informáticas aún era limitada. Sin embargo, en estos últimos años, he sido testigo de un cambio significativo en esta tendencia”. Hoy en día es DevOps Engineer de Nubity, empresa que se dedica a la optimización de los servicios en la nube, donde tuvo la posibilidad de obtener certificaciones para su desarrollo de carrera y también atender a los clientes de la empresa en México, desde su residencia en Castex y la oficina en General Pico.
Florencia Sardi (41) comparte con Silvana una vivencia similar en la universidad: “Cuando estaba en la facultad, en el curso, sólo el 10% éramos mujeres, sin embargo siempre tuvimos las mismas posibilidades de incorporarnos al mercado laboral. Después fui profesora en la universidad, y hacíamos una gran dupla con una compañera. En todas las empresas que trabajé por suerte tuve muchas posibilidades y me fue posible ir eligiendo hacia donde llevar mi carrera”. Graduada como Ingeniera en Informática, comenzó en Kin+Carta, la consultora global de transformación digital, certificada B, como Product Owner, y hoy es la Managing Director de Argentina.
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No todo es color de rosa
Frente a la maternidad, y al equilibrio entre vida laboral y familiar, las referentes coinciden en que aún hay camino por recorrer. Luz Arroqui (38), contadora pública y socia del estudio La Vista Casal, comparte: “Quiero destacar primero que mi experiencia siempre fue muy positiva; me considero una apasionada por mi trabajo y siempre tuve el privilegio de ser valorada y reconocida por mi desempeño sin estar condicionada por ser mujer. Dicho esto, y si bien nos encontramos en un mercado laboral mucho más equitativo, al momento de equilibrar la vida personal con la profesional, seguimos en desventaja frente a los hombres. Vivimos con una carga mental adicional que nos lleva a exigirnos mucho más: sumamos a la maternidad nuestra profesión y nos olvidamos de restar tareas. Persiste el prejuicio social sobre la madre que trabaja y también sobre la que no trabaja fuera de su casa. Las que trabajamos porque estamos mucho tiempo fuera de casa y las que deciden dedicarse a la crianza, tienen poco reconocimiento”.
Siguiendo con el tema, Valeria Oyuela suma: “También recuerdo lo difícil que fueron las licencias por maternidad. Al quedar embarazada comenzaban a bajarte de muchos proyectos, lo que te lleva a delegar tus responsabilidades sin saber cómo será tu vuelta. Sin contar lo difícil que es esa vuelta al trabajo después de ser mamá. Además de la culpa de dejar a tu hijo en una guardería o con un extraño, en una oportunidad me vi sacándome leche en el baño de la oficina para poder llegar más cómoda hasta el final del día”.
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También para Milagros Tidone (42), licenciada en Publicidad y coordinadora general de Interact, la asociación argentina que nuclea agencias, consultoras y productoras del ecosistema digital, “equilibrar la vida familiar con el crecimiento profesional es un gran desafío para las mujeres, pero en este sentido creo que es muy importante contar con el apoyo de las empresas para lograr dicho equilibrio. Las organizaciones tienen que estar orientadas a las personas y entender la importancia de construir una sociedad más justa y solidaria, con igualdad de oportunidades para todas y todos. En mi caso, si bien el desafío es ´enorme´ (soy mamá de 4 hijos), también lo es la satisfacción de poder ejercer ambos roles, pero de todas maneras creo que aún quedan muchas batallas por vencer”.
Por su parte, Nadia Aimi (43), licenciada en Sociología y responsable de Atención al Cliente en la fintech de préstamos Credicuotas, reflexiona en torno a este tema: “A mis 30 y pico decidí ser madre y eso generó un impasse profesional porque iba a estar entre el embarazo y la licencia ´mínimo un año parada´ (textuales palabras que me dijeron). Claramente después de finalizar mi licencia concluyó también mi relación con esa empresa. Esas cosas nos marcan, nos preguntamos si al volver al ruedo estaremos a la altura de lo que el mercado nos exige. Esas dudas y replanteos a los hombres de esa edad no se los hacen”.
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Las consecuencias “positivas” de la pandemia
Algunas de estas mujeres destacan que los cambios en la dinámica laboral, acelerados por la pandemia, terminaron beneficiando -a la larga- en esta búsqueda de equilibrio y también en la generación de nuevas oportunidades para las mujeres: Según Silvana García, “La llegada de la pandemia ha sido un momento desafiante para muchos, pero también ha abierto nuevas oportunidades en el ámbito profesional. En un contexto a menudo difícil y aterrador para muchos, nuestra profesión se vio beneficiada por la expansión de oportunidades laborales, con la aparición de muchas propuestas de trabajo remoto desde cualquier parte del mundo. Esta tendencia ha llevado a la incorporación de más mujeres en equipos de sistemas administrativos, desarrollo de software y otros campos relacionados”.
Por su parte, Florencia Sardi, destaca que “algo positivo que nos dejó la pandemia es la posibilidad de, al menos en este rubro, poder combinar el trabajo desde casa con ir a la oficina. Esto permite por ejemplo que pueda ir a buscar a mi hijo a la salida del colegio varios días de la semana y eso es algo que valoro mucho”.
Valeria Oyuela reafirma esta opinión: “La pandemia dejó algo muy positivo - aunque costó mucho acostumbrarse y hacer que las piezas encajen - la generación de un mejor equilibrio y satisfacción entre la vida laboral, familiar y personal en consenso con los empleadores”.
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El consenso general es que hay mucho territorio conquistado, pero que aún quedan más banderas por esgrimir. “En la industria tecnológica, donde me encuentro actualmente, aunque sigue predominando una mayor proporción de hombres, percibo un compromiso notable hacia la igualdad de oportunidades y la inclusión de más mujeres. Sin embargo, es importantísimo reconocer que esta situación no es universal y que en otras industrias, empresas o asociaciones la realidad con respecto a este tema es muy desalentadora. Por eso mismo, creo que es clave que todos contribuyamos a cultivar una cultura laboral fundamentada en la igualdad de oportunidades y así desafiar las expectativas injustas asociadas a determinados roles exclusivamente masculinos o femeninos”, explica Candela Higa.
“Las nuevas generaciones naturalizan mejor que nosotros esta idea de que ser hombre o mujer no te ata a lo que podés lograr; esto es una esperanza para mi. Me animo a afirmar que no sienten la necesidad de explicar todo, todo el tiempo. Los desafiamos, sin querer, a que nos convenzan de que seguir transformándonos y conquistando espacios es construir un mundo mejor. Las generaciones como la mía, yo las llamo bisagras, somos portadores y comenzamos el cambio pero aun lidiamos con viejas estructuras y conceptos que nos empañan un poco el lente”, concluye Nadia Aimi.