Por Nadin Argañaraz* / El autor analiza cómo evolucionarán los impuestos a partir de la sanción del Presupuesto 2019. Cuáles suben y a quiénes afectan.
El Proyecto de Ley del Presupuesto elevado al Congreso para el ejercicio fiscal 2019 prevé un aumento en la presión tributaria respecto al corriente año. El objetivo de alcanzar el equilibrio fiscal primario exige una corrección tanto por el lado del gasto como por el lado de los ingresos.
Teniendo en cuenta que no toda la recaudación de impuestos nacionales queda en la Tesorería nacional, sino que una parte se envía a las jurisdicciones subnacionales por la vía de la coparticipación y otros arreglos y pactos fiscales, puede apreciarse que el próximo año tendrá un incremento de la presión fiscal de los impuestos cobrados nacionalmente equivalente al 1% del PBI, la cual también tiene un sesgo favorable al nivel superior de gobierno.
El principal aporte al crecimiento de los recursos tributarios viene por el lado de un aumento en los recursos vinculados al comercio exterior. Ello es así dado que se ha propuesto un fuerte incremento en los ingresos provenientes de los derechos de exportación, que el año próximo más que duplicarán su valor real (+102,3% interanual) aportando el equivalente a 1,2% del PIB de crecimiento a los ingresos.
El gobierno nacional modificó el código aduanero, estableciendo una alícuota máxima del 30% a todas las exportaciones nacionales, ya sean de bienes o servicios. Este es un impuesto no coparticipable por norma, aunque desde 2009 una parte del mismo se había atado a una transferencia automática a provincias (el Fondo Federal solidario distribuía el 30% de las retenciones cobradas exclusivamente al complejo sojero), la cual se eliminó en agosto de 2018, con lo cual todo lo que recaude el impuesto queda en las arcas del gobierno federal.
Adicionalmente, el IVA (neto de Reintegros y Devoluciones) en conjunto con los Derechos de Importación crecerían en términos reales un 0,4% y 9%, respectivamente, y aportarían 0,2 puntos porcentuales (p.p.) del PIB en 2019. Se prevén mejoras en la administración tributaria del IVA y se faculta a la AFIP a establecer regímenes de reintegro para consumidores finales destinados a fomentar comportamientos vinculados con la formalización de la economía y el cumplimiento tributario.
En último lugar, el impuesto sobre los bienes personales presenta un eventual crecimiento real estimativo igual al 25,7% en relación al año 2018. La posible razón del crecimiento real del impuesto a los bienes personales subyace en la posibilidad de incrementar la alícuota del 0,25% al 1%, aunque solo para el caso de bienes radicados en el exterior, ya sea a la totalidad de éstos o limitada a los inmuebles. Esta disposición se traduciría en mayores ingresos tanto para la Nación como para la Provincias vía coparticipación. No obstante, aún vale aclarar que la disposición no se encuentra formalizada.
Como surge de manera clara frente a esta evolución de las retenciones y el resto de tributos que experimentarían un crecimiento real, otros tributos deben mostrar una caída relativa para arribar al número agregado.
La caída relativa en el resto de los impuestos nacionales responde a la continuidad de la reforma tributaria sancionada a fines del año 2017. La misma prevé modificaciones en 2 impuestos de especial envergadura: 1) las reducciones en las contribuciones patronales como fruto del aumento del mínimo no imponible y la convergencia a una alícuota efectiva más baja, que implicarían una caída del 2,8% para 2019 en términos reales (equivale a una caída del 0,1% del PIB); y 2) la reducción de la alícuota del impuesto a las ganancias, que explicaría la caída real del 7,3% esperada para 2019.
En efecto, el impuesto a las ganancias cedería 0,3% del PIB en 2019. Ambos tributos denotarían una baja equivalente al 0,4% del PIB con respecto al año 2018. En conjunto, el total de impuestos sobre los bienes y servicios y actividades internas cedería 0,2 p.p. del PIB en el año 2019 respecto a 2018. Por su parte, los impuestos ligados a las actividades comerciales con el exterior avanzarían 1,3% en relación a 2018.
La comparación con los guarismos del año 2015 permite tener una visión del período de gobierno de la actual administración nacional. La presión impositiva agregada avanzaría en este lapso un 0,4 p.p. del PIB; ya que pasaría del 25,8% del PIB en 2015 al 26,2% en 2019.
Los impuestos ligados al comercio exterior serían los principales en explicar el avance de la presión tributaria nacional en 2019 respecto al año 2015. Tomados en conjunto, los derechos de importación y las retenciones serían 1,5 p.p. del PIB más elevados al concluir el cuatrienio.
Por su parte, el conjunto de impuestos cobrados internamente y los aportes y contribuciones a la seguridad social cederían 1% y 0,1% del PIB, respectivamente, en relación a sus valores al inicio del periodo. Hacia el interior de cada rubro, se destaca que tanto los derechos de exportación como los derechos de importación crecerían en importancia relativa en relación al año 2015: 1,1% y 0,4% del producto, respectivamente.
Tal como se comentó previamente, el avance del IVA responde a mejoras en la administración tributaria y la ampliación de nuevas bases imponibles (servicios, más específicamente). Contrariamente, el crecimiento esperado de los derechos de exportación en relación al año 2015 responde a una ampliación de la base imponible, ya que todos los bienes y servicios exportables estarán alcanzados.
En términos de estructura fiscal, el 2019 implicará un cambio en la política que se verificaba desde el inicio del actual gobierno nacional, consistente en la reducción (muy gradual) de la presión fiscal. De hecho, la presión fiscal nacional no solo que subirá por primera vez bajo esta administración, sino que quedará un 0,4% del PIB por encima de la del año 2015.
Esto será responsabilidad del incremento en la presión de los impuestos al comercio exterior por un 1,5% del PIB comparando 2015 vs. 2019, ya que los impuestos al trabajo prácticamente mantienen su relevancia respecto al producto, mientras que los impuestos nacionales sobre las rentas y transacciones de bienes y servicios domésticos pierden casi 1 p.p. del PIB.
*Director del Iaraf