Carga emocional: cómo liderar con fortaleza sobre la base de la vulnerabilidad humana

La teoría clásica de que los líderes de las organizaciones deben manejar sus emociones y mantener firme el estandarte ante sus equipos está vencida. La clave está en poner al ser humano en el centro.

Oscar Bercovich*

La teoría tradicional y clásica de que los líderes de las organizaciones deben manejar sus emociones y mantener firme el estandarte ante sus equipos está vencida. Es una concepción  anticuada y artificial creer que quienes cuentan con puestos jerárquicos o llevan adelante una compañía deben controlar sus sentimientos para cumplir con todas las expectativas de su rol. 

Este intento de camuflaje y este querer “tapar el sol con las manos” se vuelve una muestra de enorme debilidad. Contrario al querer mostrarse “todopoderoso”, el desafío actual radica en liderar de una manera genuina, mostrándose vulnerable, compartiendo sentimientos y situaciones que - por supuesto - ameriten ser compartidas al equipo para generar confianza y establecer lazos y vínculos sólidos, de calidad. 

Actualmente el líder fuerte es aquel que puede compartir dolores, dificultades y entender que la naturaleza humana es innegable; quien entiende que no hay que mostrarse de una manera distinta a cómo uno realmente es. 

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Como bien explica la coach de ejecutivos Dina Denham Smith en unos de sus artículos que me trae a esta reflexión, el mundo corporativo actual pretende que quienes están a la cabeza de equipos tengan la capacidad de atender las necesidades de sus colaboradores, además de su “sobrecarga”, cuando también les toca lidiar con la propia en contextos en los que se exige hacer más con menos. Y sin el soporte adecuado este camino no tendrá un buen puerto. Las empresas u organizaciones deben contar con ciertas herramientas para lidiar con estos temas y, por suerte, las hay. 

Aún en tiempos turbulentos y en contextos difíciles como el que hoy atraviesa nuestro país, lo primero que debemos hacer, para poder asumir el problema, es reconocerlo. Es clave que se identifique a este trabajo emocional como un trabajo en sí, como una tarea más propia del puesto. Esconder o falsear las emociones no le sirven ni a la persona ni a la empresa. 

Los libros no incluyen este capítulo, pero algunas investigaciones recientes demuestran que poder expresar todo tipo de emociones en el lugar de trabajo permiten la construcción de equipos más sólidos y la generación de más soluciones a los problemas. Un tema que muestra evolución y que invita a puntos de discusión respecto de esta situación. Las organizaciones deben poder generar espacios de confianza para que este intercambio suceda. Como dice el experto en liderazgo, Simon Sinek, “la confianza es la que mantiene unido a un equipo, y un equipo no es un grupo de personas que trabajan juntas, sino un grupo de personas que confían unas en otras”. No es lo mismo. 

Otro paso importante en este escenario es promover la introspección. Los líderes que logran espacios de reflexión, de análisis y, de alguna manera, la revisión de las emociones de quienes lideran, alcanzan una tarea importante que debe estar en la distribución de su tiempo. Entiendo que este paso logra un grado superior de inteligencia emocional, resiliencia e integridad. Y esto tiene un efecto cascada en el resto de su equipo. 

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Quienes conducen equipos deben poder entender, convivir, respetar y, en algunos casos, hasta ponerse cara a cara con las emociones de sus colaboradores. Las emociones de los demás son información para procesar y una oportunidad para transformarlas en acciones positivas.

Por último, la creación de grupos de pares para que uno no se encuentre solo ante estos desafíos es otra de las claves. A medida que el puesto es más alto, también aumenta la soledad. Soledad que lleva a un aislamiento, que se puede reducir  -o incluso desaparecer- si se apela a la mirada de introspección, de análisis y de reflexión para poder manejar la carga emocional de lo que eso implica.
 
Como líderes, tenemos la posibilidad de construir un liderazgo sólido a partir de mostrarnos tal cual somos, genuinos y auténticos; con vulnerabilidades y dificultades, necesitados de compartir sentimientos  y pensamientos (en su justa medida). 

En la dinámica actual de las organizaciones este es un tema que cada vez toma más relevancia, por lo que es importante reconocerlo, atenderlo y generar herramientas que permitan su correcta comprensión, protegiendo a todos sus miembros. Porque la clave no está solo en liderar mejor, sino en poner al ser humano en el centro, estableciendo procesos y espacios de confianza que permitan vincularnos y sentirnos mejor. A todos. 
 

*Empresario y emprendedor; CEO de Uniber y socio fundador de Metrocubico.

 

RM

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