La nueva fiebre del oro mundial: por qué le gana al dólar

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Redacción Fortuna

Histórico refugio en tiempos de crisis, el metal triplicó su valor en los últimos cinco años. Bancos centrales, organismos internacionales y grandes financistas lo atesoran y prevén mayores subas. Rezagado, el mercado local tambien sigue la tendencia. Remedio a la inflación.

Por Christian Riavale *

"La gente compra diamantes por vanidad y oro por estupidez”, solía decir Harry Oppenheimer, el hombre que durante 27 años dirigió el imperio minero De Beers. “Entre la tontería y la vanidad -aseguraba-, francamente yo prefiero la vanidad”.

Desde su cuartel general ubicado en el número 17 de Charter House Street, en pleno corazón de la City, Oppenheimer inventó todos los slogans, argumentos y pretextos para hacerle creer al mundo que el oro representaba una mala inversión. Sin embargo, si viviera, es probable que en este momento comprara lingotes para colocar su fortuna al abrigo de cualquier sobresalto económico.

El desasosiego que provoca la crisis desde 2007 explica en gran medida la nueva fiebre del oro que registra el mundo desde hace tres años: hasta 2005, el precio de la onza troy estaba en su nivel “normal” de u$s 400. A comienzos de 2007 pasó a u$s 600 y el 4 de diciembre de 2009 alcanzó su récord histórico de u$s 1.226,56. En otras palabras, el inversor astuto que olfateó la crisis y vendió sus activos especulativos antes del derrumbe para comprar oro, no sólo protegió su fortuna, sino que en 36 meses duplicó su patrimonio.

Globalmente, eso es lo que hizo John Paulson, conocido en Wall Street como “el financista que se enriquece con las crisis”. Después de haber especulado con los créditos subprimes, se desprendió de esos activos tóxicos justo antes del estallido de la burbuja inmobiliaria. Ese oportuno movimiento le dejó un beneficio de u$s15.000 millones de dólares, cifra que según el diario The Wall Street Journal representa la “mayor ganancia en la historia de las operaciones financieras”.

Su compañía de inversiones Paulson & Co., un hedge fund especulativo que administra una cartera de u$s 32.000 millones, comenzó por invertir en Anglo Gold, Kinross Gold y Gold Fields.

Al cabo de unos meses, un periodo que utilizó para conocer los secretos de ese negocio extremadamente sutil, inyectó u$s 250 millones en un fondo sobre el oro. Paulson adoptó esa decisión después de analizar el balance de la Reserva Federal y comprobar que la masa monetaria de Estados Unidos había aumentado 140% en pocos meses. “El regreso de la inflación es ineluctable”, sentenció. A sus clientes les explicó que, en esa configuración de depreciación de activos, el oro registrará una nueva estampida de precios y representará la mejor “mejor moneda de reserva” frente a la pérdida de valor del euro y del dólar.

Paulson no es el único en pensar que el oro entra en una nueva fase de la historia. Algunos de los economistas más prestigiosos llegaron a la misma conclusión. El gurú Nouriel Roubini, uno de los pocos que predijo la crisis mundial, dice que el oro sólo experimenta aumentos importantes en dos contextos:

Cuando hay una inflación elevada que no cesa de crecer, esa “reliquia bárbara” según la célebre definición de Keynes, permite cubrirse contra la pérdida.

Cuando existe un riesgo de virtual depresión y los inversores temen por el valor de sus depósitos o ahorros bancarios, el oro opera como refugio.

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MERCADO LOCAL: UNA ALTERNATIVA FRENTE AL DÓLAR

Al compás de los vaivenes del precio internacional, el mercado local del oro ha crecido como nunca en los últimos años. En algunos bancos, la venta en volumen trepó hasta un 500% en 2009 y si bien en estos meses la demanda se ha amesetado, el preciado metal ya se instaló como una inversión de largo plazo no sólo para actores sofisticados, sino también para profesionales y hasta jubilados.

Históricas casas del mercado local, como Piano y Puente, constatan un enfriamiento de las operaciones desde que empezó 2010, producto de la crisis del Banco Central que incrementó la demanda de dólares. Pasado el temporal, pronostican un repunte para los próximos meses, apoyado en factores internacionales que favorecen el alza. “El mercado creció, tuvo un pico y ahora toma un amesetamiento pero en valores importantes, por el crecimiento que tuvo el oro como inversión”, explicó un operador.

Esa ampliación del mercado explica en parte que bancos como el Supervielle dispongan existencias del metal en las 140 sucursales que tiene en todo el país. “Si en 2009 vendíamos 6 kilos diarios, ahora estamos en 3 o MERCADO LOCAL en 4, que es menos, pero respecto de 2007 y 2008 estamos muy por encima”, cuenta a FORTUNA Fernando Pepe, gerente de Productos Cambiarios y Metales Preciosos de la entidad, que destaca que durante el año pasado el volumen transado se multiplicó por 6. “El oro es históricamente el refugio de valor por excelencia en el mundo y la Argentina no es una excepción; su adquisición es recomendable en momentos de turbulencias políticas y económicas a nivel mundial, ya que ofrece subas interesantes por la mayor demanda”, explican desde Puente.

En cuanto a cantidad, las opciones no tienen límites en la plaza local y arrancan en el gramo. La pieza que más se vende en la actualidad es el lingote de 100 gramos, con un precio del orden de los u$s 3.900. Sinónimo de refugio, fue allá por 2008 cuando los inversores locales empezaron a mirar con ganas los lingotes. Por entonces, la onza (de 31 gramos) rondaba los u$s 800 dólares. Hasta los minoristas se animaron a poner sus activos en el metal dorado. No les fue mal.

* Especial para Fortuna. Desde París, Francia.

2/4/2010

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