Meter la gamba también es acertar: el fracaso como parte del éxito

En lugar de temerle al error hay que aceptarlo como una parte integral del viaje. Lejos de ser un final, el fracaso es un comienzo, una etapa fundacional en el camino hacia lo que queremos para nuestras compañías.

Oscar Bercovich*

Hace unos días recordé una reunión de equipo en la que los invité a “meter la gamba” hasta llegar “adónde queremos llegar”. Y esa idea de “la metida de gamba” me quedó resonando en la cabeza. Pensaba en las veces que nos equivocamos y el enorme valor que hay en esas instancias aunque nos agarremos la cabeza cada vez que dimensionamos que por ahí no era la cosa. Meter la gamba es también acertar.

A nivel personal, una de las jugadas más riesgosas la protagonicé al embarcarme en un proyecto que implicaba invertir dinero en un tema en el que yo no tenía conocimientos suficientes para la toma de decisiones importantes. Mirando a la distancia estoy seguro de que en ese momento confundí el interés personal que me generaba el asunto con el verdadero entendimiento de un rubro y la real conciencia de saber cómo hacerlo conscientemente bien.

Con esto no estoy diciendo que aprender e innovar en nuevos terrenos esté errado. Todo lo contrario: el proceso de aprendizaje, la curva de crecimiento y el saber esperar resultados son válidos y necesarios. Simplemente, en este caso en particular, se me sumaban otras responsabilidades pesadas de agenda y esto reciente me consumía un montón de energía y tiempo. Me costaba descubrir cómo realmente dejar valor. Aunque se abrían caminos interesantes, de alguna manera me dispersaba de mi capacidad de hacer foco en el resto de las cosas.

Consejos para avanzar con un negocio propio en épocas de incertidumbre

Más allá del impacto en términos económicos y de algunos dolores de cabeza, pude conservar las relaciones humanas de esta etapa e, incluso, mejorar o profundizar algunas. La lección fue entender y reafirmar que el foco es la única manera de crear una ventaja competitiva diferencial a largo plazo. Pensar muy bien dónde uno quiere poner sus energías es un ejercicio de muchísima envergadura. Cuando aparecen oportunidades resulta fundamental parar y pensar si aprovecharlas permitirá crecer nuestra ventaja competitiva o si puede realmente afectarla.

Entendí, además, que en el mundo de los negocios el fracaso no es simplemente una posibilidad, sino una realidad casi inevitable. Pasa aquí y en todos lados. Lejos de ser un enemigo, el fracaso se convierte en un maestro y en una fuente de formación invaluable. “Si no te avergüenza la primera versión de tu producto, lo lanzaste muy tarde”, dijo alguna vez Reid Hoffman, cofundador de LinkedIn.

Una de las virtudes de mayor trascendencia del fracaso es su capacidad para enseñar. Cada error, cada estrategia que no funciona, brinda lecciones que enriquecen la experiencia y el conocimiento del emprendedor, empresario, estudiante o autodidacta.

El fracaso también forja la resiliencia. Quienes pueden levantarse después de una caída desarrollan una fortaleza mental que les permite enfrentar futuros obstáculos con mayor confianza y determinación. La resiliencia no solo es crucial para superar fracasos, sino que es vital para mantener la motivación y la pasión por el negocio.

Fue empleado de McDonald's y ahora es CEO de su propia empresa

Por otro lado, equivocarse sirve como catalizador para la innovación. Cuando las cosas no salen como se esperan, nos vemos obligados a pensar fuera de la caja y a buscar soluciones creativas,como le sucedió nada más y nada menos que a Steve Jobs, quien fue despedido de Apple para luego regresar con nuevas ideas y enfoques que lo llevaron a lo más alto de su industria.

El error, a su vez, tiene la capacidad de mantenernos humildes. Reconocer que no se tiene todas las respuestas ayuda a construir una cultura de superación y crecimiento continuo dentro de una organización. Y facilita la colaboración y la receptividad de perspectivas novedosas.

Por todas estas razones me propuse transformar la percepción del fracaso. En lugar de temerle debemos aceptarlo como una parte integral del viaje. Lejos de ser un final, el fracaso es un comienzo, una etapa fundacional en el camino hacia lo que queremos para nuestras compañías. En un entorno donde la capacidad de adaptarse y aprender rápidamente es clave, el fracaso es una herramienta poderosa.

 

 

*Empresario y economista; CEO de UNIBER y fundador de Metrocubico