El aumento de robos, hurtos en la vía pública y las llamadas entraderas a domicilios son síntomas de un mismo fenómeno: la sensación de vulnerabilidad que se extiende entre los ciudadanos
Cada ciclo electoral en nuestro país suele estar atravesado por una dosis extra de incertidumbre. La economía, ya de por sí frágil, entra en una especie de “pausa ansiosa” donde el consumo se retrae, la inversión se frena y los precios parecen moverse al ritmo de las encuestas más que de los fundamentos. Esta inestabilidad no solo golpea el bolsillo: también tiene un impacto directo en la vida cotidiana de la gente.
La experiencia demuestra que, cuando la economía se vuelve volátil, la inseguridad tiende a agravarse. El aumento de robos, hurtos en la vía pública y las llamadas entraderas a domicilios son síntomas de un mismo fenómeno: la sensación de vulnerabilidad que se extiende entre los ciudadanos. Al temor por la inflación y la pérdida de ahorros se suma el miedo físico a ser víctima de la delincuencia.
En este contexto, la protección del patrimonio se convierte en una prioridad. No sorprende entonces que, en la previa de cada elección, crezca la demanda de cajas de seguridad privadas. Este servicio, que hasta hace algunos años parecía un lujo, hoy se percibe como una herramienta concreta para resguardar lo poco o mucho que cada familia ha logrado ahorrar y sobre todo, otros valores que son mucho más importantes que el dinero.
Según datos de la CAESACS (Cámara Argentina de Empresas de Servicio de Alquiler de Cajas de Seguridad), que nuclea a la mayoría de las empresas del sector, hubo un crecimiento del 35% en el último año en la demanda de alquiler de cajas de seguridad privadas en nuestro país y se espera un crecimiento del 40% para este año.
Contratar una caja de seguridad no resuelve la inestabilidad macroeconómica ni la inseguridad en las calles, pero sí aporta un alivio individual. Saber que los bienes más valiosos están en un espacio vigilado y profesionalmente custodiado reduce la ansiedad y permite encarar con más calma un escenario que, por lo demás, está plagado de incertidumbre.
En definitiva, la proliferación de cajas de seguridad privadas es un síntoma de la época: un recurso al que cada vez más personas recurren cuando las instituciones no logran brindar certezas ni en lo económico ni en lo social. Y es también un recordatorio de que, mientras no se resuelvan los problemas de fondo, los ciudadanos seguirán buscando refugios alternativos para proteger aquello que consideran irremplazable.
* CEO de INGOT y Presidente de CAESACS (Cámara Argentina de Empresas de Servicio de Alquiler de Cajas de Seguridad)