Juan Farinati, CEO de Bayer Cono Sur, analiza 2025 y comparte sus expectativas para 2026.
La Argentina atraviesa un momento bisagra: la necesidad de recuperar el crecimiento sostenido convive con una oportunidad única de transformar su matriz productiva. En ese escenario, el agro no solo es un actor relevante, sino un verdadero motor de posibilidades. Allí donde se combina innovación, talento y capacidad de producción, aparece un camino claro para que el país genere más valor, más empleo y más exportaciones.
El agro argentino juega en las grandes ligas: produce con eficiencia, incorpora tecnología con rapidez sostiene una red de pymes industriales y de servicios que intensifican economías regionales y lidera desde hace muchos años la sostenibilidad ambiental y el cuidado de los recursos naturales. Esa base sólida nos permite pensar no solo en cómo resolver los desafíos actuales, sino en cómo habilitar un salto cualitativo de competitividad. La posibilidad está ahí: ampliar mercados, atraer inversiones y escalar la producción en un contexto global que demanda alimentos, trazabilidad y sostenibilidad.
La infraestructura es uno de los grandes vectores de oportunidad. Modernizar rutas, caminos rurales, puertos, trenes y la hidrovía permitiría reducir costos logísticos y acelerar la salida de exportaciones. Cada mejora genera un círculo virtuoso: más eficiencia, mayor productividad y un ecosistema capaz de atraer capital para proyectos de largo plazo. Invertir en infraestructura no es solo resolver un cuello de botella, es potenciar la capacidad económica del país.
El sistema impositivo también ofrece un espacio para crear nuevas oportunidades. Diseñar esquemas fiscales que incentiven la inversión, simplifiquen operaciones y favorezcan la incorporación de tecnología permitiría multiplicar la producción y, con ella, la recaudación. Cuando los incentivos están alineados, el crecimiento expande la base tributaria y genera un beneficio compartido para el Estado, las empresas y las comunidades.
Especial Fortuna: Visión de los CEOs 2025-2026
En paralelo, la previsibilidad económica es un habilitador esencial. Un marco estable, con reglas claras y horizontes largos, impulsa decisiones estratégicas en innovación, infraestructura y desarrollo tecnológico. La Argentina tiene la posibilidad de consolidar condiciones que permitan planificar, invertir y crecer con visión de futuro.
Mientras tanto, el sector continúa innovando. Productores, empresas diversas, grandes y pequeñas, con gran arraigo local y federal, y emprendedores, que adoptan herramientas digitales e inteligencia artificial aplicada a la toma de decisiones. Este proceso no solo aumenta productividad, sino que mejora la eficiencia del uso de recursos y abre la puerta a modelos más sostenibles. Impulsar esta dinámica, con políticas que acompañen la inversión y la investigación, permitirá acelerar aún más el crecimiento.
El capital humano es otro pilar clave. Hoy el agro requiere perfiles diversos: ingenieros, programadores, biotecnólogos, especialistas en datos y expertos en sostenibilidad. Muchas ciudades del interior pueden convertirse en polos de innovación si profundizamos la articulación entre universidades, empresas y emprendedores. Formar talento y promover la incorporación de jóvenes al sector es sembrar competitividad para las próximas décadas.
La colaboración público–privada también es una oportunidad estratégica. Además, las sinergias entre productores, industria, academia, ciencia y tecnología fortalecen una mirada sistémica —de cadena y de red— que multiplica el impacto económico, social y ambiental del agro argentino. Cuando las políticas se diseñan a partir de evidencia técnica, diálogo y visión compartida, se generan condiciones para atraer inversiones, impulsar exportaciones y sostener la innovación. La articulación de esfuerzos entre Estado, empresas y academia puede convertir al agro en el principal motor del desarrollo estructural del país.
Desde Bayer, vemos a la agrobioindustria como un sector dinámico, innovador y con enorme potencial para transformar la economía argentina. Sabemos que, si logramos consolidar un entorno competitivo, moderno y previsible, el agro puede desplegar todo su valor: generar riqueza, empleo, impulsar economías regionales y ampliar significativamente su aporte exportador.
La oportunidad es real y está al alcance. Aprovecharla es una decisión estratégica. La Argentina tiene la capacidad de convertir al agro en una plataforma de crecimiento que marque el rumbo de las próximas décadas. Lo que viene puede ser mejor si elegimos construir sobre las posibilidades que ya existen.