A poco de terminar su mandato en AEA, no irá por la reelección. El nuevo escenario político y económico y las fricciones con la UIA, entre otros factores. Sus críticas en Córdoba, que marcan un cambio de postura en su discurso frente al Gobierno. La situación de su empresa.
LUIS PAGANI. Presidente de Arcor.
Por Mario Rodríguez Muñoz y Victoria Álvarez Benuzzi
"Fastidio”. Así describen en su cercanía su estado de ánimo. “Está fastidioso y se cansó”, dicen como para darle más fuerza a la idea. Como si no bastara con las definiciones que dio en Córdoba que por sí solas enfatizan que Luis Pagani llegó a un punto de inflexión. En una exposición ante jóvenes emprendedores habló de “anarquía”, de “tristeza” por la imagen del país en el exterior, y de que “con esta gestión (de Gobierno)” no se puede mejorar el sistema impositivo. Y dijo lo que dijo no sólo en nombre propio sino en el de AEA, la asociación que reúne a las empresas más grandes del país. O sea que su “fastidio” es representativo de lo que sienten muchos de los hombres de negocios más importantes, que en total facturan la quinta parte del PBI argentino y emplean a 300.000 personas.
Varios son los caminos por los que transitó y transita Pagani para haber llegado a este punto. Algunas de las razones pasan por su propio estilo y otras por lo que le marca la realidad. En su decisión de alejarse de la presidencia de la Asociación Empresaria Argentina concurren estas dos cuestiones: el tema personal y un escenario económico, político y de negocios que le marca la cancha.
El 11 de diciembre, y salvo que un argumento muy convincente lo haga cambiar de opinión, quiere dejar en otras manos su cargo en AEA, que ocupa desde el 13 de agosto de 2002 cuando reemplazó a Oscar Vicente. Desde entonces que tiene a su cargo expresar en pensamiento de los hombres de negocios y las compañías más influyentes. Desde 2007 fue elegido en forma anual, a diferencia del resto de los directivos que mantienen su cargo por el lapso de cuatro años. Ese acortamiento del período se dio en paralelo con las muestras de cierto cansancio que Pagani comenzó a expresar desde ese año.
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7/11/2009
astidio”. Así describen en
su cercanía su estado de
ánimo. “Está fastidioso y
se cansó”, dicen como para
darle más fuerza a la idea. Como si no
bastara con las definiciones que dio
en Córdoba que por sí solas enfatizan
que Luis Pagani llegó a un punto de
inflexión. En una exposición ante jóvenes
emprendedores habló de “anarquía”,
de “tristeza” por la imagen del
país en el exterior, y de que “con esta
gestión (de Gobierno)” no se puede
mejorar el sistema impositivo. Y dijo
lo que dijo no sólo en nombre propio
sino en el de AEA, la asociación que
reúne a las empresas más grandes
del país. O sea que su “fastidio” es
representativo de lo que sienten muchos
de los hombres de negocios más
importantes, que en total facturan
la quinta parte del PBI argentino y
emplean a 300.000 personas.
Varios son los caminos por los que
transitó y transita Pagani para haber
llegado a este punto. Algunas de las
razones pasan por su propio estilo y
otras por lo que le marca la realidad.
En su decisión de alejarse de la presidencia
de la Asociación Empresaria
Argentina concurren estas dos cuestiones:
el tema personal y un escenario
económico, político y de negocios
que le marca la cancha.
El 11 de diciembre, y salvo que un
argumento muy convincente lo haga
cambiar de opinión, quiere dejar en
otras manos su cargo en AEA, que
ocupa desde el 13 de agosto de 2002
cuando reemplazó a Oscar Vicente.
Desde entonces que tiene a su cargo
expresar en pensamiento de los hombres
de negocios y las compañías más
influyentes. Desde 2007 fue elegido en
forma anual, a diferencia del resto
de los directivos que mantienen su
cargo por el lapso de cuatro años. Ese
acortamiento del período se dio en
paralelo con las muestras de cierto
cansancio que Pagani