Desjubilación” y desigualdad socioeconómica son algunas de las barreras laborales que enfrentan la "Generación Silver", según el informe "Trabajadores mayores: Entendiendo sus necesidades y desafíos"
Ya sea por elección o por necesidad económica, en el mundo actual se trabaja más tiempo. Los avances en medicina permiten que el ser humano viva cada vez más y prolongue su vida profesional. Ante esta nueva realidad, varios países tomaron la decisión de elevar la edad jubilatoria abriendo nuevas posibilidades para los trabajadores de entre 55 y 65 años.
En ese sentido, un informe de Adecco expone una orientación sobre los desafíos que demandan soluciones prácticas y viables para abordar las necesidades de este sector. Para el 2030, la cifra de personas mayores de 65 años alcanzará los 1.200 millones a nivel mundial.
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De acuerdo con el documento, los cambios demográficos deben interpretarse en el contexto de algunas tendencias globales importantes, como la rápida automatización y digitalización de los procesos y la transición hacia economías sustentables, en el marco de los sucesos geopolíticos y las crecientes preocupaciones climáticas. Estas dinámicas hacen que los trabajadores mayores sean más vulnerables y estén menos preparados para adaptarse a los nuevos desafíos. Mapear lo que implican las tendencias globales nos permite exponer los desafíos y oportunidades de esta población.
A su vez, estos desafíos y oportunidades difieren según el género, el nivel de educación y de habilidades, la ubicación geográfica e incluso de la composición familiar.
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A) Sesgo en la percepción de la productividad
La falta de datos y la complejidad de cuantificar el desempeño individual pueden generar percepciones erróneas sobre las capacidades y el potencial de los trabajadores mayores. Así surgen sesgos, estereotipos y prejuicios. Los datos revelan que los empleados mayores sufren menos accidentes ya que tienen más experiencia, derribando el mito de que es más riesgoso contratarlos.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) descubrió que una empresa con un 10% de empleados de más de 50 años es un 1,1% más productiva.
Sin embargo, los datos correspondientes a la sensación en las redes sociales sugieren que el edadismo puede ser específico de algunas industrias.
Por ejemplo, en el sector de la salud, la edad avanzada se percibe de manera positiva ya que se la asocia con más experiencia, habilidades, confianza y empatía. Por otra parte, en el caso de sistemas, las percepciones relevadas por ChatGPT muestran que la edad percibida como óptima para el sector es significativamente más baja que para otros, lo que indica que posiblemente haya más estereotipos.
Tener información sobre la discriminación por edad separada por industrias permitiría analizar los motivos y ofrecer soluciones más efectivas y personalizadas para eliminar el sesgo por edad.
B) Falta de datos
Sería útil poder conocer el número y los perfiles de los trabajadores cuya edad está por encima de la edad jubilatoria y que están buscando trabajo de forma activa con dificultades en el proceso.
Las estadísticas que miden las tasas de empleo y desempleo usan en general un rango de 16 a 64 años. Este estándar mundial resulta anticuado ya que cada vez más personas trabajan incluso hasta principios de los 70, muchas veces en trabajos informales que no se reflejan en estadísticas oficiales.
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C) “Desjubilación”
Las personas son diferentes y también lo son sus motivos para tomar la decisión de reingresar a la fuerza laboral después de la edad jubilatoria oficial (por elección o por necesidad económica).
Los datos muestran que es más probable que los hombres vuelvan full-time después de la jubilación, y las mujeres a tiempo parcial. El estado civil también influye en la decisión: las mujeres divorciadas o separadas vuelven a trabajar tras jubilarse más que las mujeres casadas.
La falta de datos hace que sea difícil identificar los desafíos que atraviesan cuando buscan empleo. Un mayor conocimiento sobre las causas de la desjubilación, especialmente en quienes tienen dificultades para volver a trabajar por motivos económicos, puede servir para identificar dónde intervenir para lograr un mayor impacto.
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D) Cambios en la transición entre el trabajo y la jubilación
Ya no es tan preciso decir que los trabajadores de oficina tienden a permanecer en la fuerza laboral por más tiempo que los trabajadores manuales. Esto se debe a las grandes diferencias en los tipos de trabajos y habilidades específicas. Las personas que tienen trabajos creativos o que hacen por placer, y/o aquellos que no son exigentes a nivel físico, permanecen en la fuerza laboral más tiempo.
En el segmento +66, se está volviendo más común cambiar de un trabajo calificado a uno menos calificado. Trabajar de forma autónoma es un modo frecuente de permanecer o reincorporarse al mercado laboral.
La razón principal por la que las personas mayores dejan sus trabajos antes de la edad jubilatoria es el deterioro de la salud. Entre los 50 y los 69 años, el 49% de los adultos informan tener problemas persistentes de salud. Estas personas son menos propensas a cambiar de ocupación cuando están por jubilarse.
Entender mejor por qué las personas dejan de trabajar antes de la edad jubilatoria puede ayudar a identificar otras formas que les permitan ganarse la vida de manera sostenible, en lugar de asumir que las formas tradicionales son las únicas o las mejores.
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E) Impacto de la desigualdad socioeconómica
Si bien es una buena noticia que la expectativa de vida esté aumentando, esto no implica que se viva más con buena salud. La disminución de la esperanza de vida con salud afecta a todos los trabajadores de todo tipo, pero los trabajadores mayores con ocupaciones que son físicamente demandantes son los más perjudicados.
Por eso, examinar cómo la futura escasez de trabajadores puede crear más oportunidades para las personas mayores y afectar su necesidad de volver a capacitarse, perfeccionarse, o cambiar, muestra la necesidad de buscar soluciones concretas en la práctica.
En los países con una gran proporción de economía informal, como Argentina, donde las personas trabajan, pero no tienen un salario o beneficios garantizados, las desigualdades en base a la edad se amplifican aún más. De todos los grupos etarios, las personas de más de 65 son las que presentan un mayor porcentaje de empleo informal. A nivel global, el 78% de los empleados de 65 años o más trabaja de manera informal. El 89% de estos casos se da en países con ingresos bajos o medios, duplicando la cifra de los países con altos ingresos.
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Perspectivas a futuro
El aumento de la población de trabajadores mayores implica un momento crucial para crear un entorno inclusivo y de apoyo para que sigan participando de la fuerza laboral y conserven su medio de vida y bienestar.
Con más información acerca de los 5 “espacios en blanco” (productividad, falta de datos, desjubilación, cambios y desigualdad), se podrá crear, testear y así brindarles el entorno que necesitan con soluciones viables. Esto garantiza que puedan ser parte de la población activa y contribuyan a construir una sociedad más inclusiva y productiva.
RM